Román A. Rodríguez- No sé yo si a usted ahora le ha dado un repentino arrebato de populismo o de coherencia, pero si le digo que llega demasiado tarde. Verá Majestad, usted y su monarquía ya no pueden reinventarse. Es demasiado tarde.

Usted es la perfecta argamasa de un Estado corrupto. Usted, y el Estado que representa se han encargado de vaciar a los españoles sus bolsillos a conciencia, de dejarlos en la más absoluta miseria, de beneficiar a los poderosos con total desprecio de la ciudadanía, de permitir separatismos, de robarles a los españoles su orgullo, de sumirlos en el caos y la desesperanza, de entregarlos a una Europa, representada por Alemania que, sin ningún pudor nos quiere aún más pobres, más sumisos, más esclavos.

Usted y su “charanga” de cohorte política partidista, sindicatos, jueces y demás estructura del estado, no importa que signo lleven, todos bien acomodados y locos por perpetuarse en el poder que se auto otorga a si mismo este Estado, presumen de una “democracia” que es una falacia, una absoluta burla al ciudadano español con dos dedos de frente.

Verá Majestad, el primer deber de un gobernante es impedir que su pueblo se muera de hambre. Usted y sus políticos, repito, no importa de que signo, se cagan en esta premisa. Permiten que los ricos, los bancos, con canallas condenados e indultados sigan mangoneando, dirigiendo, dando consejos. ¿ Cree usted que somos imbéciles?

El Estado que Usted representa es canalla, corrupto, psicópata, sumiso e idiota, sólo preocupado por mantener sus privilegios, a costa de lo que sea. Y, Su Majestad, “lo que sea” es el pueblo español. Los ciudadanos.

No voy a enumerarle la riada de nombres, situaciones, circunstacias de esta “canalla” que Usted representa y de la que se nutre.

Usted se podrá sentir muy bien arropado por ellos pero, Su Majestad, el frío soplo helado de la ciudadanía de esta gran Nación le enfría y le enfriará aún más su Regia nuca.

Este Estado corrupto, negado, enemigo de los españoles debe ser aniquilado y destruido. Una nueva Constitución y una nueva Democracia deben surgir de sus cenizas.

Usted y lo que representa están ya amortizados.

Los cuchillos, Majestad, ¿contra quién los usamos?