«No quiero perder estas elecciones», avisa Barack Obama a sus seguidores. Mitt Romney habla en otros términos: «La campaña de Obama se está desvaneciendo y la nuestra está ganando mucho vapor».

Es la foto del momento, del «Mittmentum». Tal vez acabe siendo pasajero o insuficiente para un triunfo, pero la percepción subjetiva de los republicanos es que estos días se está produciendo el cruce de vectores. La llamada de Obama a un diario de Iowa, antes de que pida el voto para uno de los candidatos, habla de una campaña demócrata menos segura.

Rommey se encuentra al alza en casi todos los sondeos. Algunos ya le pusieron ligeramente por delante tras el primer debate de hace tres semanas -auténtico «cambio de juego»-, otros le han ido acercando progresivamente a Obama desde entonces hasta empatarlo, sin que los dos siguientes debates, ganados a puntos por el presidente, hayan cambiado la tendencia.

Los republicanos han comenzado a hablar de «Mittmentum», retomando la expresión ya empleada en las primarias republicanas cuando la campaña de Romney cogió la suficiente velocidad para desplazar a su último rival, Rick Santorum.

«El debate del lunes, el tercero entre ellos, lo dice todo», explica Joe Cárdenas, que estuvo en el equipo electoral de George W. Bush. «Romney se permitió la estrategia de no hacer casi nada, porque cree que las cosas le van bien; Obama, en cambio, estuvo continuamente al ataque, porque ve que la carrera está cambiando».

Se trata de papeles intercambiados respecto al primero de los debates, cuando el presidente estaba más confiado y el exgobernador de Massachusetts tenía que ir a por todas.

Según Cárdenas, «Romney cree que las cosas le están yendo bien y simplemente decidió conceder a Obama el tercer debate, que al fin y al cabo era sobre política internacional, algo que no decide las elecciones; a él le bastaba con aparecer suficientemente presidencial».

Ocho estados clave

Más significativo que el empate técnico (47%, con siete décimas más para Romney, según RCP) que arroja la media de todas las encuestas nacionales -al fin y al cabo, durante meses, antes de las convenciones de ambos partidos, los sondeos también hablaban de empate- es que la clara ventaja de Obama en los ocho estados considerados clave se está evaporando y en algunos se ha revertido.

Era contradictorio que el margen entre los dos presidenciables fuera escaso a nivel nacional y que, en cambio, hubiera gran diferencia en los llamados estados «swing», no particularmente demócratas o republicanos.

Los últimos datos indican que Florida y Carolina del Norte están ahora en la lista de Romney; posiblemente también Virginia, y quizás Colorado. Pero la gran batalla sigue siendo Ohio y de ganar allí Obama, si se lleva cualquier otro de los «swing», resultaría reelegido.

«Como antídoto de la (quizás) irracional exuberancia republicana que parece haber tomado Washington, hacemos una pausa para el siguiente anuncio público: para ser presidente hace falta ganar estados, no debates», advirtió este miércoles la publicación «Político».

Con ello recordaba que dada la aritmética del reparto territorial del voto, de entrada Obama tiene asegurados notablemente más votos electorales -del total de 538 del colegio electoral que designa al presidente- que Romney.

En cualquier caso, la presión puesta sobre Obama explica que este llamara el pasado lunes por teléfono al director del «Des Moines Register», el diario de la capital de Iowa, uno de los estados «swing», donde el presidente lleva tiempo en cabeza.

El próximo sábado, el periódico anunciará a qué candidato apoya (en 2008 pidió el voto para Obama). Romney aceptó recientemente reunirse con el consejo editorial del diario para explicar su programa. Obama sigue sin encontrar tiempo para ello, pero ahora que la carrera se estrecha hizo una llamada para asegurarse de que no era olvidado.

La campaña de Romney, por su parte, se distanció este miércoles de los comentarios de un candidato republicano al Senado. Richard Mourdock, de Illinois, expresó su opinión contraria al aborto también en caso de violación. «Me he dado cuenta de que la vida es un don de Dios. Y creo que incluso cuando la vida comienza en esa horrible situación de violación, es algo que Dios quiso que sucediera», dijo.