Durante millones de años de evolución varias especies de animales se han visto involucradas en la ‘batalla de los sexos’ en la que cada parte defendía sus propios intereses, es decir, dejar la máxima cantidad de descendientes.

Por ejemplo, en los ácaros modernos el papel dominante pertenece al macho, que hace el cortejo activamente y la guarda antes y después del apareamiento, haciendo frente a los ataques de los competidores. Además, los machos de este arácnido tienen órganos epeciales para aferrarse y ‘sujetar’ a la hembra.

A su vez, la hembra queda a disposición del ‘novio’ más fuerte, el ‘vencedor’, lo que la libera de ser hostigada por los machos más débiles, aunque al mismo tiempo eso significa que su papel en los juegos conyugales es pasivo.

Los científicos rusos Pável Klímov y Yekaterina Sidorchuk, de la Academia de Ciencias de Rusia y la Universidad de Michigan (EE. UU.), encontraron un trozo de ámbar del mar Báltico de 40 millones años de edad. En esta ‘muestra científica’ quedó atrapada una pareja de ácaros prehistóricos de la especie extinta ‘Glaesacarus rhombeus’ en el momento del apareamiento. Los resultados de su estudio fueron publicados en la revista Biological Journal of the Linnean Society.

El hallazgo muestra que en la historia evolutiva el ‘protagonismo’ en la pareja se habría podido pasar de un sexo a otro. Pero, según afirman los científicos, todavía queda un linaje de hembras dominantes en el mundo de los ácaros y en algunos ácaros modernos es la hembra la que controla el apareamiento. Incluso algunos linajes han desarrollado en las hembras tubos copuladores que funcionan como un pene, afirma Piotr Klímov citado por Discovery News.