Puigcorbé: “Me han llamado Chiquito de la Calzada y otras estupideces”
Nunca, hasta ahora que ha interpretado al Rey en la polémica teleserie ‘Felipe y Letizia’, había recibido Juanjo Puigcorbé tantas felicitaciones por la calle, ni tantos palos en la prensa e Internet. Y esto último le tiene quemado. Eso y que lleva casi una década con poco trabajo. Tan harto está el actor barcelonés que incluso se ha planteado cambiar de oficio.
– ¿Pensó en declinar la oferta de interpretar al Rey?
– No. Pero desde el principio me pareció algo difícil y comprometido. A Oristrell le dije en broma: ‘¡Vaya encerrona!’.
– ¿Por qué?
– Porque se trata de interpretar a un personaje histórico que está vivo. Del Rey más joven han hecho otros actores. Pero nadie había hecho del Rey actual. Además, es un personaje que me supera mucho en edad. Yo tengo 55.
– ¿Acudió al método Stanislavsky para meterse en el papel?
– Mi método es intuitivo. He asumido así otros personajes históricos: Dalí, Servet… E incluso Don Juan de Borbón. Berlanga en su día me llamó para hacer de Alfonso XIII.
– A ver si va a tener algún gen borbónico…
– Lo único que puedo decirle es que mi abuela trabajó en el palacio del rey de Barcelona, pero nada más. No hay ninguna conexión génica.
– ¿Sabe que le han criticado por demasiado gangoso?
– Yo reto a todo el mundo a una prueba. Les pongo grabado el discurso del Rey de Navidad y el mío. Y a ver quién es el guapo que acierta. Hasta ahora todos han fallado. Me han criticado por todo. Me han llamado Chiquito de la Calzada y otras estupideces en Internet, que es lo más parecido a lo que los italianos del Renacimiento llamaban ‘la canalla’.
– ¿Tiene vis cómica el Rey?
– El Rey tiene vis cómica. Eso lo sabe todo el mundo. Está comprobado además que tiene una actitud bromista a veces, pero también es un hombre muy serio, y a ratos taciturno.
– ¿Esperaba tantos palos?
– Esperábamos que algunos venenosos soltaran su bilis. Pero nos ha sorprendido la violencia de algunas críticas, y también de dónde proceden. Curiosamente, los republicanos se han rasgado las vestiduras porque el Rey va en chándal…
– ¿A cubierto, que vienen los nuestros?
– No es mía, pero esa frase me la podría apuntar. Cuando peligra un régimen, históricamente hablando, hay un movimiento de tropas para conservar los puestos. Aquí estamos en periodo electoral desde hace tiempo y con unas previsiones muy desfavorables hacia el partido del Gobierno. Los ánimos se crispan, los medios de comunicación que tienen intereses en fusiones etc. hacen un ‘totum revolutum’ en el que las personas inteligentes y con criterio son las que reciben primero. Este es un país cainita y a los independientes no nos defiende nadie. Además, hay un ataque personal hacia mí.
– ¿Por algún motivo concreto?
– Ya hace tiempo que encuentro una cierta ‘querencia’ por parte de ciertos medios. ¿Por qué? Por tener un criterio propio y manifestarlo. No estoy adscrito a ningún partido político. He participado muchas veces en actividades sociales, en huelgas… Y siempre he cumplido con mi pensamiento que, entre comillas, podríamos calificar un poco de izquierdas. Pero no me gusta que me digan lo que tengo que pensar.
– ¿Se siente vetado?
– Tengo la confirmación práctica de que sí he estado vetado en ciertas cadenas de televisión por los mismos directivos que van cambiando de cadena, por el mismo grupo. Yo desde hace ocho o diez años tengo el futuro vacío, no existe nada. De vez en cuando, surge algo como una seta en el bosque…
– Y para una vez que le dan un papel, le crucifican.
– Ese es el titular de todo esto. Lo que acaba de decir. Y lo que me repite mucha gente por la calle. Y estoy harto. Tanto que tengo unas ganas locas de huir de este sitio.
– ¿De España?
– No, no, de España no. Alejarme de todo esto.
– Y cómo, si tiene un prestigio, una profesión…
– ¿Cómo? Pues a lo mejor dejándola. Me lo he llegado a plantear, no le quepa la menor duda.
– Perderíamos a un buen actor.
– Pero yo ganaría en salud.
– ¿Ha pensado en dirigir en lugar de interpretar?
– Lo he intentado. Pero a todo el mundo le daban las subvenciones y a mí evidentemente, no. Da igual. Me muevo en un campo minado.