En el planeta Tierra existen lugares que sorprenden tanto por sus paisajes como por sus culturas. Uno de los últimos países en conquistar y colonizar fue Nueva Zelanda, lugar mágico, misterioso, desconocido para la gran mayoría y poseedor de una naturaleza y vida capaz de cautivar a los más experimentados y sagaces viajeros. “Los maoríes son el pueblo indígena de Nueva Zelanda. Uno de los rasgos más significativos de los maoríes son los tatuajes faciales en los que cada signo representa una gran hazaña en su historia personal, permitiendo de esta forma distinguir a qué tribu pertenecían” indican desde RANDAGIO TRIBE TATTOO expertos en la realización de tatuajes maoríes tradicionales.

Según la mitología maorí, sus ancestros partieron hace más de 1.000 años de la isla polinesia de la que eran originarios, Hawaiki, en siete barcas dando de esta forma lugar a las siete tribus originarias maoríes. Durante años vivieron aislados del resto del mundo y crearon una cultura en la que existe una conexión especial con los elementos de la naturaleza, dotándolos de una enorme espiritualidad.

Las guerras entre tribus eran habituales, los guerreros pertenecían a la clase media y antes de entrar en combate realizaban la “haka” o danza de los guerreros, que no tenía otro fin que intimidar al adversario a través de cantos y gritos que mostraban al enemigo su poder, valentía y fuerza.

“Los tatuajes maoríes no eran exclusivos del género masculino, las mujeres maoríes se tatuaban las barbillas haciendo referencia a su unión con un guerrero. Además, los tatuajes también formaban parte de los rituales llevados a cabo al pasar de la adolescencia a la madurez”.

Como indican desde RANDAGIO TRIBE TATTOO “los antiguos tatuadores maoríes (tohunga ta moko) empleaban un cincel hecho de hueso de albatro y un mazo, los pigmentos se obtenían de un hongo de larvas de polillas y tizones quemados”.