Henry de Lesquen.- No me tomo por Martin Luther King, pero he tenido un sueño: los franceses habían elegido para ocupar la jefatura del Estado a un hombre que compartía nuestras convicciones. Les quiero contar lo que ocurría en mi sueño.

Primer acto: Reforma de la Constitución

Al asumir sus funciones, el nuevo presidente designado por el destino para salvar a Francia emprende grandes reformas para arreglar el problema de la inmigración en las condiciones moral y humanamente irreprochables que exigen la tradición francesa. Su primer acto es la modificación de la Constitución mediante referendúm para que el pueblo francés recupere el ejercicio de la soberanía.

En primer lugar, se decreta que la ley francesa prevalezca sobre las disposiciones de los tratados y las normas del derecho internacional, así fuera europeo. Ya no es cuestión que nuestras leyes padezcan la censura de la Corte de Justicia de la Unión Europea o de la Corte Europeas de los derechos Humanos. Todo juez que pretendiera lo contrario se volvería culpable de un delito de prevaricación.

Después, el uso del referéndum es consagrado y generalizado. Toda ley votada por el Parlamento puede ser sometida a referéndum por el presidente de la República. Un referéndum de iniciativa popular tiene lugar para toda propuesta de ley presentada por el 1% del censo electoral. Queda expresamente estipulado que la ley adoptada por referéndum no puede ser censurada por el Consejo Constitucional ni por ningún otro juez, ya que emana directamente del pueblo.

Por fin, toda decisión del Consejo Constitucional puede ser rechazado o reformado por decisión del presidente de la República, el cual someta su decisión a la aprobación del pueblo por referéndum o a la del Parlamento reunido en congreso y votando a la mayoría calificada.

Segundo acto: Gran ley sobre la inmigración

El segundo acto del presidente de la República es someter al pueblo, mediante un nuevo referéndum, una gran ley sobre la inmigración, que contiene 8 partes:

1- La legislación antirracista es derogada en vista de restablecer no sólo la libertad de expresión, sino también la indispensable libertad de discriminación.

2- La preferencia nacional es instituida en todos los terrenos: empleo, subsidios sociales, vivienda, etc…

3- Los controles fronterizos son restablecidos y el Tratado de Schengen denunciado.

4- El derecho de la nacionalidad es reformado, para que sólo existan dos vías de acceso a la nacionalidad francesa: el jus sanguinis (derecho de sangre) para los hijos de padres franceses, y la naturalización por decreto después de verificación de la asimilación del candidato. Además, el gobierno está encargado de volver a examinar el estatus de millones de franceses “de papel” e invitado a retirarles la nacionalidad francesa en caso de indignidad, de doble nacionalidad o de defecto de asimilación.

5- El derecho de estancia de los extranjeros es reformado. Estos están obligados a pedir una autorización de estancia, que le es concedida discrecionalmente y por un tiempo limitado. Esta puede serles retirada en cualquier momento, sin que ningún juez tanga autoridad para oponerse a esa medida. La inmigración, siendo ahora considerado un favor revocable ad nutum, todas las disposiciones que obligaban a Francia a acoger a un extranjero son declaradas nulas y sin efecto, sin excepción, sobre todo el derecho de asilo y la reunificación familiar, así como también las reglas de la UE que benefician a los ciudadanos de los países miembros, como los gitanos que vienen de Rumania o de otras partes.

6- Todo extranjero puede ser expulsado de Francia por simple decisión de la prefectura (delegaciones locales del ministerio del Interior), el cual es considerado un acto de gobierno que no puede ser contestado ante los tribunales. El extranjero puede ser detenido administrativamente o relegado en una parte del territorio francés en espera de su expulsión, a menos que se vaya voluntariamente.

7- La inmigración ilegal es reprimida. Los supuestos “sin papeles” son delincuentes que pueden ser castigados con un año de prisión en virtud de la ley que ya estaba en vigencia ante de la elección del nuevo presidente (art. L. 621-1 del Código de Extranjeros). No son perseguidos judicialmente, salvo excepciones, a la primera interpelación, pero son puestos en detención administrativa antes de su expulsión. Si son condenados por el Tribunal Correccional, son efectivamente encarcelados si reinciden al volver a Francia y son después expulsados después de haber cumplido su pena de cárcel.

8- Los inmigrantes ilegales no gozan del beneficio de ninguna ayuda. Estos fuera de la ley no pueden recibir la más mínima ayuda pública, bajo ninguna forma (subsidios, vivienda, escuela, sanidad…). La Ayuda Médica de Estado (sanidad gratuita especialmente dirigida a los inmigrantes ilegales) es suprimida. Además, los particulares que les dann un empleo, un alojamiento o una asistencia cualquiera, así no fuera más que no denunciándolos a la Justicia, son sistemáticamente perseguidos por el Fiscal de la República por complicidad o encubrimiento. Las asociaciones y organizaciones que ayudan a los inmigrantes ilegales son disueltas por decreto.

Los progresos son entonces muy rápidos en el frente de la inmigración. Los inmigrantes abandonan Francia en grandes cantidades por si mismos, al no tener más asistencia, ni empleo, ni alojamiento. Si se quedan, estos fuera de la ley son detenidos tan pronto son identificados, antes de ser expulsados manu militari o desterrados en Guyana si ningún país acepta acogerlos.

Los inmigrantes en regla son obligados a partir cuando su permiso de residencia llega a su término. De lo contrario, engrosan los rangos de los inmigrantes ilegales, con todas las consecuencias que esto implica.

Gracias a esta política de salud pública, el nuevo presidente consigue hacer abandonar Francia a dos millones de inmigrantes en 5 años. ¡Un sueño!

Henry de Lesquen