La Knesset (parlamento israelí) ha adoptado en una primera votación y con una amplia mayoría (59 votos contra 10) una propuesta de ley que prohibe la importación y la venta de higados de animales que hayan sufrido tortura”. Dicho claramente: se trata de criminalizar la comercialización del foie gras.

El promotor de esta iniciativa, Dov Lipman, un diputado del partido centrista Yesh Atid (Hay un Porvenir) se ha mostrado satisfecho: “Me siento muy orgulloso de ser parte de una Knesset que ha elegido colocar los valores por delante de los placeres fútiles. En su entusiasmo ha añadido: “Creo que esta ley beneficiará no sólo a los animales, sino también a la imagen de Israel. Ha llegado el tiempo de desterrar de Israel esta alimentación corruptora de los espíritus”.

Esta medida ha sido aplaudida por el conjunto de las asociaciones israelíes de defensa de los animales. Ya en 2003 estas habían obtenido que la Alta Corte de Justicia una decisión según la cual el cebado era contrario a las leyes de protección de los animales, lo que hacía que esta práctica fuera ilegal en el conjunto del territoriom israelí. Dos años más tarde, después de la expiración de un plazo de gracia acordada por la justicia, el ministerio de Agricultura desmantelaba la red de producción de foie gras. Este sector generaba 16,5 millones de dólares de beneficios y empleaba a 500 personas, lo que situaba a Israel en el cuarto lugar de la producción mundial de este producto.

Una década más tarde, un nuevo paso ha sido dado. Si esta ley es votada en una segunda y tercera lectura, Israel se convertirá en el segundo Estado del mundo, después de California, en desterrar este alimento del plato de sus ciudadanos. Los restaurantes deberán sacar de sus cartas y menús todo plato que lleve foie gras en su composición. Los supermercados y las tiendas de productos finos ya no lo podrán presentar a sus clientelas. Para los aficionados a este manjar, les quedará un consuelo: el consumo personal no estará prohibido. Podrán, de regreso de sus viajes al extranjero, a Francia, Hungría o Bulgaria, países con gran tradición en la elaboración del foie gras, traerse consigo ese producto. Pero esto a condición de que el ministro de Finanzas Yaïr Lapid, dirigente del partido Yesh Atid, y la aduana no decidan imponer medidas disuaorias: tasas muy elevadas o limitación de la cantidad permitida

¿Qué puede ocurrir a partir de la entrada en vigor de la ley? ¿Llegaremos a ver, como en Chigago, donde el consumo de foie gras fue prohibido durante dos años, una guerra entre partidarios y adversarios, con veladas dedicadas a la gloria del producto prohibido en locales discretos y ventas bajo capa, mientras que enfrente los adversarios saqueban los restraurantes que desafiaban la prohibidión? ¿Veremos la aparición de broche que ponga “No toques a mi foie gras”? De momento, es la calma relativa. Los isarelíes están más ocupados en encontrar soluciones a la carestía de la vida y al paro en plena ascensión desde hace meses.