El robo del Códice Calixtino, ¿obra de musulmanes?
Manuel Moleiro es especialista en réplicas de códices. Ha visitado por trabajo las principales instituciones mundiales que guardan libros antiguos (decenas de bibliotecas nacionales, fundaciones y museos de prestigio como el British o el Metropolitan de Nueva York) y cree que en ellas no se habría podido perder un códice de la importancia del Calixtino, cuya desaparición el pasado martes en la catedral de Santiago de Compostela investiga la Brigada de Patrimonio Histórico de la Policía Nacional.
“Los protocolos de seguridad que siguen en otros países harían imposible que ocurriera algo asi”, ha dicho Moleiro. “Lo normal, con una obra de este tipo, es que no se enseñe a los amiguetes, ni se preste para su consulta sin seguridad”, agrega.
En distintas fuentes se apunta ya a la autoría del robo por parte de grupos islamistas interesados en hacer desaparecer uno de los símbolos emblemáticos de la vigencia del Cristianismo en la península ibérica.
Sobre el asunto, escribe Juan Fernández Krohn en Periodista Digital: “¿Amamos a España porque no nos gusta, por expresarlo de una forma que muchos repiten o repitieron un poco como papagayos durante décadas sin saber bien lo que decían con ella o sin comprenderla completamente? Como sea, está claro que el que algo nos duela o nos haga daño es señal infalible -en un sentido u otro- de que no nos deja indiferentes.
Y está claro que a mí como a muchos nos duele ahora y hace daño (¡y cómo!) el robo de esa joya del arte (de la miniatura) medieval de la que tantísimos entre lo que me incluyo (lo confieso) no habíamos oído hablar, que acaba de desaparecer de la catedral de Santiago. Por su valor artístico y documental, mas que cierto -que no ha dejado de ser puesto de manifiesto por voces autorizadas tras la desaparición-, pero más aún por su valor histórico y por por su importancia tan crucial en el plano de la memoria histórica (religiosa) lo que parece estar siendo subrayado mucho menos.
Y es sin duda por el valor de testimonio precioso que la obra encierra, como un especie de eslabón (ahora perdido) entre las tres puntas del triángulo de poder (religioso) que presidió la Cristiandad occidental del medioevo y me estoy refiriendo al papa de Roma, a la orden (y al monasterio, francés) de Cluny) y al obispo (arzobispo que me diga) de Santiago de Compostela. Por lo que se puede decir que el robo de ahora viene a poner inusitadamente de relieve algo que rodea de espeso tabúes la memoria colectiva de los españoles, y lo es el innegable sello francés -imperial, carolingio a la vez- de la Reconquista.
¿”Cruzada occidental” la Reconquista, que redimió en cierto modo con su triunfo final el fracaso colectivo de la primera cruzada/oriental y de todas las que se siguieron? Una tesis polémica en un asunto aún más melindroso y delicado sin duda que no sólo choca de frente contra los baremos de lo históricamente correcto sino también con una determinada sensibilidad histórica particularmente despierta en relación con el capítulo de las Cruzadas, que es la propio (y distintiva a ojos de católicos y occidentales) del cristianismo de Oriente y del los países -de cultura griega o greco/eslava- englobados en el mundo de la Ortodoxia.
Cisma de Oriente, griegos y latinos. ¡Aparte de mí ese cáliz! Porque es indudable que la cuestión sigue tan candente hoy (casi) como hace mil años y de nada sirveel taparse los ojos o el meter la cabeza debajo del ala. En un encuentro de lo mas amistosos y cordial con un viejo amigo que no había vuelto ver hacia unos treinta y cinco años, Nicolai, de padre ruso madre española y confesión ortodoxa acabó saliendo a relucir -¿como pudo ser si no?- el tema de las cruzadas y de lo que lo ortodoxos siguen evocando siglo tras siglo como la destrucción de Bizancio (sic) a manos de los cruzados, y en paticular de los francos (como si en vez de siglos hubieran pasado horas o minutos apenas)
Como sea, es indudable que dos jalones que marcaron tan hondo la historia universal en las estertores de la época medieval y en los inicios de la Edad moderna, a saber la toma de Granada y la caída de Constantinopla que precedería aquella de cuarenta años apenas permanecen indisociablemente asociados en la memoria colectiva de los países occidentales sobre todo en los países de tradición católica y por ende entre franceses como entre españoles.
Y el robo del códice calixtino viene sin duda a evocar con fuerza ahora la importancia crucial que tuvo en la España de la Reconquista el camino de Santiago que fue en gran parte -no se olvide- un camino francés, desde sus prístinos orígenes.
Entre las hipótesis que se están barajando ahora de los posibles móviles del robo en la catedral de Santiago la prensa digital de hoy saca a relucir la del “atentado cultural” y apunta claramente -por lo que a la autoría intelectual o la instigación en este asunto se refiere- que pueda a ver jeques árabes (de la Arabia Saudí o de los países del Golfo) por medio.
Y la hipótesis no parece ni remota ni descabellada, si se tiene encuentra la pasión española o “andalusí” que ya abordé aquí en no pocas de mis entradas que arrastra la mentalidad musulmana -a todos los niveles y en todos los estratos sociales de los paises islámicos- particularmente exacerbada con la aparición de fenómeno de integrismo musulmán como lo ponían tan trágicamente de manifiesto los atentados del 11 de marzo, y las reivindicaciones -de signo andalusí- que vieron la luz entonces a cargo de portavoces autorizadísimos de la corriente islámica integrista.
Y recuerdo a un joven iraní de confesión islámica con el que coincidí a mi paso por la Universidad Libre de Bruselas a mi llegada a Bélgica, y que no hacía secreto ninguno de su integrismo y de su adhesión sin reservas al régimen de la república islámica en su país, que acabó confesándome que el objeto de la tesis doctoral que preparaba lo constituían dos autores prácticamente ignorados en nuestros países de cultura occidental, Hugo y Ricardo de San Victor, expoentes destacados de la llamada escuela palatina (o imperial) -de Aquisgrán- de un periodo historico (el de las Cruzadas y de la Reconquista prercisamente) que a todas luces interesaba y preocupaba y soliviantaba (y obsesionaba) no poco en los medios integristas musulmanes.
Y está claro que el robo del códice calixtino viene a poner ahora al descubierto pliegues repliegues e intersticios o recovecos profundos de nuestra memoria histórica en relación con el capítulo (tan vasto) de la Reconquista, cubiertos hasta hoy del espeso manto que les echarían encima una vulgatas históricas o historiográficas marcadas el sello de lo correcto en mayor o menor medida todas ellas”.
Eso no es posible, los musulmanes son ignorantes y no saben leer. Si pudieran entrar en Santiado de Compostole volarian la Catedral por ser cosa de infieles.
Tened en cuenta que el profeta y sus seguidores son analfabetos por orden de Allah.