Guardiola, en guerra con Vox para rematar al PSOE
Mayte Alcaraz.- No siempre los adelantos electorales dan buenos resultados. A Isabel Díaz Ayuso en 2021, se los dio. Y también a Juanma Moreno, en 2022. Ahora le toca probar suerte a María Guardiola Martín (Cáceres, cumplió anteayer 47 años, el día que arrancó la campaña en su tierra). El 21 de diciembre, a las puertas de la Nochebuena, la presidenta extremeña comprobará si fue buena o mala la idea de adelantar los comicios que no estaban previstos hasta 2027. A Artur Mas le fue fatal en 2012, así como a Mañueco en 2022. Pero María la Extremeña, como gusta llamarse, ha sopesado muchos pros para la decisión: pillar al candidato procesado socialista, Miguel Ángel Gallardo, en una crisis sin precedentes de credibilidad de su partido y «retratar» a Vox, que no ha querido aprobar sus presupuestos. Las urnas dirán si acertó o se pasó de frenada: por el momento las encuestas señalan un crecimiento importante de su candidatura, pero también del partido de Abascal, con el que tendrá que contar para ser investida, aunque insiste en que no quiere.
Solo cuenta a priori con un previsible triunfo: el desplome brutal del PSOE de Sánchez, en caída libre por la corrupción y por sus cesiones a los independentistas. Convocar antes ha sido, según su entorno, «una decisión personal», que trasladó a Génova, y que ha obligado a los socialistas extremeños a arrostrar, contra la voluntad de medio PSOE e incumpliendo su código ético, a un aspirante que se enfrenta a un juicio por prevaricación y tráfico de influencias en la contratación del hermano del presidente del Gobierno. Un cortafuegos para el hermano del encausado; razón por la que le ha mantenido.
La primera mujer presidenta en Extremadura y funcionaria del grupo A, aspira, contra todo pronóstico, a lograr mayoría absoluta para no tener que contar con el partido que está a su derecha. Abascal y Guardiola mantienen una relación muy tensa, antipatía que ninguno de los dos esconde. Acaba de sugerir el líder de Vox el relevo de la baronesa si no se aviene a negociar con él un programa de máximos. Ella le ha llamado «machista», él a ella «la Irene Montero del PP» y Feijóo la ha respaldado asegurando que «nuestros candidatos no son marionetas». El enfrentamiento viene de lejos dado que la aspirante popular, que disfruta de una excelente relación con el líder del PP, y no menos buena con Ayuso, protagonizó uno de los episodios políticos más polémicos tras las elecciones autonómicas de 2023; ya entonces demostró su escasa sintonía con el partido de Abascal.
Una lección muy aprendida en las consultorías de comunicación es que los políticos son los ciudadanos mejor alimentados porque tarde o temprano tienen que tragarse sus palabras. María Guardiola tuvo que hacerlo con las suyas cuando, en plenas negociaciones para formar Gobierno con Vox, manifestó que «no puedo dejar entrar a quien no condena la violencia machista» y, con vehemencia, descalificó al partido cuyo concurso, en mayor o menor medida, era imprescindible para convertirse en la primera mujer, además sin carné de partido, en presidir esa tierra de conquistadores. No quiso caldo, pero tuvo que tomarse una taza hasta el borde e incluir a un consejero de Vox, que luego salió del Gobierno por las medidas en torno a los menores no acompañados. Guardiola resolvió el entuerto con muchas lágrimas y un baño de realidad, que quizá tenga que volver a darse el día 21. Porque es difícil que se acerque a los 33 escaños de la mayoría absoluta en la Asamblea extremeña, lo que abocaría de nuevo a un bloqueo institucional como el que se produjo en 2023. Pero de lo que sí servirá esa jornada adelantada es de banco de pruebas sobre dos cuestiones capitales con vistas a las generales: medirá la dimensión del ascenso de Vox, al que apuntan todas las encuestas, y calibrará el daño que la connivencia de Sánchez con la corrupción podría hacer a su partido.
La presidenta extremeña, de marido e hijos (Carmen y Jorge) del Barça y apellido culé, es una de las voces más atípicas de su partido. «Yo soy yo y lo único que me importa son los extremeños», sostiene. Tiene una excelente imagen entre los que han trabajo con ella, que le reconocen una sólida formación académica -se graduó en Empresariales- y una habilidad gestora que engrasó durante su paso por la secretaría de Hacienda de Monago. Tras recalar en la política municipal en su Cáceres natal dio el salto a la escena nacional de la mano de Pablo Casado y García-Egea, que la eligieron para sustituir a Monago. Como Mazón, consiguió ser confirmada por Feijóo y ganar la batalla a su eterno oponente, Fernando Pizarro, el alcalde de Plasencia. Enseguida supo que si defendía un discurso moderado podría convertirse en una candidata transversal -hoy Feijóo fía a ese perfil y al voto útil noquear al moribundo PSOE extremeño-, a la que respaldarían incluso los tradicionales electores de Ibarra o Vara, desencantados por la connivencia del partido regional con los desafueros de su jefe de Moncloa. Terminó empatando en escaños con el fallecido Vara, pero el expresidente no logró ahormar una mayoría.
La estrategia de lavado de cara del PP extremeño la dirigió Santiago Martínez-Vares, ex asesor de Zoido en el Ayuntamiento de Sevilla, que fue sacrificado cuando la fallida negociación con Vox, que casi hizo saltar por los aires la posibilidad de Gobierno para la derecha. Pero lo cierto es que esa centralidad del partido hizo daño al voto casi biológico de la izquierda en Extremadura, que encontró acomodo en el PP de Guardiola. Una Comunidad bien subvencionada con dinero público, que durante 40 años se le había atragantado al PP, con el paréntesis de 2011 a 2015 de la efímera legislatura de Monago, quizá otro perfil indómito como el de la aspirante a revalidar el puesto.
Hoy, su principal objetivo es mantener abierta la central nuclear de Almaraz y salvar sus 4.000 puestos de trabajo, además de dotar a su Comunidad de un tren moderno. Su perfil feminista, heredado de su madre y su abuela, le servirá para poner contra las cuerdas al PSOE de Ábalos, Salazar y Tito Berni. Cuando el tristemente fallecido Vara le entregó las llaves de la vivienda presidencial hace dos años, «la casa del río» como es conocida en Mérida, le dijo cariñosamente: «Es tu momento, María». Veremos si con el concurso de Vox o sin él. Lo que es indiscutible es que, con su guerra abierta con Abascal, aspira a procurarse votos desencantados del PSOE y rematar así a Guerrero, meses antes de verle sentado en el banquillo junto al hermanísimo.












