Jorge Cabeza, corriendo tras un marroquí por las calles de Nador.

La diplomacia es la encargada de solventar las diferencias entre dos países y si ésta desaparece, surge el conflicto. Y quizás en la actitud de algunos de nuestros diplomáticos en Marruecos encontremos una de las causas de que este país haya dejado de respetarnos. Las que publicamos hoy son imágenes en exclusiva del insólito cónsul de España en Nador, Jorge Cabeza, anterior consejero en la embajada de Rabat hasta 2004.

Situada a 12 kilómetros de Melilla, Nador es la provincia de la que proceden dos de cada tres inmigrantes marroquíes residentes en España. Se trata de una zona que vive sobre todo del narcotráfico de hachís con España y del contrabando con Melilla.

Cada día, cientos de nadorenses se arraciman ante las puertas del Consulado español en busca de un visado. Los trapicheos para su obtención rebasan a veces los confines de la picaresca española del siglo de oro. De todo ello les daremos cuenta en sucesivas entregas. Es al observar la actitud de nuestros funcionarios consulares en ciudades como Nador donde se percibe con nitidez cuál será el horizonte demográfico que los políticos de la democracia española nos tienen reservados a la vuelta de unas cuantas esquinas generacionales.

Algunas fuentes denuncian la existencia de una red de “chivatos” que se encargan de trasladar a las autoridades consulares españolas algunos de los acontecimientos de bajo calibre que suceden en Nador, relacionados casi siempre con reuniones de grupos islamistas. Como suele ocurrir cuando hablamos de las gestiones de nuestros torpes diplomáticos, los resultados suelen ser hasta cómicos. 

Imagen de la marroquí tendida en las puertas del Consulado de España en Nador.

Eso ocurrió cuando alguien informó a nuestro cónsul en Nador de la presencia en las puertas de la legación diplomática de una joven marroquí que se hallaba tendida a las puertas mismas del Consulado, en aparente mal estado físico. Como tantos, acudió a la oficina consular para gestionar la obtención de un visado al objeto de viaar a España. 

Los marroquíes que se hallaban en las inmediaciones del Consulado comenzaron a reclamar que se dispensara atención a la supuesta enferma. Uno de ellos tomó algunas imágenes de la joven con una cámara fotográfica. Al ser informado de este hecho, la reacción de Jorge Cabezas merecería haber sido plasmada para el cine por el mismísimo Berlanga.

Sin pensárselo dos veces, la máxima autoridad diplomática de España en la ciudad rifeña  abandonó el recinto consular y corrió tras el fotógrafo por las calles de Nador, en una disparatada y patética carrera que fue seguida por decenas de incrédulos testigos. En la foto que reproducimos se ve al cónsul en la calle Hassan II, en evidente estado de tensión a tenor de su gesto. Por qué no reclamó ayuda a la Policía marroquí o qué imágenes de las tomadas por el fotógrafo merecían esta alocada y chusca persecución es algo que desconocemos.

El fotógrafo perseguido interpuso más tarde una denuncia ante la Policía marroquí contra el titular de la legación diplomática española. Algunas fuentes dudan de que la denuncia prospere dadas las buenas relaciones existentes entre el Consulado de España y los poderes fácticos de la provincia. Pero ésa ya será harina de nuestro siguiente capítulo.