Enfrentamiento multiétnico en las calles de Londres.

Por Manuel Montes Rodríguez.- La devastación económica que sufrimos por la avaricia y la obcecación capitalista ha inculcado en la mente de la mayoría de las gentes, a fuerza de ser repetidas por los dirigentes políticos, acólitos de la plutocracia mundialista, una salmodia de mentiras construidas para ocultar su culpa y continuar con la depredación de los derechos laborales de los europeos, cuyo destino es ver sus condiciones de trabajo y niveles de vida equiparadas con las que tienen los pueblos que laboran como esclavos, a semejanza de los súbditos chinos, encadenados por la dictadura comunista en lo político y capitalista en lo económico.

La doctrina, que se propaga a través de la mayoría de los medios de comunicación, machaca a las masas para infundir el miedo en sus almas y aplastar con argumentos espurios su resistencia.

Convencieron, años ha, a la mayoría de que la globalización y la multiculturalidad traería una nueva era de progreso y prosperidad y, cuando esa estructura intelectualmente enferma y económicamente enclenque conduce a Europa a una de sus peores decadencias, dicen que la solución es más apertura, más desregularización y más inmigración descontrolada para que fluyan más fácilmente las personas, los capitales y las mercancías, cuando lo que desean es que no haya valladar que contenga su especulación.

La facundia de los capitalistas sin fronteras no conoce límite, su procacidad desconoce la contención y sus embustes recurren a los atávicos miedos de los humildes para conseguir sus fines.

Esas mentiras para crédulos aborregados, que están instaladas en el discurso dominante como dogmas inamovibles, son las siguientes:

1.- La mentira de que la crisis es planetaria. Muchos países crecen con fuerza y no dejaron de hacerlo en los últimos años, como es el
caso de los asiáticos y los iberoamericanos. Estados Unidos lo ha hecho al 3 % en el primer trimestre de 2.012, y al 2´2 % en términos interanuales, dejando muy atrás la recesión. La tasa de crecimiento a nivel mundial nunca ha dejado de ser positiva en estos años de supuesta crisis internacional. Lo que está sucediendo en realidad es un trasvase de riqueza de los países europeos a otros que se están haciendo con determinados nichos de producción (productos manufacturados de bajo coste y pésima calidad con los que están invadiendo el mercado mundial), con la intención, en un futuro, de hacerse con otros de mayor valor añadido de una forma paulatina gracias a las remesas de capital que fluyen hacia sus países, al encarecimiento de las materias primas, a las transferencias tecnológicas y al ahorro que allí se genera.

2.- La mentira de la libre competencia. Bajo este embuste, que insiste en que se debe permitir la libre circulación de bienes y personas, se esconde una doble vara de medir que perjudica gravemente a la industria y el comercio europeos. En Europa se exigen todo tipo de controles sanitarios, estándares de calidad, trazabilidad de los productos, etc., mientras se permite la importación de bienes que no cumplen dichas normas. Esta gran maniobra es apoyada por los capitalistas de todos los países porque están consiguiendo un mayor margen de ganancia deslocalizando la producción. Aunque este fenómeno se produce en todos los países emergentes, China es el paradigma.

Veamos cómo se comporta la ya segunda potencia mundial, según su PIB, para competir deslealmente:

*Mantiene artificialmente bajo el valor del yuan con respecto a otras monedas, con ello consigue que sea muy barato comprar los productos chinos.

*Gracias a que en China continúa instaurada la dictadura comunista que fundó Mao Tse Tung, la legislación laboral es prácticamente
inexistente, lo que permite unos salarios ínfimos, unas jornadas interminables y unos servicios sociales paupérrimos, con lo que se
bajan enormemente los costes de producción.

*China incumple todas las regulaciones medioambientales que se respetan en Europa, siendo el país más contaminante del mundo y el que más gases de efecto invernadero arroja a la atmósfera.

*Mientras se aprovecha de la libertad de mercado y de la desregularización de la inmigración en Europa, China impone duras
condiciones a la inversión extranjera, mantiene altos aranceles para la entrada de productos foráneos y mantiene todo tipo de cortapisas para la entrada de extranjeros.

3.- La mentira de un mundo multipolar. Desde la caída del Imperio Soviético y el desmoronamiento del comunismo en Europa, que estuvo en el nacimiento de las teorías globalizadoras, se ha instalado el discurso que propugna la construcción de un mundo multipolar como nuevo objetivo, más justo y diversificado, que genere un equilibrio entre diversas potencias o alianzas que alivien las tensiones y eviten los conflictos. La teoría es perfecta sobre el papel y, como toda prédica en pro de un mundo mejor y de confraternización internacional, es del gusto de la opinión pública empapada de buenismo. La realidad, sin embargo, es muy diferente. El supuesto multipolarismo se ha convertido en una carrera para arrebatar la supremacía mundial a Norteamérica y a Europa. No quieren múltiples potencias, quieren una nueva potencia que lo domine todo, y hay varios candidatos a conseguirlo. La Unión Europea se encuentra en medio de esta disputa y está llevando la peor parte por su nefasta política económica y su derrotismo político.

Quien está en cabeza de la competición para erigirse en nueva potencia global es China. Para ello está maniobrando multidisciplinarmente. Helo aquí:

*China está haciendo acopio de enormes reservas de oro y divisas, al tiempo que adquiere una parte importante de la enorme e irresponsable deuda pública europea, de forma que esa dependencia de China supone una herramienta determinante para aceptar las condiciones económicas y comerciales que nos impone, y, de continuar Europa por la misma senda, en un futuro no muy lejano sus imposiciones políticas y militares.

*Está penetrando agresivamente en África e Iberoamérica con el fin de controlar, mediante acuerdos leoninos favorecidos por las acuciantes necesidades que sufren esos países, las fuentes de materias primas que son imprescindibles para la industria y para el desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación. Si se domina la formación de los precios de esas materias primas, se tiene en un puño la economía y el desarrollo tecnológico de los competidores.

*Está formando un polo de intereses con el chií Irán, otra potencia emergente, y sus aliados, para desplazar a Europa y Norteamérica de la zona y contener a los países árabes, de confesión suní, que abastecen de petróleo a sus aliados occidentales, al tiempo que se asegura un flujo seguro de crudo cuya demanda aumenta constantemente. El conflicto que se vive en Siria es una expresión de este enfrentamiento, con China y Rusia evitando una condena en Naciones Unidas e Irán vendiendo armas al régimen de Bashar al Asad, perteneciente a una ramificación sectaria del chiismo. La razón del apoyo europeo a la llamada Primavera Árabe, así como la Guerra de Libia, es el interés de mantener el suministro petrolífero y gasístico, y si lo queremos debemos acceder a las peticiones de los que son cabeza de esa alianza económico-religiosa enfrentada al Irán chií: Arabia Saudí y los Emiratos Árabes.

Europa, así, se encuentra sometida a las dictaduras económicas de China y de los países musulmanes, aprovechándose éstos de su poder de extorsión para penetrar religiosamente en las naciones europeas mediante la inmigración, la demografía explosiva y la financiación de grupos religiosos extremistas a imagen de sus propias creencias.

*La potencia asiática fomenta la inmigración masiva hacia Occidente, aprovechando su desbocada demografía, con la intención de crear grupos de presión, primero minúsculos, pero que ya van creciendo y potenciándose, que actúen como caballo de Troya. Está utilizando el mismo método que le está dando excelentes resultados en Tíbet y en Turkmenistán Oriental, que ocupó tras la revolución comunista y cuya población está siendo diluida por los chinos han que han migrado, y siguen haciéndolo, hacia esas naciones ocupadas.

4.- La mentira de que no hay solución. Hay un creciente interés entre los enemigos de Europa en sembrar un pesimismo generalizado, una sensación de que todo está empeorando sin remisión, que los responsables del declive son otros y, por tanto, no hay nada que hacer, preparando la moral de derrota que paralice la capacidad de respuesta, dándonos por vencidos antes de comenzar el combate. Nos cuentan que no hay solución al declive económico porque, para hallarla, primero deben explicar cuáles son las causas y eso no les interesa. Deberían explicar que el endeudamiento, la globalización, la entrada de productos con débiles aranceles, la competencia desleal y la inmigración masiva son las causas, y si se suprimiesen esas rémoras su negocio se terminaría.

Deberían explicar que el liberalismo económico, ahora asociado con el comunismo político de China, es el ladrón de los servicios sociales, de los derechos laborales, de la riqueza colectiva y de la identidad cultural de las naciones. Eso sería aceptar que sólo una política social y nacional, con una banca pública que dirija el crédito hacia la economía productiva y no especulativa, política monetaria propia, los sectores estratégicos nacionalizados y una defensa a ultranza de la producción nacional con protección en frontera, así como la supresión total de la inmigración, son la solución. Nunca lo harán si no son forzados a hacerlo.

5.- La mentira de que el proteccionismo es perjudicial. Propalar el infundio de que el proteccionismo económico es perjudicial para los intereses de las naciones es una necesidad, convertida en dogma, para los enemigos que asechan para sustraer la prosperidad europea y encerrarla en sus cuentas corrientes. Con todo tipo de subterfugios, siendo el más querido para ellos, porque es el que mejor resultado les ha reportado, el de erigirse como defensores de la prosperidad de los países tercermundistas y paladines de la libre circulación de personas en igualdad de condiciones, como altruistas que sólo buscan el bien común, han logrado que una mayoría acepte su mentira como una regla, cuasi matemática, irremplazable. No quieren políticas nacionales, ni económicas ni sociales, porque eso rompería su amañado mercado que no conduce a una prosperidad de los países deprimidos, sino en la
depauperación de los avanzados para beneficio del capitalismo sin fronteras. Pretenden el reparto de la pobreza y de la inseguridad
laboral, no la propagación del bienestar.

Europa se halla atenazada por una triple amenaza que la hace periclitar. Por un lado está la globalización económica, con el resultado de la invasión inmigratoria y la penetración económica de las potencias emergentes, estando a la cabeza China, ante la que se plegó primero para atraer los capitales del país asiático para financiar su deuda, y ahora porque posee tal cantidad de deuda de países europeos que los tiene en sus manos, obligando a que sus productos entren libremente a bajo precio. La segunda amenaza de Europa es la dependencia energética, con una necesidad acuciante de petróleo y gas, que suministran preferentemente los países musulmanes del Norte de África y de la Península Arábiga, con Arabia Saudí y los Emiratos Árabes a la cabeza. Estos países son los que están empeñados en una propagación internacional del islam suní en su versión más rigorista, que es la que impera en sus sociedades. La tercera, y más peligrosa, es la pérdida de identidad, con el consiguiente abandono de los usos y costumbres propios y el entreguismo de reconocer en igualdad de condiciones a culturas foráneas que jamás han estado, ni están, a la altura de la europea. Falta una conciencia de liderazgo mundial, algo que no había sucedido en miles de años, desencadenando un derrotismo que está propiciando la invasión de los bárbaros del sur que, para mayor escarnio, muchos reconocen como la llegada de una
nueva sangre que regenerará a Europa, cuando lo cierto es que la convertirá en una sociedad esclava.

Que esas amenazas sean crecientes de debe a la debilidad europea, que se explica porque está sometida a la tiranía de los mercados
financieros, de las empresas trasnacionales y de la plutocracia propia, ninguno de los cuales se reconocen como nacionales o patriotas, sino internacionales. Su dios es el beneficio. Su ideal una sociedad mundial homogénea y sin identidad fruto de una insípida mezcla, de ahí su empeño en propagar una multiculturalidad castrante.

Todos iguales. Todas las mentes programadas para la producción y el consumo. Todos sin capacidad de reconocerse únicos e individualmente libres, porque entonces nos asociaríamos con nuestros semejantes y formaríamos nación.

Si Europa no logra vencer esta triple amenaza, si no consigue sobreponerse y luchar contra sus enemigos, muchos de los cuales están dentro de sí, se convertirá en un apéndice minúsculo e insignificante de un todo dominado por entes financieros y políticos impersonales.

Aún estamos a tiempo, pero se está acabando rápidamente. La decisión debe emanar de nuestras mentes. Nuestra voluntad y nuestras manos habrán de ejecutar las difíciles medidas que habrán de tomarse para que Europa sea de nuevo el faro del mundo.