Benedicto XVI: “El universo no es resultado de la casualidad”
Al presidir la Misa por la Solemnidad de la Epifanía del Señor, el Papa Benedicto XVI señaló que “el universo no es el resultado de la casualidad, como algunos nos quieren hacer creer” y en él se puede ver a Dios y su “infinito amor por nosotros”.
En la homilía de la Misa que celebró en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre se refirió a las investigaciones que durante siglos muchos científicos como Kepler han tratado de hacer sobre la estrella de Belén. Sin embargo, dijo, sus descubrimientos o afirmaciones “no nos guían a lo que es esencial para comprender aquella estrella”.
Los Reyes Magos que quieren adorar al Niño Dios recién nacido, prosigue, “buscaban las pistas de Dios, buscaban leer su ‘firma’ en la creación, sabían que ‘los cielos narran la gloria de Dios’, estaban seguros de que Dios puede ser vislumbrado en lo creado”.
“Como hombres sabios entendían que no es con un telescopio cualquiera, sino con los ojos profundos de la razón en búsqueda del sentido último de la realidad y con el deseo de Dios movido por la fe, que es posible encontrarlo, pues de hecho se hace posible que Dios se acerque a nosotros. El universo no es el resultado de la casualidad, como algunos nos quieren hacer creer”.
Contemplando el universo, dijo luego el Papa, “estamos invitados a leer algo profundo: la sabiduría del Creador, la inagotable fantasía de Dios, su infinito amor por nosotros. No deberíamos dejarnos limitar la mente por teorías que llegan siempre solo hasta cierto punto y que – si vemos bien – no están en concurrencia con la fe y no logran explicar el sentido último de la realidad”.
Benedicto XVI señaló además que “en la belleza del mundo, en su misterio, en su grandeza y en su racionalidad no podemos no leer la racionalidad eterna, y no podemos hacer menos que dejarnos guiar por ella hasta el único Dios, creador del cielo y de la tierra”.
“Si tenemos esta mirada, veremos que quien ha creado el mundo es quien ha nacido en una gruta en Belén y sigue viviendo en medio de nosotros en la Eucaristía, es el mismo Dios viviente, que nos interpela, nos ama y quiere conducirnos a la vida eterna”.