Imagina entrar en una ciudad donde las familias cristianas numerosas no son acusadas de egoísmo por dañar el planeta, sino que son el pilar de la sociedad. Un lugar donde los hombres son hombres, las mujeres son mujeres y los niños son celebrados como dones de Dios, no como cargas que administrar. Donde las leyes prohíben envenenar las mentes jóvenes con propaganda LGBT, no solo en las escuelas, sino en todas partes. Nada de «cuotas de diversidad», nada de adoctrinamiento de la derecha política, nada de invocaciones satánicas en el ayuntamiento.

Imagina una ciudad sin grafitis ni vagabundeos insaciables por culpa de las drogas. Imagina un alcalde —o un gobernador— que no se avergüence de defender la civilización cristiana. Deja de imaginar. Este lugar es real. No está en Texas ni en Tennessee, está en Rusia. Y quien la dirige es Gleb Serguéievich Nikitin, gobernador de la región histórica de Nizhni Nóvgorod.

Nacido en San Petersburgo en 1977, Nikitin ascendió en la administración pública rusa, destacando por su alta formación y eficiencia. Junto con Josef Schutzman, un católico tradicional cuya familia de ocho miembros se mudó de Estados Unidos a Rusia, y Fabrice Sorlin, padre de una familia de diez que se mudó a Rusia desde Francia, me reuní con el gobernador Nikitin. Fue una reunión formal en la que estuvieron presentes un traductor profesional, el vicegobernador y el director de la agencia recién creada para acoger a las nuevas familias.

El gobernador explicó que la demografía ha exigido una apertura a la vida. «Sufrimos guerras, hambrunas, revoluciones, etc., y perdimos a mucha gente, por lo que tuvimos que dar un giro», explicó.

Nizhni Nóvgorod se ubica en la confluencia de los ríos Volga y Oka, el «Corazón de Rusia», como se le conoce desde hace mucho tiempo. Fundada como fortaleza en 1221, se convirtió en un bullicioso centro comercial y sigue siendo uno de los núcleos religiosos, culturales y económicos más importantes de Rusia. La región es profundamente ortodoxa, con 600 iglesias ortodoxas, pero también cuenta con una pequeña y vibrante comunidad católica, con una iglesia en la ciudad y otra en construcción. Hoy, con más de tres millones de habitantes, es una encrucijada viva de fe, industria y educación, y, bajo el mandato de Nikitin, un lugar donde las familias numerosas vuelven a ser valoradas.

Lo que ocurre en Nizhni Nóvgorod refleja algo más profundo en toda Rusia. El país es abiertamente pro-familia. Tanto es así que, cuando una madre da a luz a su décimo hijo, es invitada al Kremlin a una cena de Estado, donde el presidente Vladímir Putin le entrega personalmente el premio a la «Madre Heroica». Imagínese. En Rusia, las madres de familias numerosas son tratadas como heroínas. En Occidente, a menudo son objeto de burla. Esto lo dice todo sobre el rumbo que están tomando nuestras sociedades y sobre quién comprende aún qué es lo que realmente construye una nación.

Sin embargo, la visión del gobernador Nikitin no se limita a los rusos. Contribuyó a la creación de la Agencia OKA , dirigida por Jakob Pinneker, para acoger a familias extranjeras, especialmente a aquellas que huyen del declive moral de Occidente. La agencia ayuda a familias creyentes, emprendedores y profesionales a reubicarse en Nizhni Nóvgorod, agilizando los trámites de visados ​​y vivienda. Es un salvavidas para quienes desean criar a sus hijos en un lugar que aún valora la verdad y la cordura. Mientras que los gobiernos occidentales expulsan a las familias cristianas mediante impuestos y adoctrinamiento, Nizhni Nóvgorod les da la bienvenida.

El pilar de la política familiar de Nikitin es OSNOVA, el Proyecto Vida de Nizhni Nóvgorod, que forma parte del plan quinquenal para la familia (2025-2030). «Osnova» significa «fundación», y eso es precisamente lo que representa esta iniciativa: la base para una cultura de la vida. Su núcleo es una Renta Básica Universal para Padres: hasta un millón de rublos por hijo, que se otorga a todas las familias sin tener en cuenta sus recursos. Cada nueva vida se considera una bendición. Otras medidas incluyen ayudas para familias numerosas y estudiantes embarazadas, vales para artículos básicos para recién nacidos, barrios residenciales para familias y asesoramiento psicológico para madres con riesgo de aborto.

Cuando conocí las ambiciosas políticas de Nikitin, le pregunté directamente: «¿Es usted el gobernador más provida de Rusia?». Sonrió con humildad: «Hay otros que hablan más alto que yo. Pero nosotros hemos invertido más que nadie para garantizar el bienestar de las familias y los niños». Esa humildad es admirable: menos retórica y más realidad. Mientras los políticos occidentales hacen alarde de sus virtudes, él construye donde otros solo hablan.

En una época en que tantos líderes ven a los niños como una carga y la fe como algo anticuado, Gleb Nikitin representa una contradicción: un hombre que gobierna con la valentía de un padre y el corazón de un creyente. Y tal vez el renacimiento de la civilización cristiana no comience en Washington ni en Bruselas, sino en Nizhni Nóvgorod , donde innumerables campanas proclaman que la fe, la vida y la familia siguen siendo sagradas.