En octubre de 2010, un hombre de 65 años, vecino de Madrid, acudió a un restaurante alicantino para tomar algo. Pidió una copa de vino de blanco, y, cuando la ingirió, notó cómo la garganta y el esófago le empezaban a arder.

El fatal error de un camarero hizo que lo que acabara en la copa del cliente fuera lavavajillas concentrado en lugar de vino blanco. El perjudicado tuvo que estar hospitalizado durante más de 70 días, y le sometieron a diversas intervenciones quirúrgicas para reconstruirle el aparato digestivo. En total, tardó más de seis meses en recuperarse, y todavía arrastra secuelas a la hora de ingerir alimentos, según precisaron fuentes próximas al caso. El cliente denunció los hechos, y una juez de instrucción de Alicante llamó a declarar a una de las responsables del establecimiento.

Al parecer, lo que ocurrió es que uno de los camareros introdujo el lavavajillas concentrado en una botella de vino vacía para trasladarlo de un sitio a otro. Después, cuando el cliente pidió la copa, le sirvieron de la botella equivocada, que estaba a mano, tal como precisaron fuentes próximas al caso.

En principio, las diligencias se abrieron por un delito de lesiones por imprudencia, pero ahora la Fiscalía ha solicitado que se pase a falta, al considerar que la negligencia no es tan grave como para exigir responsabilidad penal, aunque el establecimiento probablemente tendrá que hacer frente a una cuantiosa indemnización.

Aunque parece muy improbable que un incidente así ocurra en un bar o restaurante, en los últimos años ha habido algunos otros casos muy similares. Al parecer, es una práctica habitual en ciertos establecimientos guardar el lavavajillas concentrado en botellas vacías.

De hecho, en 2008 en León un hombre de 73 años tuvo que ser hospitalizado en estado muy grave por una imprudencia prácticamente calcada a la de Alicante. Pidió un mosto en un bar de Ponferrada y también le sirvieron lavavajillas, que estaba dentro de una botella que alguien había guardado en la nevera. Lo mismo le ocurrió a una mujer en 2005 en un bar de Pamplona, donde también le dieron este producto en lugar de un mosto. Al parecer, este tipo de lavavajillas es incoloro y por su densidad puede pasar por vino o mosto.