Cristina Fernández logra rédito político gracias al luto
Más delgada, vestida de riguroso luto, proclive a la emoción y al llanto, la presidenta de Argentina, Cristina Fernández, viuda desde hace menos de dos meses, atraviesa a sus 57 años el trance más difícil en su vida personal y a la vez el mejor momento en su carrera política. Ni siquiera cuando acababa de tomar posesión del cargo tenía los apoyos que recoge en las encuestas desde que perdió a su esposo y sostén político, el expresidente Néstor Kirchner. «Parece que comenzara el primer año de gobierno», se sorprenden los encuestadores.
La jefa del Ejecutivo de Buenos Aires había logrado una tímida recuperación de su imagen antes de la inesperada muerte de Kirchner, pero el fallecimiento del exmandatario operó como un catalizador para ese proceso. Cuando asumió en 2007, Ibarómetro otorgaba a Fernández un 50,5% de popularidad, y ahora la misma encuestadora le confiere un 72% de apoyos.
La opinión pública dice tener de la dirigente argentina una visión «muy positiva» o «positiva» y son mayoría los que confían en que ella podrá hacerlo sola. Los respaldos bajan un poco cuando se pregunta por intención de voto de cara a las elecciones de 2011, pero así y todo es la preferida, con una ventaja enorme sobre el resto de precandidatos.
Al principio, algunos analistas advertían que Kirchner, con su muerte, se había llevado con él todo lo malo del «kirchnerismo» y había logrado convocar a un último gran acto político de respaldo a la presidenta durante el funeral, cuando miles y miles de jóvenes desfilaron delante del féretro con gran congoja. A medida que pasan los días, la presidenta deja ver, asimismo, cambios y hasta giros en la gestión que parecen afianzar esa confianza del electorado por méritos propios.
La autoridad de Fernández se mantiene dentro del Gobierno. Funcionarios que reportaban a Kirchner -que no ostentaba ningún cargo pero gobernaba con ella- amagaron con llevar ahora los informes a uno de sus ministros, pero ella los frenó enseguida. «Lo que antes le llevaban a él, ahora me lo traen a mí», les advirtió.
Aumentos de salario
Desde que se quedó sola, la mandataria convocó un diálogo entre el Ejecutivo, las empresas y los sindicatos para negociar aumentos de salario que no impacten en los precios. Al mismo tiempo, dio los primeros pasos para un acuerdo con el Club de París que permita cancelar las deudas que mantiene Argentina con el grupo.
Fernández aceptó también una misión del FMI para diseñar un índice de precios creíble, luego de tres años de críticas por la presunta manipulación de estadísticas oficiales. Se trata de un cambio que puede ser solo táctico, al ceder en lo que más se reclamaba, pero que le permite aumentar su base de apoyos. Y quizás sea realmente una remodelación de su estrategia política.
Las personas que estuvieron cerca de ella en el velatorio de quien fuera de su marido cuentan que la jefa del Ejecutivo argentino repetía junto al féretro: «Caprichoso, caprichoso». Kirchner era muy terco y ese defecto se le acentuó durante el mandato de Fernández, dicha cualidad contribuyó a generar una importante cantidad de conflictos entre ambos.
La presidenta, más magnánima desde que enviudó, no responde a las críticas con el estilo crispado de cuando se sabía respaldada por la omnipresencia de su esposo. Ya no ataca a los medios periodísticos que la cuestionan, ni a la oposición. Tampoco respondió a las informaciones -algunas insólitas- que cuestionaban el estado de su salud mental y la relación con su esposo cuando estalló el escándalo de Wikileaks.
En el plano interno, Fernández avanza en un programa que le suma apoyos. Se trata de aumentos en los subsidios a jubilados y a familias pobres que perciben una ayuda por cada hijo en edad escolar, entrega de ordenadores portátiles a niños y adolescentes de escuelas públicas, así como inauguración de viviendas, hospitales, centros científicos y de enseñanza.
Argentina afronta actualmente numerosas inversiones. La economía del país, pese a la crisis, atraviesa un buen momento, con un crecimiento para este año del 8% y bajos niveles de desempleo. Si quiere, Fernández puede postularse para la reelección. Si gana ya no será por mérito de su marido, sino propio.