El desastre ecológico en China
No traten ustedes de convencer a uno de esos vociferantes militantes del ‘No a la guerra’ de que el pueblo libio merecería acaso su atención. No pretendan ustedes que uno de esos activistas de la causa palestina repare en el dato de que los tibetanos carecen hasta del derecho a defender sus señas culturales y espirituales. No insistan para que los devotos a la religión del cambio climático contemplen a China en el papel de villano. Y ello pese a todos los alarmantes datos e informes que colocan a China en la principal amenaza mundial para la preservación del equilibrio medioambiental. No es difícil probarlo.
En Beijing el aire está más saturado de humo que en ninguna otra parte del mundo. China está llegando al límite. Si no cambia de manera radical hacia métodos más ecológicos y sustentables en el diseño, transporte y producción, así como en la generación de energía, el milagro chino se va a convertir en una pesadilla ecológica.
Ya han transcurrido aproximadamente tres décadas desde que la economía de China ha registrado un crecimiento anual del 10 por ciento, basado en la mano de obra barata y en la escasa consideración a los desechos que lanza a los ríos y al aire.
Los principales dirigentes de China comprenden la crisis. Sin embargo, su respuesta se complica debido a que muchísimos chinos provenientes del campo llegan en grandes masas a las ciudades. En su opinión, la estabilidad política depende de encontrarles empleos a esas personas, y los empleos dependen del crecimiento, al tiempo que el crecimiento depende de que China siga siendo el productor de bajo costo de todo; al diablo el medioambiente.
Sin embargo, China no puede hacer lo que hizo Occidente: crecer ahora, limpiar después. Y eso debido a que su increíble crecimiento sobre unas bases tan débiles terminará por pasarles factura. El periódico China Daily informó esta semana que 9.71 millones de hectáreas de tierras cultivadas en China–la décima parte de toda la tierra arable del país- están contaminadas, lo quel representa una ”grave amenaza” para la seguridad de China. Más de la mitad de sus ríos también están contaminados, razón por la cual menos del 9 por ciento de su agua potable cumple con las normas gubernamentales de salubridad.
Muchos pozos tienen niveles excesivos de nitratos que pueden ocasionar diabetes o daños hepáticos. No es extraño que algunos trabajadores del ramo de alta tecnología eludan viajar a China: no quieren vivir en una nube de suciedad.
Por su parte, los funcionarios chinos temen que “si avanzan hacia una producción ecológica y una limpieza del ambiente al nivel de Estados Unidos, China ya no será un productor de costos tan bajos, y eso afectaría la creación de empleos”, observó Dan Rosen, uno de los expertos en la economía china y director del Consejo Estratégico de China. Sin embargo, lo que están pasando por alto es que la opción ecológica no sólo es un problema, sino una oportunidad. La contaminación representa desperdicio e ineficiencia. Las empresas ”verdes” siempre son más eficientes, agrega Watson, y China tiene la oportunidad de convertirse en uno de los principales innovadores de soluciones verdes de bajo costo.
Un grupo de empresarios andaluces me contaba la experiencia de una excursión desde Shanghai hasta el delta del Yangtzé y de ahí a la isla Chongming, la mayor isla aluvial del mundo. En este lugar, Shanghai está tratando de expandirse a través de la construcción de la primera ”ecometrópolis” en China, fundamentada en el ecoturismo, la agricultura, así como en la energía eólica y solar. “Cuando se ven los parques construidos”, apuntaban, o cuando la gente visita los humedales protegidos y ve a los búfalos acuáticos retozando en el fango, al tiempo que los campesinos recogen cangrejos, casi es posible creer que China puede cambiar su rumbo. Pero en la distancia se ve un puente descomunal que está por conectar a Chongming con el centro de Shanghai, y uno se pregunta qué les ocurrirá a los planes ecológicos de este lugar cuando los camiones, con sus enormes cargas, y los consumidores empiecen a llegar en tropel. Si Chongming tan sólo es un ornamento verde conectado a Shanghai, nunca logrará sobrevivir. Si, en cambio, es un modelo para una nueva clase de desarrollo, entonces tiene, así como China, una oportunidad”.
Deng Xiaoping dijo sobre la economía de su país: ”Gato negro, gato blanco, lo único que importa es que atrape ratones”. O sea, olviden la ideología comunista, lo que importa es que China crezca. Ese ya no es el caso. Hoy día, más vale que el gato sea verde, ya que de lo contrario va a morir antes de capturar al ratón.