Cristianos pakistaníes asesinados.

LTY.- Recientemente, en uno de esos países donde reina una religión de amor, tolerancia y paz, algunos hombres fueron condenados en nombre de la sharia. Eso que llaman leyes divinas, que consisten en regir al milímetro la vida de creyentes y no creyentes, ya que nadie puede elegir.

No hace mucho, esos hombres fueron atados con sus manos a las espaldas, como ovejas, y puestos uno al lado del otro. Esos hombres habían roto las leyes del islam, religión que, como todo el mundo sabe, es de una gran generosidad y con un elevado sentido del perdón. Seguramente en nombre de ese perdón que tan generosamente aplican les degollaron, primero a uno, luego al otro.

Los verdugos siguieron matando hasta que no quedó nadie con vida. Pero este horror no ha movido a las almas buenas de Europa, que habitualmente nos dan lecciones de tolerancia, ni a provocado que nuestros artistas se movilicen.

No ha habido humanistas protestando. Probablemente, estaban demasiado ocupados mirando a otro lado. O diciendo que también en Estados Unidos existe la pena de muerte, para justificar su silencio. Aunque obvian el hecho de que allí no se mata a nadie por delitos presuntamente religiosos, por cierto.

Ninguna Laurence Ferrari, que no duda en llevar el velo cuando debe satisfacer a esos enfermos de dios, nadie, ha denunciado los asesinatos en masa en nombre de la sharia, en nombre de una religión que se vende a sí misma como de amor, de paz, de tolerancia.

¿Dónde estaban las asociaciones de los MRAP, LDH, la LICRA, lo que sea? (Nota personal. Estas asociaciones son oenegeros frustrados, acomplejados y llenos de odio hacia Europa y los europeos, igual que sus equivalentes españoles). El hecho de que vean odio en todo lo que piensan, dicen y hacen los europeos hace pensar en aquello de “de lo que rebosa el corazón habla la boca”. Quien sólo habla de odio, sólo ve odio, sólo encuentra odio, es porque sólo tiene eso en su corazón. Pero eso sí, sólo hacia los europeos. Esa manera de tratar a unos y a otros es lo que hace preguntarse al autor de este artículo que dónde están esas asociaciones cuando las atrocidades las cometen aquellos a quienes defienden con tanto odio). ¿Dónde están esas almas buenas mientras que se cortan las cabezas aquí y se cuelgan en esos países de “tolerancia”?

¿Dónde están los tolerantes hacia la Sharia como Christine Lagarde, que introdujo este veneno en las finanzas y que difundirá en toda la sociedad? ¿dónde están nuestros políticos y juristas de Francia que diferencian el islam del islamismo negando de facto que las raíces del odio son exactamente los mismos?

¿Dónde están los defensores de las libertades, los humanistas, los defensores de “derechos humanos”, los Médicos sin Fronteras, Médicos del Mundo, o Bernard Kouchner, Bernard Henri Levy, todas estas autodenominadas “buenas personas” para denunciar la injusticia en Francia, por supuesto país racista y xenófobo?

¿Dónde están esos buenistas que denuncian el trato dado a la inmigración?. Vosotros, izquierdistas, bien pensantes, buenistas, de corazón mezquino y egoísta hacia vuestro país, traidores de la libertad de pensamiento, retorcidos en palabras y hechos, defensores del pensamiento único, esquizofrénicos del humanismo ¿dónde estábais?

Hombres y mujeres son flagelados, son decapitados, ante la mirada de una muchedumbre feliz. Hombres y mujeres son colgados de grúas. Hombres y mujeres son lapidados. Y ¿vosotros qué hacéis? ¿Me tratáis de islamófobo? ¿De fascista, de racista? ¡Estáis gravemente enfermos, señoras y señores de la censura!. ¡Sois una vergüenza en este país que da tanto a los de fuera!. ¡Vuestros ideales de odio de geometría variable me da asco! ¡Tenéis vuestro cerebro atrofiado, habéis apagado vuestra humanidad!

Vuestras almas y vuestros estómagos están tan bien alimentados que vuestras alertas hieden, vuestras palabras huelen mal! ¡Habéis perdido el sentido común, el norte! ¡Estáis tan obsesionados con vuestras convicciones, que ni siquiera sois capaces de ver que en el resto del mundo, los que vosotros defendéis, asesinan en nombre de Dios, en nombre de un falso profeta.