El Madrid logra una victoria terapéutica ante el Rayo (6-2)
D.M.- El Real Madrid cerró con goleada un partido que comenzó con susto. Michu adelantó al Rayo a los 15 segundos y los de Vallecas mandaron durante media hora ante un Madrid literalmente incapaz de jugar el balón. La salida de Özil por Lass cambió el guión del partido, que al descanso ya pintaba blanco, gracias a los goles de Cristiano e Higuaín. En la segunda mitad, dos penaltis acabaron de hundir a un Rayo que no sacó provecho de la absurda expulsión de Di María. Varane, que marcó de espuela y Benzema, con un latigazo marca de la casa, pusieron los detalles de calidad a un marcador con muchos más goles que juego. Y, previsiblemente, efectos terapéuticos en un Madrid necesitado de árnica.
Hubo muchos partidos dentro del partido. Habitualmente, cuando esto ocurre las consecuencias suelen ser positivas para el Real Madrid, que vive como nadie en el caos. El descontrol es el entorno ideal para que aflore el talento individual de los jugadores. Y ahí el Madrid anda sobrado.
Pero antes de que el partido se pusiera de cara para el Madrid pasaron muchas cosas, y casi todas malas para los blancos. O excelentes por parte de los visitantes. Michu marcó a los 15 segundos de juego tras una pérdida absurda de Lass, que quedó a la altura del betún al ser señalado por Mourinho -lo envió a la ducha a la media hora- y por la comparación con el Lass del Rayo, claramente el mejor de los tocayos. Tras el gol, el Rayo se sintió con fe para desarrollar su plan y apretar arriba, desnudando las miserias del centro del campo del Madrid. Xabi volvió a estar gris, Lass ni estuvo y los centrales blancos, Varane y Albiol, se vieron superados por la situación, aunque por motivos distintos. El francés aún está tierno, y el español afrontó con cierto tembleque su estreno en la temporada. Ambos, además, quedaron retratados en el gol de Michu, reaccionando tarde a un despeje de Casillas que, por otro lado, debió ser hacia un lado, no al centro.
El Rayo mandaba, Lass era un dolor de cabeza por derecha e izquierda y el Bernabéu pitaba. Mourinho decidía cambiar de dibujo, sacando a Özil para echar una mano en el medio. En realidad, dejó a Xabi solo y colocó una línea de cuatro por delante. El Madrid se lubricó con la entrada del alemán y, sobre todo, con el paso al frente de Marcelo, que arrancó con una timidez que limitaba su fútbol tanto como la amenaza de Lass. El brasileño empezó a pisar campo rival, con ruletas, controles descarados y la meta rival siempre en la cabeza. Con todo, el gol del empate llegó en una contra, lanzada por Kaká y finalizada por Cristiano. El gol liberó al portugués, un futbolista que refleja como ningún otro el estado de ánimo del Madrid. Empezó angustiado, reclamando ese protagonismo que, en ocasiones, le limita a él y a su equipo. Tras el gol, incluso tuvo el detalle de permitir a Xabi lanzar una falta. El centrocampista no buscó el disparo, sino el balón al segundo palo, desde donde Ramos -en posición que alimentará debates y tertulias hasta la próxima- asistió a Higuaín para el 2-1.
Seguramente, fue mucho premio para el Madrid y un excesivo castigo para el Rayo, que en el segundo tiempo sólo tuvo la opción del suicidio. El plan se vio favorecido por la expulsión de Di María, inexplicable en un jugador de alto nivel, salvo por ese estado de angustia que rodea a su equipo. Con diez, el Madrid se metió en la trinchera y esperó las contras. Al Rayo no le quedaba otra que meterse en la trampa, pese a saber que ello le condenaría a llevarse un revolcón. Y así fue. Otra contra acabó en un penalti de Movilla sobre Kaká, tan incontestable como el lanzamiento de Cristiano, que la reventó contra la escuadra.
Michu acortó distancias a la salida de un córner -el Madrid defendió mal los balones parados-, pero Varane cerró el partido con una ‘delicatessen’ inesperada por parte de un central de más de 1,90 y sólo 18 años: subió al rematar un córner y midió mal para el cabezazo, pero sacó la espuela para rematar el centr de Özil. El alemán fue también quien condujo otra contra antes de asistir a Benzema, que firmó el quinto con un derechazo impecable desde fuera del área. Y fue el mismo Özil el que filtró el balón que dejó solo a Ronaldo, derribado por Dani, para hacer el sexto. Es Özil, en definitiva, el tipo de jugador que te puede sacar de un aprieto, aunque Mourinho tenga en tal alta estima a futbolistas como Khedira o Lass. Pero tanto si es para dominar como para jugar a la contra, la elección está clara. O, al menos, debería.