Profecías meteorológicas a precio de oro
Vicente Aupí.-Pensaba que estos pronósticos que tienen la misma fiabilidad que lanzar una moneda al aire ya habían pasado a la historia, pero estaba equivocado. Lo comprobé el otro día al entrar, como cualquier hijo de vecino, en el banco, donde inesperadamente encontré en el mostrador unos folletitos junto al resto de la publicidad bancaria. Bajo el título «el tiempo que viene» se pormenorizan en ellos las previsiones meteorológicas diarias a tres meses vista, en este caso, el trimestre de abril a junio. Se nos anuncia aquí si lloverá, hará sol o las temperaturas serán cálidas, normales o frías. Y se reparten gratuitamente entre los clientes de la entidad, que doy por hecho que no es la única que los reparte. No menciona, desde luego, la autoría o la procedencia de estas profecías, pero doy por hecho que no es cosa de los humildes bancarios que me atienden, a los que sólo les faltaría tener que inventarse los rayos y centellas que se nos avecinan.
Tampoco sé cuánto cuestan, pero sí recuerdo que en los años 80 algunas organizaciones agrarias valencianas se gastaban la friolera de casi un millón de pesetas de la época en estos pronósticos que les vendía una avezada empresa de Estados Unidos, cuyo sello norteamericano era para estas organizaciones un signo de seriedad, solvencia y fiabilidad científica. Lo malo era, y es, que los aciertos había que buscarlos con cuentagotas y, cuando subrayabas las meteduras de pata, que eran abrumadora mayoría, el recurso era buscar los días contados que a lo largo del mes coincidían más o menos con la predicción reflejada.
Lo que no me esperaba es que en pleno 2011, con toda la información que hay actualmente en los medios de comunicación, en las televisiones y, por supuesto, en internet, todavía haya entidades, organizaciones o gente que necesite que se le inventen los pronósticos para dormir con tranquilidad. Y si cuesta dinero, no quiero ni pensarlo, pero menuda manera de tirarlo. Quizá sea mejor, y tan fiable o más, hacer una porra a ver lo que sale, y darle la pasta al más certero de los que apuestan. ¿Recuerdan los calores que tuvimos los primeros días de abril? Por supuesto no aparecen en este manual de hechicería meteorológica, que cada cual es muy libre de creer, pero yo también de opinar todo lo contrario.
Y de decir, como digo, que las predicciones a más de una semana o diez días no deben tenerse en cuenta, y menos en una época atmosféricamente tan cambiante como la primavera. Les puedo vaticinar ya, a cuatro meses vista, que en agosto hará calor en la Comunitat Valenciana, pero eso no es ningún pronóstico, sino una certeza climatológica que se cumple todos los años.
Un año puede ser más y otro menos, pero calor siempre hace en verano en la Comunitat Valenciana y el resto del Mediterráneo. Lo que no se puede decir, y menos vender, es lo que acontecerá el 10 de julio o el 4 de agosto, porque eso no lo sabe nadie. Si alguien se lo anuncia y además pretende cobrarle por ello, sonría y dé media vuelta, porque le intentan tomar el pelo.
Tal vez el problema sea que hay gente que aún tiene tendencia a creer lo que llega desde el otro lado del charco simplemente porque es made in USA. Pero aclarémoslo: estas predicciones no tienen nada que ver con el excelente trabajo, riguroso, gratuito y al alcance de todos que hacen la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) —el equivalente en Estados Unidos a nuestra Agencia Estatal de Meteorología (Aemet)— y la NASA, que se dedican a cosas bastante más serias, como la predicción de fenómenos violentos, como los huracanes y los tornados. Lo digo de nuevo y lo volveré a repetir a buen seguro: para España, lo más fiable que puede obtenerse son los pronósticos diarios y para 48-72 horas que hace la Aemet.