La comida rápida dista mucho de tener fama de saludable o benéfica, e incluso a su alrededor se han tejido algunos mitos que señalan la cuestionable procedencia de sus ingredientes o, como en este caso, el súbito y desagradable hallazgo en su interior de elementos totalmente inesperados.

Ibrahim Langoo y su amiga Laura Canning acudieron a la sucursal de Kentucky Fried Chicken ubicada en Colchester, Essex, en Reino Unido, para tomar un refrigerio cerca de la una de la tarde.

Ambos adquirieron un paquete Goliat, que decidieron compartir. Laura optó por la hamburguesa pero Ibrahim prefirió el pollo. Mala decisión.

La sorpresa de Ibrahim sería grande cuando al partir una pieza del pollo descubrió en su interior un cuerpo extraño con toda la apariencia de un pequeño cerebro, un órgano sinuoso que Ibrahim describió como “un horrible cuerpo extraño arrugado”.

El joven aseguraba en declaraciones a The Sun: “Tengo la costumbre de desprender el pollo del hueso y cuando llegué a esa parte quede paralizado. Lo lancé a mi bandeja inmediatamente. Parecía un cerebro. De repente empecé a marearme y a encontrarme muy mal”. El estudiante añade que avisó a los empleados pero que nadie quiso ayudarle.

Un portavoz de KFC ha asegurado que “por la fotografía parece que es un riñón, no un cerebro, donde no se apartó durante el proceso de elaboración”. “Lamentamos mucho la mala experiencia de Langoo y, aunque no había riesgo para su salud, estamos de acuerdo en que es algo muy desagradable”.

La cadena de comida rápida quiso obsequiar a Langoo con algunos vales para superar esta mala experiencia, pero el estudiante insiste en que jamás volverá a un KFC.

“Nunca comeré en KFC otra vez, ni en Colchester ni en ningún otro lugar, declaró Ibrahim, un tanto traumatizado, a medios locales.