Faltan muy pocos días para que se celebre una agotadora jornada en la que estamos todos implicados, tanto los partidos como los candidatos, militantes, simpatizantes y por supuesto, los votantes rasos, el pueblo. Este pueblo que ha de decidir con su voto, acertado o no, valiente e intrépido, o temeroso, o bien ciego y sectario, lo que los ayuntamientos harán en cada ciudad y cada pueblo durante cuatro años.

No es fácil para los indecisos que sienten dudas y que además, reciben constantemente información manipulada torticeramente por los que, en vez de trabajar, se dedican a calumniar en un desesperado intento de no perder sus prebendas.

No son sólo partidos políticos quienes lo hacen, también asociaciones nacidas como brazo mamporrero de algunos, subvencionadas por ellos al casposo grito de ¡NO PASARÁN!, un grito traído del túnel del tiempo por los herederos de los antidemócratas que todo lo arreglan con acoso y amenazas.

Plataforma per Catalunya es una formación política legalmente registrada en el Ministerio de Interior y por tanto, con los mismos derechos que las demás. Si no cumpliese los requisitos no sería legal y no podría concurrir a ningún comicio. Entonces queda claro que la ilegalidad proviene de cierta asociación dedicada a acosarnos constantemente, presentándose en nuestros actos públicos sin tener permiso legal para ello -nosotros sí- y gritar desaforados para reventarlos, impidiendo que se oiga a los oradores. ¿Y estos se llaman demócratas, cuando pretenden imponerse por la fuerza bruta, despreciando las leyes?

En estos días de campaña la Plataforma per Catalunya ha sufrido de todo; desde el desprecio de muchos medios de comunicación al negarse a darnos voz, hasta los ataques de esta asociación delictiva, pasando nada menos que por la orden dada por dos alcaldesas socialistas de que nuestros carteles fuesen arrancados, en un acto que sólo puede considerarse de vándalico, dado que es la Junta Electoral quien tiene potestad para considerar ofensivos o no unos carteles, nunca un edil, por muy acostumbrado que esté a atropellar y a considerar el municipio como su cortijo particular.

Se acusa constantemente a la PxC de racista y xenófoba, además de fascista y de ultraderechista. Es el eterno mantra de los que temen perder los privilegios conseguidos. De los que usan la política para vivir a todo lujo, ciegos y sordos a las necesidades reales del pueblo, dictando leyes encaminadas sólo a perpetuarse en el poder. Es el mantra de la casta parásita que vive a costa del contribuyente y le extrae hasta la última gota de sangre.

Si quieren hablar de racismo y xenofobia hablemos.

El racismo se entiende como la exacerbación o defensa del sentido racial de un grupo étnico, especialmente cuando convive con otro u otros, así como designa la doctrina antropológica o política basada en este sentimiento.

El racismo suele estar estrechamente relacionado y ser confundido con la xenofobia, es decir el odio, rechazo u hostilidad contra los extranjeros.

Bien, en base a esto, racistas son quienes priman a los inmigrantes por encima de los autóctonos. Aquí se está llevando a cabo una política de racismo y es por parte de quienes gobiernan al dedicar todas las ayudas sociales a los inmigrantes, claramente de otras razas y se la niegan a los propios. Y que nadie ose decir que esto es falso porque está documentado trágicamente, empezando por el padre de familia que se ahorcó en Hospitalet de Llobregat hace unos meses al negársele de todas todas ni siquiera comida para su niña, cuando a los musulmanes, sudaméricanos y gitanos rumanos se les da de todo, a todo lujo.

Sí. Racistas son quienes nos gobiernan.

¿Xenofobia? Su significado es odio y rechazo al extranjero. Aplicárnoslo es completamente absurdo; tenemos amigos y/o familia de otros países. La idocia de esta gente ignorante tumba de espaldas. Igual que denominarnos fascistas, un movimiento político italiano, de origen socialista para más señas. ¿Ultraderecha? Bien, a ellos los podemos llamar ultraizquierda si tanto les gustan las palabras rimbombantes, carentes de significado.

¿Qué ha motivado estos desmesurados y absurdos ataques contra la Plataforma per Catalunya? Su credibilidad a ojos del pueblo. Josep Anglada -y todos sus colaboradores, como a él le gusta llamarnos-, ofrece ni más ni menos que lo que los contribuyentes piden, esto que los parásitos se han negado a atender en su soberbia de señoritos de cortijo, dueños de haciendas y vidas, de dignidad incluso, la cual arrebatan a la fuerza, con la superioridad del que manda.

Se nos acusa de centrarnos en la inmigración, ignorando que esta es la fuente de la mayoría de los males que padecemos, por debajo, esto sí, de la de los señoritos que de esta manera lo han decidido.

No es dificil comprender que la política de mantener a todo tren a semejante cantidad de inmigrantes va encaminada a conseguir su voto para el que le da de comer. Hace dos años, el número de nacionalizaciones de inmigrantes era de más de 380.000 y por supuesto, no han dejado de crecer. Todos los partidos que se reparten el pastel han entendido el mensaje y hacen lo mismo. Excepto uno. ¿Uno? ¿Dónde? Dónde iba a ser, en Cataluña, claro. Se han apropiado del discurso de la Plataforma per Catalunya al darse cuenta de que, aparte de que aquí nunca han pinchado ni cortado, encima la PxC les iba a pasar delante con absoluta facilidad. ¿A quien pretenden engañar si fuera de Cataluña hacen lo mismo que todos?

Plataforma per Catalunya pretende defender nuestros derechos, estos que nos han sido arrebatados impunentemente, convirtiéndonos en ciudadanos de segunda en nuestra propia tierra. Defender nuestras costumbres y nuestra cultura. Defender nuestra integridad física. Defender nuestro comercio y nuestra economía.

Nos temen porque nuestros votantes forman un amplio abanico de ideologías. Porque nuestra única ideología es la de la justicia, al contrario de la suya, que es la del poder para beneficiarse económicamente.

Lucharemos para que las ayudas lleguen a los nuestros que las necesiten. Para que podamos entrar y salir de casa, pasear y disfrutar de nuestras plazas y parques como antaño, sin temor.

Eliminaremos las subvenciones a asociaciones parásitas y por supuesto, a las delictivas, que viven a costa del inmigrante. Eliminaremos cargos inútiles, meros chupópteros, sangradores del contribuyente. Aumentaremos la seguridad, fuera bandas latinas y peruanas y de gitanos rumanos. Acabaremos con el incivismo de las fiestas locas en pisos por parte de sudaméricanos y de que usen nuestros espacios públicos para barbacoas y botellones.

Se acabará “perdonar” a los inmigrantes el pago de impuestos de sus negocios. Queremos que las tiendas de nuestros barrios vuelvan a estar regentadas por los comerciantes que tuvieron que abandonarlas ante la competencia salvaje y desleal de chinos, pakistanís y sudaméricanos.

Y por supuesto, ni un céntimo, ni un palmo de suelo, ni un permiso para mezquitas, meros centros de reclutamiento de terroristas y de recaudación de fondos para ello como está más que demostrado en Cataluña por los Mossos d’Esquadra.

El movimiento salafista es importante en nuestra región gracias a la complicidad de los eurocomunistas durante su mandato como parte del tripartito y de aquí ya se está extendiendo al resto de España.

Mucha limpieza es necesaria, muchísima, porque el peligro es real y extremadamente grave al haber abiero Cataluña la puerta al terrorismo salafista.

En nombre de Josep Anglada y de todos sus colaboradores, pido el voto para la Plataforma per Catalunya el día 22 en los más de cien municipios en los que nos presentamos. Un voto valiente y honesto.