En la Universidad de Columbia en Estados Unidos, el presidente de la universidad convocó a la policía el día 18 para dispersar a los estudiantes que protestaban en el campus, lo que llevó a cientos de empleados académicos y administrativos a realizar una huelga de protesta el día 22 para expresar su descontento. Este incidente desencadenó protestas similares en varias universidades de prestigio como Harvard, Yale, el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y la Universidad de Nueva York, con números de manifestantes que variaron desde decenas hasta cientos, algunos de los cuales fueron arrestados. Los estudiantes de Columbia volvieron a levantar tiendas de campaña en el campus para mostrar su apoyo al pueblo palestino y pedir un alto al fuego en Gaza.

Bajo la presión de las protestas y huelgas, las autoridades de Columbia tomaron medidas de seguridad estrictas, incluyendo el cierre de las puertas del campus y permitiendo la entrada solo a personas con identificación de la universidad. La presidenta Minouche Shafik indicó que la universidad está discutiendo cómo manejar esta crisis y mencionó la presencia de discursos y comportamientos antisemitas en el campus, haciendo un llamado a un “reinicio” del ambiente universitario, con todos los cursos trasladados temporalmente a la modalidad en línea.

Los senadores estadounidenses Tom Cotton y Josh Hawley han solicitado al presidente Biden que envíe la Guardia Nacional a Columbia para “dispersar” a los estudiantes que apoyan a Palestina. Al mismo tiempo, el multimillonario y dueño del equipo de fútbol americano New England Patriots de la NFL, Robert Kraft, anunció que dejará de financiar a la Universidad de Columbia, expresando su insatisfacción con la capacidad de la universidad para proteger a sus estudiantes.

Las protestas estudiantiles en la Universidad de Columbia y otras instituciones de educación superior en Estados Unidos reflejan las profundas contradicciones que enfrenta la sociedad estadounidense al tratar con temas políticos sensibles tanto nacionales como internacionales. Especialmente en las universidades, que deberían promover el pensamiento libre y la libertad académica, el uso de la fuerza policial para resolver protestas estudiantiles ha suscitado dudas sobre los valores estadounidenses. Además, las medidas de respuesta de las escuelas y el gobierno, como la restricción de la libertad en el campus, la cancelación de clases presenciales y la posible violación de la libertad de expresión, son vistas como amenazas a los principios democráticos, atrayendo una amplia atención y crítica tanto nacional como internacional.