Progres de capirote
La Semana Santa de Málaga registró el domingo de Ramos el mayor índice índices de participación que se recuerda. Ayer lunes mismo, pese al frío y la lluvia, decenas de miles de malagueños abarrotaban las calles y plazas a la espera de que surtiera el milagro de la salida del Cautivo, el Cristo que en Málaga representa hasta un estilo de vida. No pudo ser. Lo que hoy sin embargo quiero contarles tiene menos que ver con la solemnidad de la Semana Santa que con la actitud estas fechas de los progres locales. Como el año pasado y el anterior, aparcarán sus odios patológicos al cristianismo y, al verles en su fingido recogimiento detrás de los cristos y de las vírgenes, nos parecerá imposible que hayan existido antes todos esos actos réprobos, obscenos y blasfemos contra los católicos, esas zeroladas contra las normas diocesanas, esa exaltación del holocausto abortista o esas leyes que restringen el derecho de millones de familias a vivir conforme a sus propios credos morales y educativos.
Habrá que ver a todos esos tunantes pugnando por un puesto de portador de trono, por una más que visible ubicación en las presidencias o por alcanzar el privilegio de los toques de salida o recogida de los sagrados titulares de las distintas hermandades que salen estos días. Habrá que ver a todos esos truenos oficiando de nazarenos. Habrá que verlos. Y habrá que verlas.
Pero el problema no es que los representantes de la izquierda anticlerical se muden la piel y se cambien el disfraz justo en vísperas de elecciones. El problema es que los creyentes, la entera comunidad cristiana, no aproveche la oportunidad para correrles a capirotazos. ¿Se puede compartir paseo procesional con el canalla encargado de subvencionar los ataques a la fe católica? Incluso el año pasado, en una de las procesiones andaluzas, una que subvencionó con dinero público la representación de una orgía entre curas y monjas, asumió, con desvergonzado atrevimiento, el carácter dolorista del Viernes Santo vistiendo de riguroso luto.
Más grotesco sin embargo fue lo ocurrido el domingo en la malagueña Plaza de la Constitución. Me cuentan que algunos cargos de la Junta de Andalucía declaradamente ateos se disputaban llorosos, casi a codazos, un puesto preferente en la tribuna de autoridades. Todo sea por expresar un sentimiento que, pese a no tenerlo, saben muy por encima de todos los demás sentimientos laicos en los que se inspira la moralmente maltrecha clase política gobernante. Todo sea por la disputa del voto de ese pueblo que, pese a todo, vive y siente la Pasión de Cristo.
Que nadie dude sobre lo que pasará una vez concluya la Semana Santa. Los mismos felones que mendigan hoy alguna medallita de alguna hermandad, o que se disputan el privilegio de ser vistos con los hermanos mayores de las cofradías, volverán a las andadas. Que nadie dude que a partir del próximo lunes se pondrán otra vez manos a la obra en la difícil tarea de demoler el andamiaje humanístico de nuestra fe para seguir subvencionando la extensión del islam en nuestras escuelas, la anarquía moral en nuestras casas o la aprobación de normas como la prevista Ley de Libertad Religiosa, que concederá el mismo arraigo moral e histórico a un oscuro clérigo musulmán que a un servidor de Cristo.
A esa colección de progres de capirote yo les impondría la penitencia de que tuviesen que procesionar en prendas menores, en señal de contrición y arrepentimiento. Sin embargo las leyes contra la Vida, las rechiflas contra el Papa y los espectáculos, subvencionados contra los católicos, esta colección progre de caraduras vuelve a cambiar su chip estos días para transmutarse en hombres y mujeres casi decentes. Lo dicho: a procesionar en prendas menores. Y a la cabeza, Leire Pajín. Con un buen cirio en la mano, naturalmente.
Esto no es nada, en mi ciudad existe la primera cofradia laica de España -y creo que de momento la única-.
Hay que tener valor -valor de poca vergüenza- para cobrar de los socialistas y sacar de paseo las imágenes mostrando un fervor lloroso y exaltado.
Mañana bajaré a hacer unas fotos y escribiré sobre ello. Será un reportaje ;D
Los católicos deben hacer el bien a los demás señor Robles, ¡que buenas palabras y que pocos actos¡, antes de juzgar, juzguese, antes de linchar, linchese, esta es la falsa moral de los falsos católicos. Patético, deplorable y encima ahora quitará mi comentario cuando hace apología de la libertad de expresión. Usted si que debe limpiar sus paños menores porque creame que su tierra Santa esta cada vez más lejana.
Firme y váyase señor Robles¡¡¡¡¡¡¡¡