El recibo de la luz vuelve a ser un quebradero de cabeza para los presupuestos de los hogares y empresas. Solo en enero y febrero, su precio ha subido un 80% al pasar de los 57 euros de media en ese mismo período de 2024 a 102,5 euros el megavatio/hora. Solo en febrero, el recibo se incrementó en un 170%. Cayó la contribución de la eólica y aumentó la hidráulica y la nuclear, con un 22,2%. Precisamente estos días, la Unión Europea ha pedido a España “limpiar” el recibo de la luz de costes regulatorios que poco tienen que ver con el consumo y que ahorrarían a los consumidores unos 16.000 millones. También modificar los impuestos, por ejemplo, volver a bajar el IVA del 21% en que el Gobierno ha vuelto a situarlo al 5%. Una iniciativa que cuenta con el visto bueno del PP, que en los próximos días presentará una propuesta en este sentido en el Congreso de los Diputados y a la que ya se ha negado el Ejecutivo.

La energía, su precio y la seguridad en el suministro, es un asunto que el Gobierno no muestra interés en abordar, cuando es de vital importancia mientras siga en marcha el plan para apagar las centrales nucleares. La nueva vicepresidenta para la Transición Energética se ha desentendido estos días pasando todo el peso de la decisión a las empresas propietarias de los reactores. Y ya la tiene. Endesa e Iberdrola han enviado una carta al gobierno en la que se muestran partidarias de cancelar el apagón, que tiene previsto su inicio en 2027 con Almaraz.

Pero, no solo las empresas propietarias están denunciando la locura de cerrar las centrales nucleares por su impacto en los precios, la seguridad y el medio ambiente. Un grupo de 32 empresas multinacionales y organizaciones profesionales han firmado esta semana un manifiesto en favor de la energía nuclear y para que se evite un cierre que elevará el consumo de gas, lo que subiría la factura de los hogares un 23%, la de la industria un 35% y un 73% las emisiones. Únicamente Almaraz genera el 7% de la energía eléctrica que consumen 4 millones de hogares, da empleo a 2.900 trabajadores y aporta estabilidad a la red con emisiones comparables a la de las renovables. Sin olvidar que todos estos movimientos se están produciendo en un contexto en el que la mitad de las solicitudes de nuevas industrias se deniegan por falta de capacidad en la red eléctrica. Igual la señora Aagesen recapacita sobre el daño que su empecinamiento ideológico está haciendo a la competitividad de nuestras empresas y a las inversiones estratégicas.