La producción bibliográfica de Blas Piñar, en exclusiva para los lectores de AD: “Escrito para la Historia” (Introducción)
Blas Piñar (del libro “Escrito para la Historia”).- Dice el Eclesiastés que “componer libros es cosa sin fin”. La experiencia me dice que esta frase es acertada. Comencé a escribir este libro el 4 de junio de 1995 y creo que no lo terminaría nunca si recogiese en el mismo todo aquello de que fui testigo desde posiciones distintas y filas más o menos próximas a los acontecimientos. Pero si un libro ha de ver la luz es necesario concluirlo, y yo lo concluyo en este año 2000, en que se cumple el veinticinco aniversario de la muerte de Francisco Franco.
Confieso que mi propósito de poner por escrito cuanto he de referir, y los consejos -hasta cierto punto exigencias- de muchos amigos y camaradas de lucha, han tenido, de contrario, argumentos poderosos que me han hecho vacilar en la decisión. Por una parte, actualizar y revivir el pasado produce una sensación de tristeza y melancolía que no fortalece el ánimo originariamente dispuesto a la tarea. Por otra parte, esta misma tarea requiere no sólo tiempo cronológico, que a veces falta porque lo ocupan otros menesteres ineludibles, sino tiempo psicológico, es decir, tranquilidad de espíritu y paz interior profunda, que los acontecimientos de esta hora tan dramática de nuestro pueblo alteran y desequilibran.
Entre callar y escribir, adopté esta última alternativa , porque, en conciencia, lo primero equivaldría, desde el punto de vista histórico y político, a cometer un pecado de omisión, mientras que lo segundo constituye un deber, tanto para dar testimonio de hechos desconocidos como de acontecimientos desfigurados por la incuria o la manipulación. Cierto, que los capítulos que siguen no pueden ofrecer una visión exhaustiva de tales hechos y acontecimientos, porque no tengo el don de la ubicuidad, y porque siempre hay zonas oscuras cuya iluminación no es posible. En cualquier caso, las aportaciones que yo pueda realizar creo que han de servir para ampliar, rectificar o completar otras versiones, que de no ser por este libro podrían considerarse como ciertas y definitivas. La verdad -escribía San Bonifacio- puede ocultarse, pero no ser vendida y engañada.
Ha venido en mi ayuda, al comienzo de esta labor, darme cuenta de que si no he confiado al papel sino a la memoria muchas de las vivencias y experiencias base de este libro, tengo ante mí, para compensarlo, los más de mil doscientos números de la revista Fuerza Nueva, los discursos, conferencias, artículos y entrevistas que recogen la actividad de nuestro Movimiento político, desde su fundación en 1966, y el archivo en que he guardado -sin que pueda presumir que en su totalidad- los recortes de prensa en la que se nos ha contemplado, definido y calificado de un modo heterogéneo, aunque mayoritariamente despectivo o injurioso.
Un problema que me inquietó fue el del método. ¿Cuál sería el mejor? Exponer año por año lo sucedido tiene la ventaja de seguir el flujo de los hechos y acontecimientos, que tienen fechas y lugares, con los que se configura, aunque no siempre del todo, lo que en su día ocurrió o publicó. De otro lado, hacer de cada capítulo una pequeña monografía de lo que traspasa el lugar y la fecha, por lo que tiene de transcendente y decisivo, o por su reiteración conmemorativa, puede suponer más trabajo de búsqueda, pero facilita la reflexión del que escribe y el relato puede resultar más atractivo para los lectores. He empleado los dos métodos, aunque interpolando en cada uno de ellos lo que he estimado procedente del otro, a fin de que el lector no pierda el hilo de continuidad de los temas de que me ocupo.
El libro no es una autobiografía, pero tiene mucho de autobiografía, porque el acontecer histórico que se vive influye, por una parte, pasivamente en el sujeto, y porque, por otra, el sujeto, de modo activo, algún papel -más o menos importante- tiene en ese acontecer. Así lo entiendo en mi caso.
De aquí que estimé oportuno, para que el lector pueda orientarse, decir algo personal sobre el que esto escribe, pues no he sido sólo espectador, sino protagonista en ocasiones de muchos de los hechos que relato.
Quiero decir que mi comportamiento en la vida pública y en el quehacer político respondieron siempre -o lo intenté, al menos- al propósito de servir un ideal. Este ideal fue y sigue siendo para mí el que de algún modo palpita en aquella estrofa inolvidable del himno de la Juventud masculina de Acción Católica: “Llevar almas de joven a Cristo -inyectar en los pechos la Fe- ser apóstol o mártir acaso- mis banderas me enseñan a ser”. Y llegó el momento, no sólo del apostolado heroico en las trincheras, con los Centros de Vanguardia, sino del martirio en la zona roja. En la peregrinación nacional de la Juventud de Acción Católica, que tuvo lugar después del fin victorioso de la Cruzada, prometí, y prometimos, hacer fecunda la sangre que habían derramado nuestros mártires. Y yo no quise olvidar mi promesa.
En ese ideal se insertaba lo que en otros himnos se decía como una arenga para el combate o como una profecía ilusionada: “Lucharemos todos juntos -todos juntos en unión”, se cantaba en el Oramendi. “Volverán banderas victoriosas – al paso alegre de la paz”, se cantaba en el Cara al Sol. Para mí, la frase “del fondo del pasado nace mi revolución” pone de relieve que la Revolución que predicaba José Antonio tenía sus raíces más profundas en la Tradición española, y ésta, para no quedarse paralizada en la contemplación narcisista del pasado, tenía que perpetuarse y completarse de un modo perfectivo en el tiempo presente. El Movimiento Nacional no lo entendí nunca como una solución de emergencia para conseguir la Victoria en el enfrentamiento de la Guerra, sino como el entendimiento y la fusión fraternal -con unidad sin uniformidad- de quienes habían apostado -doctrina y milicia- a todo lo que significaba el 18 de Julio de 1936.
Ya sé que hay tres tipos de talantes: el talante heroico de los que combaten por un ideal; el talante egoísta de los que luchan tan sólo por el interés y el talante tibio de los que por nada combaten o luchan. El tiempo y la adversidad sirven de criba discriminatoria para saber, como dice San Juan Evangelista, quiénes estaban con nosotros (los del talante heroico) pero no eran de los nuestros (los del talante egoísta o tibio).
¡Cómo no recordar la frase de Santa Teresa que habla de aquellos que son nuestros amigos en lo público y te venden en lo secreto!
Lector, el libro que tienes en las manos, da cuenta detallada, fundamentalmente, de hechos y acontecimientos que comienzan poco antes del año 1957, es decir, cuando estimé que no era lícito continuar bajo la lámpara de mi propia celda y que se hacía necesario comparecer no sólo en las actividades de la Acción Católica sino en la vida política para defender, con todos los riesgos, el ideal -Religión y Patria- a que antes hice referencia.
Me decía mi padre (q.e.p.d.) que “al que se mete a redentor le crucifican”. No puedo afirmar que yo quise ser un redentor, ni tampoco que me crucificaron. Pero sí confieso que en mi dedicación afanosa a impedir la descristianización de España y la desnacionalización de los españoles, tuve que sufrir y soportar ataques y ofensas que han traído a mi memoria tanto aquello que escribió San Marcos (15,28): “fui contado entre los malhechores”, como los versículos del Salmo 62: “afilan sus lenguas como espadas – y disparan como flechas palabras envenenadas”.
Tres escritos, de los que fui autor: Hipócritas, Carta al embajador chino y Señor Presidente, provocaron reacciones inmediatas por parte del Gobierno: el primero, mi cese como director del Instituto de Cultura Hispánica; y el segundo y tercero, la presentación, a instancia del Ejecutivo, de querellas contra mí ante la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo.
Tres actos públicos: el del Palau de la Música, de Barcelona, el del homenaje póstumo a Carrero Blanco, y el del Cine Madrid, con ocasión del día de la Victoria (después de la transición), dieron también motivo a reacciones gubernativas y a campañas hostiles de los medios de comunicación, que supe y supimos sufrir con entereza.
De los tres escritos y de los tres actos me ocupo en las páginas que siguen. En todas ellas he procurado -y me alegraría haberlo conseguido- ser fiel a la exigencia de San Pablo (Ef. 4,15): “Veritatem auten pacientes in caritate”, a fin de que la Verdad no lesione la Caridad, ni la Caridad lesione la Verdad.
Esta larga y pequeña historia, que fotografía, radiografía y ecografía una etapa decisiva de nuestro pueblo, no era posible, por su extensión, ofrecerla en un solo volumen. En éste -en el que se incluye la fundación de Fuerza Nueva-, se alcanza hasta que se consuma la transición política, es decir, hasta que se promulga la Constitución del 6 de diciembre de 1978. En el próximo volumen, ya a punto de terminarse, y en el que fue intensísima la actitud de Fuerza Nueva, ya como partido político, se contempla, examina y expone el proceso, desde esa fecha hasta el 25 aniversario de la muerte del Caudillo, es decir, hasta el 20 de noviembre del año 2000.
Señor Piñar,nunca olvidaré sus preciosas lecciones impartidas en aquel olvidado pueblo de Murcia;créame si le digo que seguimos quedando patriotas que estamos esperando a que algún gran hombre(o mujer) aúne el pensamiento nacional-sindicalista y podamos dejar atrás el montón de partiditos”identitarios” que nunca van a llegar nada.Afiliado al FN francés mientras tanto.
Nuestra gartitud a AD por la difusión del pensamiento de D. Blas Piñar.
Gracias por romper el silencio a que la presna liberal nos tiene sometidos.
FN ANDALUCÍA
No confundir el liberalismo con nadie, ni izquierdas ni derechas.
Ruego.
D. Blas es usted un referente para toda la gente de bien y que ama a España. Le deseo larga vida para que pueda seguir deleitandonos con su escritura y buen hacer. Estamos con usted y con AD por hacer que nos lleguen estos magnificos relatos. Muchas Gracias a ambos.
Muchas gracias AD por este magnifico trabajo.
Quien volviera a verle soltando discursos como este:
http://www.youtube.com/watch?v=xImUIiz-0YY
Como siempre, don Blas, gracias por su lealtad a España.
Todo un regalo de excelente escritura. Gracias a Alerta Digital por obsequiarnos una vez más con los relatos de este gran señor y gran patriota como es D. Blas Piñar.
Aquest home cada dia que passa es supera ell mateix.
Gràcias AD, per facilitar-nos els seus escrits.