‘Stop manta’
Esta mañana he ido a vender al Rastro de Fuengirola, que por cierto resulta interesante y recomendable. Hay de todo y se consiguen buenos precios. Ha sido una experiencia dura pero que deseo repetir porque he conocido más de cerca un ambiente completamente diferente al mío, en el que me desenvuelvo cada día. De hecho me planteaba si debía o no acudir a este mercadillo de objetos usados. Me preocupaba que fuese criticada por ello.
No obstante, tardé poco en considerar el pleno derecho que me asiste para acceder a las mismas oportunidades que los demás. Si montamos ese Rastro es para utilizarlo y poder desprendernos de aquellos objetos que ya son inservibles. Estoy haciendo una reforma decorativa en casa y deseaba cambiar algunas cosas. El Rastro era una estupenda salida. Por lo anterior, decidí montar un puesto con una compañera de trabajo. Y debo decir que nos ha ido bien.
Pero siendo ésta la primera razón que me motivó, no era ya la única ni la más importante. Como alcaldesa quería dar testimonio de mi apoyo a la venta legal, ambulante en este caso. Se me ofrecía una oportunidad para arrimar el hombro con mi propio testimonio y participación en una actividad legal y reglada en la que el Ayuntamiento ordena los espacios, los cobra y los inspecciona para intentar el funcionamiento correcto.
Ahora que desde el equipo de gobierno hemos puesto en marcha una campaña para combatir el Top Manta, como expresión cotidiana de venta ilegal, mi aportación me parecía del todo conveniente. Urge eliminar las hipocresías que una vez más impregnan a la sociedad contaminándola de “buenismo” dañino y destructivo. La venta ilegal en la calle, bien valorada por los ciudadanos, provoca una cadena de estropicios de enormes consecuencias.
Para empezar, la mayoría de los protagonistas son personas que carecen de los permisos pertinentes para residir en nuestro país. Incrementan la economía sumergida que es un fraude en sí misma. No cotizan en ninguna dirección, ni contratan, ni generan puestos de trabajo, ni contribuyen a crear riqueza, ni aportan un euro para la construcción de colegios u hospitales, ni ingresan las ganancias en bancos españoles, ni vienen en pateras huyendo del hambre o la marginación.
Por el contrario. Viajan a España en avión, ejercen su rentable actividad, envían el dinero a su país de origen y son conducidos por mafias en las que se integran para acceder a la mercancía con comodidad. Se enfrentan a la Policía Local y su comportamiento se ha vuelto agresivo después de comprobar que tal actitud no les acarrea la mínima represalia por parte de la Ley, que también en esta ocasión se evidencia inútil y permisiva.
Mientras estas circunstancias acontecen, los comerciantes españoles no llegan a final de mes, no pueden pagar sus alquileres o hipotecas, no ganan para el abono de las nóminas, ven aumentados los impuestos un día y otro, se enfrentan a una competencia ilegal y desleal con la que no tienen ninguna posibilidad de salir triunfantes. La derrota en esta lucha desigual está completamente garantizada.
Por otro lado, los ciudadanos sin pensar en la dura realidad, ni en la pérdida de puestos de trabajo que el cierre de los comercios ocasiona, ni en los pequeños empresarios que se quedan arruinados en la cuneta, ni en las dificultades que el respeto a las normas supone en tiempos de crisis, se alinean con el vendedor ambulante ilegal, le compran y lo afianzan.
Nuestra campaña denominada STOP MANTA es justa, necesaria y obligatoria. No queremos ser cómplices, por apatía, de la pérdida de empleo, de la inmigración ilegal, de la desesperación del comerciante honrado y abandonado. Nuestra campaña pretende concienciar denunciando la actividad ilegal perniciosa, que se infiltra sin parar.
Mi presencia en el Rastro es para aprovechar las ventas de segunda mano, pero es más para demostrar con mi tenderete que la venta ambulante legal es posible, deseable y mejor.
*Alcaldesa de Fuengirola y portavoz del PP en el Parlamento de Andalucía.