Álvaro Pombo: “Es afrentoso que los políticos se sigan dando banquetes y no coman un bocadillo, como hacemos todos”
Desde el pasado 6 de enero, Álvaro Pombo (Santander, 1939) no hace más que hablar de ‘El temblor del héroe’ (Destino). Con esta novela ganaba ese último Día de Reyes el prestigioso Premio Nadal. Y él encantado de estar en la lista que inauguraba Carmen Laforet en 1944. Pero también encantado de hablar de esta obra en la que arremete contra la banalización de algo que, en su opinión, caracteriza nuestro tiempo: la insensibilidad ante el dolor ajeno. La falta de compromiso le irrita en gran medida. Y más aún en su versión política. Sabe bien de lo que habla. Las filas de UPyD lo pueden atestiguar. Por eso lamenta ciertos comportamientos: «Es indignante ver cómo se siguen haciendo gastos públicos innecesarios, y no se recorten primero los gastos de los políticos, los coches, los restaurantes… Es afrentoso que se sigan dando banquetes y no coman un bocadillo, como hacemos todos. No generalizo, pero muchos deberían hacer más autocrítica y empezar a recortar por ellos mismos, como hacemos todos en casa», advierte este incansable conversador de fino humor que ayer se paseaba por Málaga con sus inseparables gafas de sol. ¿Su ‘excusa’? La presentación de su última obra en el Centro Andaluz de las Letras (CAL).
Entiende Pombo que hoy en día hay muchos héroes, «gente que se las apaña como puede y tira adelante y no se asusta, pero tiembla». Porque al autor de ‘La fortuna de Matilda Turpin’ (Premio Planeta) considera que el héroe debe temblar, «si no es un insensato». En un momento en el que, según Pombo, incluso «la palabra mileurista es excesiva».
Época de desconfianza
Recuerda el novelista y poeta una lejana época de confianza en Europa y en América: «Ya no vivimos en aquel momento alegre, sino en un mundo de desconfianzas mutuas». Así lo refleja en ‘El temblor del héroe’. Pero no con intención de «hacer un diagnóstico». Incide en su carácter de ficción. Aunque luego tenga cierto reflejo sobre la sociedad de hoy. No pretende ser apocalíptico. De hecho, no lo es. «No creo que estemos viviendo en un tiempo mucho peor, vivimos en un tiempo de cambio de paradigma», apunta el autor con la seguridad con la que remata todas sus frases. La misma con la que asegura que la democracia «es un instrumento imperfecto», aunque «menos que la dictadura del proletariado».
Más exigencia
A su juicio, hoy se le exige más al ciudadano. Algo que, para Pombo, no tendría importancia «si los políticos se exigieran también más a sí mismos». «No se puede estar treinta años en el poder», avisa este amante de la filosofía, y de la ciencia, y de la historia, y de la política… A Álvaro Pombo le interesa mucho el mundo en el que vive. Nada que ver, por tanto, con Román, el protagonista de ‘El temblor del héroe’, un profesor universitario melancólico y aburrido que se enfrenta a un mundo hostil.
En el fondo, vive enjaulado, «metido en una caja de la que se asoma de vez en cuando y curiosea». No es su caso. A Pombo le gusta comunicarse con la gente. Y al contrario que Román, no siente desidia ni disfruta en el hedonismo. «Él ha vivido resguardado en el ambiente de las universidades, yo he fregado suelos, he limpiado casas en Inglaterra y he sido telefonista, no he tenido una vida fácil, sino una vida dura y de calle», aclara el autor, convencido de que el libro es «un objeto de consumo». Y no lo critica. Al contrario. Se felicita de que los ‘best sellers’ hayan ayudado a ganar lectores. Como propone, «solo hay que hacer la literatura que uno sabe hacer y en la que uno cree, y eso a veces puede ser comercial y otras no».
Eso sí, no anima a la lectura porque sí. «Las personas que tienen la rutina de leer libros o de ir a Venecia y simplemente sacar fotos, es como si no lo hicieran, el secreto está en el grado de interiorización con el que se hacen las cosas», sentencia este firme defensor de sentir la cultura como una «experiencia profunda». Él lo hace con todo lo que vive. Lo transmite en su obra. Y en su rostro.
Seguramente con los 5000 y pico de euros, se lo gasten en Medicinas, porque o son psicopatas , o en su caso tienen que tener un estomago y unos doleres de cabeza, porque tal como estan dejando el pais, pero tod@s, sin distincion de partidos.
Ya me gustaría saber a mi que comen, que con 5.100 € mes no llegan a fin de mes. Si comesen un poco de plomo, a lo mejor les sentaría bien y les bajaría los humos. Menudos sinverguenzas.
lo afrentoso es que la gente no les rompa la cara, directamente, tanto a politicos como el pepero gallego de los 5.100 euros pasandolas canutas, como a altos funcionarios complices. Veremos si los miliscacas del gremio harán algo ??
Más que nada por su sallud, el colesterol es muy malo, casi tanto como fumar en la puta calle, no entiendo cómo no se prohiben el marisco.
La única solución es que nos dejen hacer de cocineros a los ciudadanos en estos banquetes. A más de un politico se le quitarían las ganas de volver a repetir.