¿Trump es tonto y los estadounidenses también lo son?
Reconozco que quienes califican mi pluma de “barriobajera” tienen parte de razón, y hoy voy a darles un motivo más para pensarlo. No voy a defender al impresentable de Donald Trump, pero sí quiero explicar lo que me incomoda profundamente: detesto que intenten manipularme como si fuera un ingenuo.
En nuestro país, cada vez que se publica una noticia sobre Trump, es para mostrar una barbaridad vergonzosa, algo “imperdonable”. Sin embargo, las noticias que en Estados Unidos se celebran —cuando cumple promesas de campaña como poner freno a competidores comerciales— apenas nos llegan. Y si lo hacen, reciben unos segundos fugaces en los medios. La narrativa predominante es ridiculizarlo, demonizarlo y, sobre todo, convencernos de que es un tonto.
Es cierto que Trump ha tensionado el equilibrio mundial hasta colocarlo en un alambre, con el riesgo real de un desastre internacional. Esa es mi conclusión personal, no el producto de la propaganda “progresista” que se nos cuela cada día. El objetivo de esa narrativa es claro: que en este país terminemos pensando que Trump es un idiota… y que los estadounidenses que lo votan también lo son.
Pero la realidad es que nos quieren manipular a diario. Hace nueve años, los estadounidenses votaron por Trump. Cuatro años después, eligieron a Biden —presentado aquí como un líder impecable—, y otros cuatro años más tarde, volvieron a apostar por el mismo Trump que ya conocían. ¿Por qué? ¿Acaso cada cuatro años intercambian a los “idiotas” que votan a Trump por los “inteligentes” que votan a Biden y Kamala Harris? Evidentemente, no.
Son los mismos ciudadanos, con las mismas preocupaciones, quienes han votado a uno y a otro. Y en el caso de Trump, lo han hecho por razones que, nos gusten o no, están claras: reforzar el balance comercial internacional y frenar la inmigración ilegal.
Podré estar de acuerdo o no con esas políticas, pero no acepto que me tomen por ingenuo. No necesito que me vendan la idea de que los votantes de Trump son idiotas y los de Biden, brillantes. Prefiero sacar mis propias conclusiones sin tragarme el menú diario de manipulaciones mediáticas.
No toda la izquierda es la panacea mundial y la derecha el desastre para nuestros hijos.
¡Váyanse al carajo!











