Bin Laden: el perro muere, pero la rabia sigue
J.L. Navazo.- Al final resultó que el terrorista más buscado del mundo estaba vivo y coleando, pese a que algunos servicios occidentales como «la piscina» francesa (DGSE desde 1982) lo daban desde hace años por muerto. A este escribano llegaron a asegurárselo algunos de sus homólogos marroquíes, vía Hexágono. Podía intuirse, pero nadie sabía que Osama Bin Laden vivía oculto junto a las instalaciones de una academia militar de la República Islámica de Pakistán, el sexto país más poblado del mundo con 170 millones de habitantes y dominante mayoría musulmana. Porque ésa es otra: es inconcebible que sin la cobertura y apoyo del ISI (Dirección de Inteligencia Interservicios).
Bin Laden pudiera haberse escondido durante tanto tiempo en las cercanías de Islamabad. Escritores como Ahmed Rashid ya han advertido de la colusión de intereses entre el ISI y grupos terroristas talibanes e incluso recientemente un alto mando, el almirante Mike Muller, acusó al ISI de colaborar con el grupo terrorista afgano Haqqani, filial de Al Qaeda en el convulso país: «Esto no quiere decir que todo el mundo en el ISI, pero es un hecho», matizó el militar norteamericano. En síntesis, Pakistán es un colaborador necesario pero no precisamente fiable en la lucha contra el terrorismo islamista, como su vecina la India (nuestro firme aliado estratégico en la región) sabe muy bien a su costa.
Osama Bin Laden ha sido abatido; neutralizado; ejecutado si quieren. Pero en ningún modo «asesinado», como algunos aprendices de brujo y «tontos útiles» predican por ahí. Tampoco es cierto que arrojar su cadáver al mar forme parte del ritual de la religión islámica, como se apunta desde Washington, pues ello está reservado a marinos o viajeros embarcados y este supuesto no se da en el caso de Bin Laden. La realidad es más prosaica y pragmática: había que evitar que su tumba pudiera convertirse en un santuario. Claro que yo habría acompañado la medida tomada desde el portaaviones «Carl Vinson» con algo más simbólico: hubiera envuelto previamente su cadáver, como el de todos los terroristas de la yihad, en piel de cerdo. Un sutil mensaje para el terrorismo islamista que éste sabría valorar… También debemos huir de triunfalismos, pues la guerra (y en guerra estamos) va para largo. El islamismo radical ya ha embarazado a Occidente (particularmente a la pánfila Europa), salvándose solo Australia. Y a su calor, el terrorismo islamista no deja de crecer esperando su momento.
Precisamente, la lucha en marcha más importante es la ideológica y el campo de batalla no está muy lejano: Francia, Italia, Alemania, Reino Unido? y, naturalmente, España, albergan incautamente en su seno entidades y organizaciones islamistas que esperan emboscadas su turno. Sólo en España, una significativa parte de la población musulmana (sobre un millón doscientas mil personas) que podemos estimar en al menos un tercio, jamás se integrará constituyendo, potencialmente, una peligrosa quinta columna pasto, primero, del islamismo radical y, bajo ciertas condiciones, del terrorismo islamista.
Muchas veces, ante la inopia y colaboración de cobardes y torpes autoridades: desde el Gobierno de la nación y sus estúpidas subvenciones, a instituciones autonómicas como la Generalitat (el caso catalán es clamoroso) o incautos gobiernos populares como el de la ciudad autónoma de Ceuta, que lleva años dando apoyo y cobertura al islamismo radical en esa bella ciudad española del norte de África. ¿Se lo digo o se lo cuento?? No escribo desde un despacho, sino desde el «limes» y a pie de obra. Las espadas aún están en alto. Con la muerte de Bin Laden no ha acabado nada, se abre sólo un nuevo capítulo. Ustedes mismos.