La hispano-mexicana Estíbaliz Carranza, acusada de haber asesinado y descuartizado a su ex-marido y a un ex-novio, ha pedido a su actual pareja que no la abandone y que asuma la paternidad del bebé que está esperando. Ese el mensaje principal de unas cartas que, según el semanario austríaco News, Carranza ha enviado desde la cárcel a su compañero Roland R, de 47 años.

“Por favor, no me abandones; no creas que soy un monstruo; por favor piensa en nuestro niño, que llevo bajo mi corazón”, se lee en una de las misivas publicadas hoy por la citada revista, junto a una entrevista con el destinatario de las cartas.

La acusada, embarazada de nueve semanas y actualmente en prisión preventiva en Viena a la espera de juicio, asegura a su novio que no fue ella quien cometió los crímenes, sino “una enfermedad”.

Roland R., un austríaco que conocía a las dos víctimas, declaró en la entrevista que estaba al corriente de que Estíbaliz había estado bajo tratamiento psicológico y que tomaba pastillas para el insomnio y contra ataques de pánico.

Sin embargo, nunca notó nada extraño en ella y la describe como “la mejor persona del universo”, con quien había encontrado la “felicidad completa” y con quien se quería casar como muy tarde en septiembre, tras saber que estaba embarazada. “Estoy fuera de órbita, no sé lo que pienso ni lo que siento”, dice.
Las cartas recibidas las califica como “pequeñas explicaciones para lo inconmensurable” y reconoce que su mundo se vino abajo cuando se enteró de que su novia, a la que llama “Esti”, habría asesinado a dos hombres.

Carranza, de 32 años, habla en sus mensajes de escribir una biografía con final feliz y llevar una vida familiar normal en unos años, pues asegura que cuando encuentren a un médico que sepa “lo que tiene en la cabeza” la dejaran libre en poco tiempo.

La joven es sospechosa de haber asesinado a su marido, un alemán, en 2008, y a una expareja, un austríaco, en noviembre pasado.

Los cadáveres fueron hallados descuartizados, empaquetados en bolsas de plástico y emparedados en hormigón por unos albañiles el 6 de junio, en un sótano del edificio donde la española nacida en México regentaba una heladería en un popular barrio vienés.