ESPAÑA-FRANCIA: NACIÓN CONTRA TORRE DE BABEL
B.D.- En estos días de calurosa transición entre la primavera que se acaba y el verano que empieza, media Europa, desde Tarifa hasta los Urales, desde Atenas hasta el cabo Norte y desde Escocia al Mar Negro, está pegada al televisor, absorta en la hipnótica coreografía, siempre parecida y sin embargo nunca igual, de un par (grosso modo) de docenas de mayores de edad en pantalón corto sudando y gritando detrás de una pelota que buscan alcanzar sólo para mandarla a otra parte con enérgicos puntapíes que uno quisiera destinados para mejores fines: algunos culos socialistas, por ejemplo. El fútbol: tal vez la última gran religión de esta Europa que busca en los campos reglamentarios de la FIFA los dioses que antaño poblaban el firmamento, hoy desertado por la soberbia de los hombres. El fútbol: en cualquier caso un eros terrenal que todo lo cura y organiza la transferencia de las angustias y las frustraciones.
Me entero, casí por casualidad, que en la Eurocopa que se está disputando estos días en Polonia y Ucrania, España ha derrotado a Francia en cuartos de final en un partido marcadamente dominado por la superioridad de la llamada “roja” (un eufemismo que sólo sirve para evitar que los periodistas deportivos y el público en general digan “la selección española”, y que le permite de paso a algunos jugadores periféricos vestir la camiseta de España sin hacer demasiada ostentación de su verdadero significado para no lastimar en exceso el chovinismo provinciano de sus incondicionales).
Algunos entusiastas ya han elevado este partido a la categoría de hazaña, una más para una selección que parece haber abandonado definitivamente la mala racha de lustros pasados que arrastraba por las canchas del mundo. La “roja” se permite, ya no sólo pasar a cuartos de final de las competiciones internacionales, sino hasta de ganarlas. Por lo pronto ha vencido a la selección francesa, los llamados “bleus” (los azules). Las imágenes retrospectivas ofrecidas por los telediarios de este partido, me aseguran que en efecto España se ha enfrentado a Francia.
No me haré el extrañado por la composición del equipo de Francia, pues la poca afición al fútbol no puede impedir a nadie conocer lo que es desde hace tiempo un motivo de asombro primero, de burla después: la selección francesa de fútbol se parece más a la de Camerún que a otra cosa. Incluso la “Canarinha” brasileña cuenta siempre con más jugadores blancos que su homóloga francesa.
Sobre el terreno hemos visto a dos equipos de continentes distintos, y no estoy hablando, claro, metafóricamente. Si un marciano, desconocedor por completo de los asuntos terrenales, hubiera llegado al planeta tierra hace unos días y hubiera tenido la puntería de aterrizar en los alrededores de la Eurocopa antes del despido de la selección francesa, hubiera pensado que en ese verde campo retangular corrían dos clases de hombres no solamente diferenciados por el color de sus camisetas sino por el color de lo que cubre esas camisetas: no dos equipos de países de un mismo grupo, sino dos conjuntos de mundos distintos.
Cuando en 1998 Francia ganó el Campeonato Mundial de Fútbol con un equipo que parecía el de las Naciones Unidas, el entonces presidente Chirac celebró el triunfo como la víctoria nacional de una República Francesa que sumaba a sus tradicionales colores “bleu-blanc-rouge” (azul-blanco-rojo), su nueva identidad “black-blanc-beur” (negro-blanco-árabe). Desde la euforía de aquella jornada, que anunciaba la buena nueva de una era de armonia y fraternidad entre las distintas razas y etnias del cada día más complicado mosaico francés, muchos goles ha encajado la masónica república en propia puerta. Y no precisamente en forma de balones de fútbol.
En el aspecto futbolístico, Francia ha seguido por la misma pendiente que la nación entera: cada día menos francesa y más internacional. El tema ha suscitado polémicas, y una creciente desafección de los aficionados franceses (los de verdad, los europeos) hacia una selección que más que francesa parece africana. Los “bleus” ya ni siquieran son “black-blanc-beur” sino black-black-black, ironizaba hace unos años uno de los tantos filosofos judíos que abundan como plaga en el vecino país transpirenaico (Alain Fienkielkraut). Y concluía lapidario: “Francia es la irrisión de Europa”. Como estará el panorama en Francia, que ni siquiera su condición de judío perteneciente a la intelligentesia parisina, categoría otrora intocable, le salvó de ser tratado de racista y de otros epítetos de la misma cuerda por esa nueva Francia que de a poco está derribando sus antiguos ídolos y comiéndose hasta sus viejas vacas sagradas. El peso demográfico de los “nuevos franceses” impone nuevos tabúes y dicta nuevas reglas al tiempo que arrasa con torres aún ayer inalcanzables.
Años más tarde, con ocasión del Campeonato Mundial de Fútbol en Sudáfrica, el mismo Finkielkraut volvió a la carga con motivo del incidente que los integrantes del equipo francés protagonizaron y que cubrió de bochorno a toda Francia. En pocas palabras: durante un partido del campeonato, el jugador Nicolas Anelka (negro africano) tuve un encontronazo con el seleccionador Raymond Domenech en el transcurso del cual este último fue gravemente insultado. “Que te den por el culo, sucio hijo de puta!”, esas fueron las palabras del negro a su entrenador. A consecuencia de las graves injurias, la Federación Francesa de Fútbol decidió expulsarlo del campeonato y mandarlo a Francia. Al día siguiente la totalidad de los restantes jugadores, en solidaridad con el agresor, se negaron a entrenarse como medida de presión para lograr el levantamiento de la sanción a su compañero. Un alto cargo de la FFF dimitió a consecuencia de todo esto y como colofón de este lamentable vodevil el mismo Domenech protagonizó un aúltima anécdota lamentable al negarse a estrechar la mano al entrenador del equipo sudáfricano. Un feo gesto que estuvo a la altura de la participación francesa en aquél Mundial: por los suelos.
Entre las críticas que le llovieron a todos estos elementos por parte de sus conciudadanos, destacaron una vez más las duras palabras del mencionado Finkielkraut que volvió a acertar al comparar ese equipo de Francia compuesto por “chusma” con la Francia de las “banlieues”, de donde habían salido la mayoría de los componentes de aquella tropa de energúmenos, digna representación de la decadencia francesa actual.
Volvamos a nuestro partido España-Francia, ganado en buena hora por los nuestros. No se me malinterprete: si me felicito de la victoria de España no es tanto por un fervor futbolístico que estoy lejos de sentir ni por un sentimiento patriótico que las idas y venidas sobre el césped de unos multimillonarios malcriados que no siempre “sienten” realmente la camiseta que portan me puedan despertar. El fútbol actual me recuerda demasiado al circo de los romanos de antaño. Pero esa es otra cuestión.
Sobre el terreno de juego hemos visto a dos grupos humanos de distinta naturaleza: el equipo de España compuesta por españoles y el equipo de Francia compuesto por una serie de individuos que me resisto a considerar franceses bajo ningún aspecto, en la mayoría de los casos. O sea: un equipo europeo, blanco, cristiano (en el sentido cultural) frente a un conglomerado africano-musulmán de color oscuro. La homogeneidad étnica frente a la diversidad multicultural y mestiza. La identidad frente al mundialismo sin raices ni patria.
El partido ha sido ganado por España, pero más allá de ese resultado, la victoria española reviste unas connotaciones trascendentes. No es un simple pase a semifinal. El marcador tiene en este caso el valor de un símbolo.
La diferencia de juego entre las dos selecciones se ha concretado en el resultado. Esta es la imagen devuelta del abismo que media enre sus distintas composiciones y el espíritu que las anima. El reflejo de dos conceptos de equipo: nación contra torre de Babel.
Una nación no es una torre de Babel, un mosaico de pueblos y culturas, un agregado de gentes sin raices en la tierra que habitan, un batiburrillo de razas que se miran de reojo y viven de espaldas unas a otras. Una colección de identidades no conforma un pueblo, ni un equipo, ni una sociedad, ni una familia.
La selección francesa es la imagen fiel del país cuyos colores defiende: la inferioridad, la derrota, el desorden… Pero sobre todo, el equipo francés representa a la perfección al sistema que ha creado las condiciones posibles y necesarias para transformar en engendro un país antaño grande y noble y que ahora ofrece ese esperpéntico espectáculo a la rechifla de los que aún conservan la dignidad de su condición de europeos y su orgullo de hombres blancos, y también al escarnio del severo juicio que la Historia emitirá algún día sobre esta penosa degradación que sufre una Europa en la que Fancia no es ni el único ni tal vez el peor ejemplo de esta indigna caída. Estamos ante la obra del sistema en su lógica ultraliberal: una banda de negros, mulatos y mestizos en la cual los blancos son minoría, un equipo de nómadas, sin raices, sin cultura, un producto de la inmigración en toda su gloria de analfabetismo, de grosería, de salvajismo a flor de piel. Mano de obra intercambiable, sin corazón, sin alma, sin patria.
Se ha dicho, en un intento de contradecir a los que niegan la pertenencia a Francia de sus jugadores africanos y de otros orígenes no europeos, que se trata de franceses de nacimiento, que han visto el día en la tierra de San Luis y de Juana de Arco, que no son, como dicen las malas lenguas, mercenarios nacionalizados por dinero. En realidad ese es un lapsus por “franceses de papel”, franceses de conveniencia, de interés, que no es lo mismo.
Habrán nacido, la mayoría de estos llamados franceses, en el territorio físico, en la geografía terrenal de un país concreto, ¿pero eso los convierte en franceses? ¿Desde cuando el accidente de un nacimiento confiere indentidad? “Nacer en un establo no te convierte en caballo”, decía el Duque de Wellington. Estos “franceses de nacimiento” serán hijos de la república masónica pero nunca serán hijos carnales de un nación llamada Francia. El ius solis, esa poderosa herramienta de destrucción de la identidad de los pueblos, no convierte a los tornillos en lechugas.
Ante la impotencia de los “bleus”, que es la de la Francia de hoy, el mayor vigor de una “roja” aún no contaminada por el virus de la “diversidad” ha impuesto un resultado no sólo merecido en el terreno estríctamente deportivo sino esperado en la óptica de la Europa en la todavía algunos creemos: una Europa de identidades históricas, de comunidades étnicas homogéneas, de civilización occidental, de raices grecorromanas, de moral cristiana, en definitiva un continente de hombres libres, un territorio inviolable, una torre inexpugnable a la barbarie y al salvajismo de una humanidad que no es la nuestra y que ya se ha introducido en nuestros muros.
En el Campeonato de Europa en Portugal, llegó a a jugar Francia con diez negros y un blanco (el portero Barthez). Yo prefiero una selección de españoles de origen, aunque no ganen un partido, antes que una selección llena de negros y de moros, aunque queden campeones. Ganar con jugadores extranjeros, y sobre todo si son de otra raza, me parece adornarse con plumas ajenas.
Bueno Francia será todo eso, pero desde luego, negros y moros o lo que sean hablan francés, me acuerdo de hace un par de años salió el alcalde de Perpiñán hablando catalán con un fuerte acentro francés, aquí sale Jodi, Jordito, Jordete, hablando español con un fuerte acento catalán. En Francia el Gran Oriente dijo hace tiempo “EN FRANCIA NI TRIBUS NI BABELES, UNA SOLA NACIÓN FRANCIA, Y UN SOLO IDIOMA, EL FRANCÉS”, lo mismito que aquí, en cuanto a la roja eso es los izquierdosos, yo veo las camisetas y no son del todo coloradas, son rojigualdas, pero aquí… Leer más »
Este supuesto articulo si que es terrorismo informativo,donde estan el ministro de interior y los pikoletos para denunciarlo,ah que estan ocupados con Bildu¡¡¡¡¡
Para perroflauta y otros racistas antiespañoles.
Durante el franquismo hubo deportistas españoles de todas las razas y eran muy queridos, como el boxeador negro Legrá, Kubala, Puskas, futbolistas que lograron escapar con vida del “paraiso socialista” y eligieron España para vivir en libertad.
Claro que entre eso y ver a la selección francesa hay un paso largo.
Las mismas ideas que hitler,chaval tienes un problema,te has quedado sin cerebro
Y eso que no eres racista, pero si un puto nazi.
¿los seleccionados españoles sienten realmente los colores nacionales?
¿por qué siempre, en todos los torneos, son los que más ganan en caso de victoria?
Para mí, son unos PESETEROS (y esto desde el Mundial de España ’82 )
http://www.abc.es/Media/201206/12/balotelli-ramos–644×362.jpg
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Felicidades por el artículo. Pero me temo muy mucho que estamos viviendo los últimos tiempos de la Selección española como una de las pocas autóctonas que van quedando.
Incluso Italia, que hasta hace poco era expresión de la dignidad de la autenticidad europea, ha incorporado a sus filas a un africano, de apellido muy italiano (Belotelli), pero insolencia antieuropea y haciendo gala del racismo europófobo más soez.
La esperanaza está en Europa del Este. Quitando Chequia, con algún “checo” postizo, las demás nos hacen albergar esperanzas del resurgir de la identidad europea.
Repito: felicidades por el mágnificl artículo.
A mí me ha encantado que Italia haya liquidado a la multiculti ¿Inglaterra?. Al menos los italianos sólo tenían en el equipo a un “no-italiano” mientras que los pross hubo algún partido en donde los únicos jugadores blancos del equipo eran Steve Gerrard y John Terry (por cierto este último encausado judicialmente por la nueva inquisición progre que se ha adueñado del football británico por, según estos nuevos “torquemadas”, el vil e imperdonable delito de llamar negro a un negro). Dos jugadores blancos y nueve de otras etnias. Esta es la nueva “England”. Surrealista. En fin…allá ellos, así les va.… Leer más »
Italia ya no es la que dices, el africano Belotelli denigra a esta en otros tiempos magnífica selección.
La madre de David Silva, uno de los mejores futbolistas de España, es filipina o china no me acuerdo, también denigra a la selección.
http://www.whoateallthepies.tv/wp-content/uploads/2011/10/David-Silva.jpg
¿Y qué?. Aquí nadie está contra que, en una selección nacional, haya uno o dos jugadores no autóctonos, al menos yo no lo estoy. No estoy en contra de que pueda haber una excepción a la regla. Tampoco nadie cuestiona los padres que pueda tener tal o cual persona. Lo realmente surrealista es que en una selección que supuestamente es la representante de una nación la excepción acabe sustituyaendo a la norma y llegue a constituirse en esta. Es decir que acabe habiendo más jugadores “no autóctonos” que “autóctonos” en el equipo. Es incluso increíble que haya selecciones en donde… Leer más »
Hola, hay muchas cosas que no entiendo en este artículo y la conversación que le sigue. Pero una de las que me llaman más la atención es eso de que parece muy importante que los jugadores sean autóctonos. Y en los clubes españoles? Por qué no se aplica la misma regla al madrid o al sevilla a cualquiera? Y, si da la casualidad de que en n país determinado hay mucha inmigración y sus jugadores tb son inmigrantes que problema hay? Están representando una realidad, no? Y, que su origen sea musulmán, africano o sudamericano es mejor o peor que… Leer más »
Una selección debe representar a la nación, y la nación es mucho más que territorio, es pueblo, y un pueblo se define y conforma en unas características culturales, históricas y de identidad. El que la madre de Silva sea china no influye mucho. Pero el caso de Belotelli es totalmente distinto, es africano nacido en Italia: un italiano postizo reflejo de la invasión que está dejando a Europa sin personalidad ni cultura original, sino como un coctel amorfo y borreguil.
HACE DECADAS LA CIUDAD DE LOS ANGELES ERA EL GLAMOUR DE ESTADOS UNIDOS , LOS MAS RICOS Y FAMOSOS VIVIAN ALLI Y TENIA UN NIVEL DE VIDA MUY SUPERIOR A OTROS ESTADOS DE ESE PAIS. CON LA LLEGADA DE LOS WETBACKS (MOJADOS) , O LOS TAMALES Y NOPALES (MEJICANOS) Y LOS ETERNOS INMIGRANTES CENTRO Y SURAMERICANOS EL ESTADO DE CALIFORNIA SE VOLVIÒ UNA VERDADERA Y COMPLETA BASURA. PANDILLAS , TIROTEOS , CRIMENES , ASESINATOS , TODO LO PEOR DE LO PEOR , LOS AMERICANOS RICOS Y MILLONARIOS TOMARON RUMBO A BOSTON Y NUEVA YORK Y DEJARON EL ESTADO A LOS… Leer más »
¡Magnifico articulo!
El final del artículo es demasiado optimista, en mi opinión.
Dentro de no muchos años, la Selección española será igualmente un conglomerado de moros y negros (y amerindios) . Quizás para entonces la izquierda cambie el discursito del “opio del pueblo” para llamarlo “fiesta de la multiculturalidad” o algo así.
Totalmente de acuerdo con el artículo. Es curioso, hace unos años se escuchaba a los progres, neocon y demás globalizadores poniendo como ejemplo de la superioridad del mestizaje con la Francia campeona del mundo de 1.998, pero los mismos, ahora intentan separar la política del fútbol y suelen excusar el comportamiento de la selección de Francia, por supuesto, sea como sea nunca lo achacan al multiculturalismo. Conclusión, si vencen es por la superioridad del multiculturalismo, si pierden por causas “abstractas de origen incierto”. El problema realmente gordo, a mi modo de ver, es la obcecación de la visión universalizadora de… Leer más »