La calumnia es un deporte que cada vez cuenta con más adeptos. Son personas sin ética ni moral que basan su desgraciada vida en conseguir sus propósitos a cualquier precio, inmunes al daño que causan, a veces incluso a terceros que se encuentran involucrados sin tener ninguna relación con el calumniador pero sí con el calumniado. La familia, por ejemplo.

Se podría hacer un largo y fárragoso estudio de la figura del calumniador, pero tampoco vale la pena porque el mecanismo es muy simple: es una mala persona. Lo es porque miente a sabiendas, consciente de su acto, vil y rastrero, y a pesar de esto no se inmuta, usando su deleznable artimaña cada vez que lo considera oportuno para una finalidad que, actuando con honestidad, sería incapaz de conseguir al carecer de razón.

Al calumniador no le importa ser desenmascarado, le da igual que se demuestre públicamente la falsedad de sus acusaciones y esto se debe a que con la expansión que se consigue gracias a Internet de cualquier cosa que se publique en la Red, consideran bien empleado su infame esfuerzo, contando con que la calumnia tenga más peso que su rechazo.

Plataforma per Catalunya lleva tiempo soportando calumnias. A todos los niveles. Primero sobre su presidente Josep Anglada, con una colección de cuentos chinos que arrancan carcajadas más que indignación. Por supuesto que es indignante, pero es que finalmente, las calumnias son tan absurdas que sólo provocan risas.

Luego siguieron con altos cargos de PxC, siendo también desmontados, por lo que, no consiguiendo sus propósitos, fueron bajando de nivel, en su afán de causar daño fuese como fuese. Daniel Ordóñez, candidato a la alcaldía de L’Hospitalet de Llobregat ha sido su penúltima víctima.

En WordPress hay un blog donde se le acusa de nazi. Evidentemente, es para hacer reír, porque las acusaciones están manipuladas según la misma intervención de un comentarista -del sector progresista-, que le reprocha al autor del blog de mentir, ya que dicho usuario afirma que él estuvo en el acto (en calidad de infiltrado) y Ordóñez no hizo las declaraciones racistas que el bloguero le imputa, además de mencionar que existe un vídeo en YouTube de dicho acto donde se demuestra por su contenido que las acusaciones son falacias y calumnias.

El motivo de elegir a Daniel Ordóñez como víctima de las calumnias es sencillo: L’Hospitalet de Llobregat consiguió en las pasadas autonómicas un número de votos igual al de ERC en dicha ciudad, la segunda de Cataluña después de Barcelona. Demasiado inquietante para algunos. Demasiado peligroso. Demasiado inadmisible.

Tanto es el temor a la candidatura de PxC de L’Hospitalet de Llobregat de cara a las municipales, que también han salido calumnias hacia su número cinco en la lista. Yo misma. Según estas calumnias, soy una enferma mental, una demente, una loca peligrosa. Y para hacerlo más risible, un troll de Internet.

Que los calumniadores hacen el rídiculo es evidente, pero, ¿consiguen algo con ello? En distancias cortas sí, y esta es su finalidad, obviamente.

Por esto no les importa ser desenmacarados, porque están convencidos de que sus calumnias conseguirán convencer a muchos, esos que no suelen saber que tienen un cerebro y que este tiene una utilidad más allá de rellenar la caja craneal, esa de la que se preocupan sólo de peinarle los pelos que le crecen.

Pero volviendo a la pregunta de si calumniar sale gratis -recordemos que la calumnia está penada por la Ley-, a tenor de la cantidad de ellas que campan tan alegremente, se desprende que sí. Y el motivo no puede ser otro que la manipulación de la Justicia, impidiendo a esta que actué libremente, condicionándola a según quien es el calumniado. ¿O es que tenemos que recordar de qué manera actúa el Gobierno español en todos los ámbitos y como es respaldado por la Judicatura?