Un ateo que marca la X para la Iglesia católica
Nos ha complacido mucho este artículo, de verdad. No es de ayer. Esa del año pasaado, del sábado 27 de noviembre de 2010. Y dice así: “El doctor José Manuel López es especialista en Oncología en el Hospital Universitario Marqués de Valdecilla de Santander (Cantabria). No lo conozco de nada pero en un curioso artículo publicado ayer en la sección de opinión del Diario Montañés asegura que marca por convencimiento todos los años la equis en la casilla de la Iglesia Católica cuando hace su Declaración de la Renta.
Y eso a pesar de declararse ateo: “Si es reprochable empezar hablando de uno mismo, también será esclarecedor decir de entrada que mi pensamiento y mi vida discurren ajenos a los dioses, en general, y al Dios de los católicos en particular. No comulgué ni fui confirmado, me casé por lo civil, mis dos hijos no fueron bautizados y han estudiado en escuelas laicas, como su padre. Por lo breve, digo, ni soy católico ni aguardo orientación de ninguna fe religiosa, la que fuere”. Para después añadir: “¿A qué viene, entonces, mi chocante postura de destinar la X del IRPF a la Iglesia Católica? Algunos la tildarán de gracieta simplona, otros de contradicción incomprensible, de inane provocación, etcétera. Nada opongo a tales opiniones, menos aún si sustentan la idea, más o menos refinada, de que seré aproximadamente un gilipollas. Pero si alguien desea curiosear en por qué un ateo marca su X a favor de la Iglesia, quizá le interesen mis tres razones principales”
Tres razones que vienen desarrolladas en el artículo que merece la pena leer completo y que se pueden resumir en:
1) La Iglesia católica es históricamente la organización benéfica más eficiente: “No estableceré un ranking de altruismo, pero yo, siendo ateo, dudo que los recursos administrados por la Iglesia sean desdeñables o necesariamente sustituibles: voto por mantenerlos”.
2) Es difícil entender, y entendernos, Europa obviando el catolicismo: “Asistí recientemente a la misa dominical en un convento de clarisas, con su olor inefable a musgo e incienso. A mediodía, las monjas ocupan un coro, allá por el ábside; los fieles llenan la pequeña nave y el cura lee sugestivos textos, y lo hace bien, y por un momento me siento parte de algo más grande y más permanente que yo, algo que sosiega la respiración y atempera el pulso, sin necesidad de lapidar a nadie. Y luego visité otra iglesia, donde se cantaban bellísimas habaneras de tema religioso. Voto por ese espíritu de paz y concordia, aunque yo no sea creyente”.
3) Está harto de la beligerancia que existe contra la Iglesia Católica en nuestra sociedad española: “Justo por no serlo, me parece inexplicable el furor obsesivo por bajar los crucifijos de los colegios. No veo qué daño causan los símbolos de una fe que no me asiste, pero sí ilustra mi paisaje histórico y emocional. Me espanta el fanático que se jacta de clausurar escuelas católicas o quemar frailes. No concibo que un absurdo revanchismo haga saludar a gobernantes infames como Chávez y ningunear al Papa, líder espiritual de muchos compatriotas.
A mi juicio de ateo, es lógico y deseable que el Estado sea laico, pero sucede que España no lo es. Hay vida inteligente fuera del Estado, así que pongo la X para la Iglesia Católica, no vaya a ser que algún insensato la destine a construir mezquitas y tengamos que resucitar a don Juan de Austria”.
Doctor José Manuel López. Rara Avis.