Contra el pueblo en nombre del pueblo
Los encargados de redactar la Constitución de 1978 hablaron del poder como una emanación de la voluntad popular. Es evidente sin embargo que la llamada voluntad popular no es más que la voluntad particular de los que manejan el poder político y económico. El simple hecho de que un grupo de personas, agrupadas bajo unas siglas partidarias, pueda adueñarse del poder con fines egoistas y espurios, como ha ocurrido a lo largo de la democracia, impide que se le puedan llamar como emanados de la nación.
El mito del pueblo reunido al estilo de la democracia ateniense se traduce en la simbólica reunión de unas persona elegidas. Ante esta situación, ¿cómo puede el pueblo oponerse a las medidas aprobadas durante estos últimos 35 años y que nos han conducido a la cloaca actual, cuando estas decisiones han sido aprobadas “en nombre del pueblo”. ¿Cómo podemos escandalizarnos ante el cúmulo de robos y escándalos que han dominado la escena pública española, desde Felipe González hasta hoy, cuando hemos permitido a sus autores que perpetren sus fechorías en nombre de todos nosotros? ¿Quién puede oponerse a las decisiones de quienes dicen actuar “en beneficio de todos” cuando usufructúan el poder a su antojo en base a una legitimidad electoral que casi todos han aceptado? ¿Cabe mayor totalitarismo que la situación actual en que las decisiones que nos han empobrecido o que han llenado España de parásitos sociales han estado en manos de unas pocas personas, quienes, si conviene a sus intereses y siempre “en nombre de todos”, seguirán aprobando medidas y leyes de extranjería que no harán sino agravar nuestro empobrecimiento? ¿Cabe mayor dislate que un debate sobre el estado de la nación en el que no se hable de los grandes asuntos que ponen en riesgo la continuidad de esa misma nación?
Hoy el poder en España es totalitario porque ha ocupado todo el espacio en el que antes podían moverse los ciudadanos de forma autónoma. A la derecha y a la izquierda el hombre no es nada porque ha dejado de ser un individuo que piensa, opina, decide, actúa y delega, para convertirse en una unidad intercambiable adscrita a unos partidos políticos que piensan y deciden por él, y que les exige obediencia.
La progresión del totalitarismo nunca ha sido mayor que en esta época en la que, paradójicamente, tanto se habla del pueblo y de la voluntad de éste. ¿Somos nosotros como pueblo los que hemos decidido las grandes decisiones que en el campo de la economía solo han beneficiado a los dirigentes políticos y a las grandes empresas nacionales e internacionales a las que sirven? Cuando José María Aznar dio luz verde a la llegada masiva de cientos de miles de inmigrantes, ¿lo hizo en interés del pueblo español o de las grandes corporaciones que le exigieron una mano de obra ‘dócil’ y barata?
Plantear estas cuestiones es, sin embargo, cosa ilegítima y políticamente incorrecta según los dogmas de la religión del pensamiento único, puesto que ello sirve para cuestionar los motivos del ejercicio del poder. Tales cuestiones sólo son planteadas por ‘extremistas’ como nosotros, que somos los únicos que nos atrevemos a desenmascarar el cinismo de los políticos de esta falsa democracia, así como la arbitrariedad de la mayoría de sus decisiones.
Creo que habría que dejar de lado el voto universal. Que vote la gente con ciertos conocimientos , no cualquiera. Eso se ve en algunos lugares del planeta, como Venezuela, por ejemplo, en donde la pobre gente ignorante vota a Chávez y sin embargo hay escasez de bienes en un país que nada en petróleo. La democracia va unida a la cultura, de lo contrario es demagogia.
Me cago en la democracia,gobierno fascista ya
Si como dijo Carlos V todo para el pueblo pero sin el pueblo.
Me cago en la puta mierda de democracia. esto es el timo de la estampita.
Antes al menos sabias con quien te la jugabas.
O sea el llamado Despotismo Ilustrado propio de masones y gentuza antihumanista.