Higuain deja helado al ‘Moulinón’
Supo sufrir el Madrid en un ardiente Molinón sin salir escaldado. No se arrugó por al ambiente, entró en la disputa, esperó su momento con paciencia y se hizo acreedor a un triunfo que Mourinho festejó casi a oscuras, encerrado en un palco, mientras Preciado se lamentaba. El desenlace, cuando el duelo parecía condenado a un empate a nada, dejó helados a los gijoneses. Pura impotencia que expresó Botía al propinar una patada a destiempo a Cristiano, que pedía más dinero con los brazos abiertos mientras desde la grada le amenazaban con algún paraguas.
Dos jugadas casi consecutivas mostraron la grandeza y miseria del fútbol, la diferencia entre grandes y modestos. Juan Pablo había estado espléndido pero se le escapó un cabezazo de Benzema que llenaba de gloria a Higuaín. Casi a renglón seguido, Barral se sacó un testarazo extraordinario pero Iker, un espectador atento hasta entonces, hizo una de las paradas de la Liga. El mejor portero del mundo apareció ante el Atlético y también en Gijón, prueba inequívoca de que este Madrid que encadena ya seis victorias consecutivas tiene puntos vulnerables. Pero sigue como líder muy sólido, a dos semanas del clásico en el Camp Nou.
Un duelo caliente, de los de antes, cuando había más leña sorda, menos cámaras de televisión y un sinfín de tópicos sobre la furia, el juego viril o el deporte de hombres, como ciertos brandis que copaban los marcadores simultáneos de los estadios y la publicidad radiofónica. Entonces, ciertamente, no había equipos femeninos actuando en campos míticos y los visitantes asumían que cualquier visita al norte era peliaguda.
Máximas revoluciones
Como prometieron los sportinguistas, con su lenguaraz técnico a la cabeza, los del Molinón salieron a máximas revoluciones. Desde luego, muchas más que ese Ferrari que en Abu Dhabi relegó a Alonso hasta la séptima plaza. Cuando Eguren se anticipó a Cristiano en una de las primeras jugadas, ya se comprobó que habría juego subterráneo. No entradas muy alevosas pero si contundencia, amagos de pelea y protestas. Muchos líos.
Es un tipo de fútbol al que no está acostumbrado el Sporting, igual que no lo estaba el Valladolid el año pasado y acabó perdiendo 1-4, pero que se le atragantó al Madrid, sobre todo en la primera mitad. Y eso que los blancos conforman ahora un equipo de calidad pero de físico poderoso, ideal para el choque y la disputa. Salvo un tiro al Higuaín al palo, tras gran pase de Özil, Juan Pablo no se vio apenas inquietado hasta el descanso.
Acelerado, ansioso pero con un deseo infinito, el Sporting equilibró el juego y también dispuso de alguna gran ocasión. La más clara, un tiro a la media vuelta de Diego Castro que desvió Pepe. Al central portugués le va la gresca. Ahora suelto una especie de coz, luego saco los brazos, más tarde doy un pisotón.Tampoco Cristiano tiene problemas para encararse a quien haga falta. No se arruga jamás.
Hasta Casillas, siempre tranquilo, amenazó a la afición con devolverle una bola de papel lanzada desde la grada. Reclamaron los asturianos un posible penalti por empujón de Carvalho en una jugada muy confusa y vieron como les anularon un gol de Sangoy por un fuera de juego aparentemente claro. Su volea fue extraordinaria. Y el Madrid se quejó de cierta permisividad de Turienzo y de un un ‘offside’ mal señalado a Özil cuando se quedaba solo. Más jaleo que fútbol.
Quizá por el cansancio o porque la bronca no suele conducir a un buen fin, el choque se tranquilizó hasta casi el final. Tuvo un desarrollo más normal, con el Madrid dominante pero sin gran fluidez. Demasiado juego frontal ante dos muros como Botía y Gregory y poca presencia de Xabi Alonso y Özil.
Juan Pablo salvó dos goles cantados al desviar un zapatazo de Di María, salir airoso de un mano a mano con Higuaín, al que antes anularon un gol por un fuera de juego, si acaso milimétrico. Mourinho ordenó poner en liza a Benzema. Esta vez, no fue el ‘Pipa’ el sacrificado. Sangoy la tuvo en una contra y después Karim también conoció a Juan Pablo, quien falló en el peor momento. Casillas hizo el resto y Botía la tomó con Cristiano.