La muerte de Gadafi y el silencio de los progresistas
Decidme: ¿Dónde están las glándulas profesionalmente lacrimógenas de los defensores de los derechos humanos, las cejijuntas demandas de los editorialistas progres, ahora, cuando una turba salvaje, sin apego alguno a la dignidad humana ni a las resoluciones internacionales que tanto se defienden en otros casos, acaba de linchar, sodomizar y asesinar a quien hasta hace sólo unos meses recibía en su jaima de Trípoli los parabienes y elogios de la dirigencia española y europea?
¿Dónde están las mañas y ligerezas de los abajofirmantes, la protesta internacional de actorcetes millonarios, de escritores humanistas, de pacifistas engolados, de buenistas redomados? ¿Dónde se metieron?
¿Qué fue de tanta indignación como exhiben otras veces? ¿No llegaron tarde las maternales palabras hacia el pueblo libio de Trinidad Jiménez? ¿Quién intentó que se firmase un manifiesto repudiando a la OTAN invasora, como durante el cerco a Sadam Hussein? ¿De qué turbia madre nacieron esos progres españoles que toleran la barbarie si la barbarie no pueden utilizarla contra sus rivales políticos? ¿De qué turbio padre nacieron esos derechistas liberales españoles que toleran la barbarie por el miedo insensato a ser tachados de fascistas por la izquierda radical española?
Son preguntas de fácil respuesta. Mal deben andar las cosas en los abrevaderos ideológicos de la izquierda para que se deje de echar mano de sus recuerdos de juventud, divino tesoro, y olvidar las alegres jornadas en que Muamar el Gadafi era una referencia para millones de progres de todo el mundo, pero no precisamente por las virtudes políticas del joven agitador, sino por poner su desequilibrio emocional al servicio de las cosas que tanto han molado siempre a la izquierda occidental: poner una bomba en un autobús llenito de escolares israelíes, derribar un avión de la Pan Am llenito de civiles norteamericanos; apoyar a los grupos terroristas europeos, incluida nuestra ETA, llenitos de sangrientas intenciones.
De escuchar hoy a los líderes europeos, todo cuanto realizó Gadafi ha sido equivovado, dictatorial y malo. Eso sin embargo no les impidió compartir con el ‘rais’ libio, desde ventajosos negocios petrolíferos a billonarias operaciones de compra-venta de armas. Esta lucrativa experiencia proporcionó a Gadafi durante años la respetabilidad que hoy sin embargo se le niega, lo que nos lleva a la infeliz conclusión de que el nuevo orden que ha sido diseñado para los árabes parte de unas premisas más falsas que el alma de Judas.
Ninguna simpatía siento hacia los árabes ni hacia la religión sobre la que se sustenta su forma de pensar y su estilo de vida. Quien conozca un poco la historia de estos pueblos, tan rica en acontecimientos trágicos y luctuosos, tendría que conocer la imposibilidad metafísica de que puedan gobernarse por fórmulas más o menos regladas de convivencia civilizada. Esa turba enloquecida en torno a la masa sanguinolenta en que quedó reducido el cuerpo de Gadafi, esos padres de la mano de sus hijos desfilando ante el cadáver putrefacto del ex dictador, esa pulsión natural de los árabes al salvajismo, esa súbita transformación que les lleva de pasar de adorar fanáticamente a un líder a querer arrancarle su piel a jirones, debería servirnos cuando menos para conocer el verdadero rostro de estos países y lo que cabe esperar de ellos. Lo digo porque hay muchos incautos, muchos aliancistas, que creen que estos pueblos nos van a dar inmediatamente jarritas de miel y se van a abrir a la convivencia democrática como si fueran un cantón suizo o un lánder centroeuropeo.
Los profesionales de la demofilia española, que tan poco fino suelen hilar en política exterior, no se han molestado en analizar esa circunstancia ante el papanatismo de la izquierda española, conmovida ante el tuétano con lo de la alianza de las civilizaciones y otras mentiras de curso oficial.
Para los musulmanes, la democracia consiste en que la víctima elija, entre la lapidación o la horca, su forma de morir menos mala. Acaso eso haga inevitable el empleo de métodos como los de Gadafi para mantenerlos a raya. Es más prudente enjaular a un tigre que darle la libertad en medio de una gran urbe. Salvo que el domador sea un político europeo que se obstine en querer convencernos de la docilidad gatuna del tigre. Frente a esa terquedad, sólo cabría meterlo a él también en la misma jaula antes de que el salvaje felino nos acabe devorando a todos.
Habría que defirnir, en principio, a qué denominamos profresismo. Porque si se trata de un mundo más igualitario, más social, más respetuoso de los derechos individuales creo que los “progresistas” se han volcado a su propia antinomia y hoy han resultado ser más salvajes e intolerantes que los regímenes dictatoriales. Gadafi es sólo un ejemplo de la mustia “primavera árabe” que ya desarrollada en su`proceso nos deja llegar a Egipto más intolerante que nunca con la minoría cristiana copta, más bajo el taco de la sharia y con Hermandad Musulmana, como si no fueran terroristas, reclamando escaños para sí. Esto… Leer más »
Efectivamente Armando ; todo ser vivo tiene al menos el inalienable derecho de morir con decencia… Pero no debemos engañarnos los que despellejaron ferozmente a Gadafi no son mejor que él, ni tampoco otros millones de fieles seguidores de una doctrina ademas de inmunda propia de seres con más excremento en las tripas que en el culo. Pensar que Dios está para ordenar eliminar a los ateos, es la mayor majería que ser vivo por los cosmos de los cosmos pueda imaginar. DIOS es DIOSS amo y señor de todos los universos y no un fanático más como pretenden hacernos… Leer más »
Fuimos bajo el “paraguas” de la onu.
Con esa simple frase en El Pais los han convencido a todos.
Porque son como niños, los pobres.
No hay disidentes entre los progres.
Los progres no son mas que un atajo de sinverguenzas a los que hay que excluir de todo debate público. Baste recordar que esa táctica, perfectamente expuesta por Gramsci para excluir de la vida pública a las fuerzas conservadoras, es la que emplean ellos, y practicamente ya lo han conseguido, así que no hay que andarse con miramientos ante esa caterva de juntaletras adalides del auto-odio
Los socialistas y el resto de pogres son unos traidores de mucho cuidado. Ahora están vendidos al integrismo islámico y, por tanto, son capaces de sacrificar a los suyos (porque Gadafi había sido icono de los socialistas y la progresía durante muchos años).
Armando Robles puntualiza la animaversion y asco que esta barbarie arabe-islamica levanta en cualquier ser de normal catadura.No es necesario ni siquiera que una persona sea excesivamente sensible para ver con repulsion como cada “aventura” que emprenden estos pueblos se desarrolla en el mas repugnante salvajismo.Ya sea en nombre de su Allah,o en nombre de “su liberacion”,el caso es que todo temina con un insufrible alarde de crueldad.Nunca se aprecia un intento que hable de justos juicios o de intentos de concordias .Esto , ni siquiera cuando hay un mundo entero expectante de ver como “la primavera arabe” va a… Leer más »
Los progres perroflautas sólo ladrán cuando su amo les da un hueso. Como fue Zapatero y sus secuaces los que colaboraron en la muerte de gadafi, aqui todos los paniaguados calladitos.