Rubén Castro (i) e Iñaki Williams (d)

AD.- Sabíamos que el feminismo radical es una de las herramientas básicas de las élites mundialistas para diluir el papel fundamental que desempeña la familia tradicional en las sociedades occidentales. El feminismo radical ha sido desde sus inicios una rama del marxismo. Los que dirigieron el movimiento feminista desde la sombra, subvirtiendo el orden natural de la familia a través de la guerra de sexos, siguieron a la perfección la hoja de ruta del revolucionario Antonio Gramsci, que hablaba de la “larga marcha” de las ideas marxistas hasta conquistar la hegemonía cultural. Que nadie se engañe, el feminismo tiene poco que ver con los derechos de las mujeres. Las ideologías de género responden al interés de los poderes mundialistas para sustituir la “complementariedad” entre hombres y mujeres por una lucha de sexos, con un claro objetivo: destruir los fundamentos de la civilización cristiana. Baste en ese sentido el posicionamiento de las feministas radicales en contra de los valores tradicionales. Y deben ver el panorama tan a su favor que ya ni siquiera se valen de la sutileza para que no afloren demasiado sus contradicciones.

El viaje a los infiernos de Rubén Castro

Rubén Castro.

El juzgado de lo penal 14 de Sevilla absolvió al delantero español Rubén Castro, actualmente en la Unión Deportiva Las Palmas, de maltrato a su expareja, con la que mantuvo una relación sentimental entre los años 2011 y 2013 “presidida por el conflicto”.

La sentencia explicó que “no ha quedado acreditado” que el futbolista hubiera “empleado la violencia como método de imposición y sometimiento de la voluntad” de la denunciante, con la que el jugador tuvo “continuos desencuentros y numerosas desavenencias y discusiones”.

El juez afirmó que las cuatro declaraciones de la denunciante durante el proceso han carecido de “concordancia y coincidencia” y han incurrido en “contradicciones”.

Sin embargo, redes sociales, medios de comunicación y aficionados del fútbol ya habían condenado con anterioridad al delantero sin esperar a una resolución judicial.

Los medios de izquierdas, a degüello contra él

La Sexta, como recogen algunos tuiteros, ha llevado la noticia de la decisión judicial asegurando que ‘’Rubén Castro se libra de la cárcel’’, poniendo en tela de juicio su inocencia.

Más grave fue el titular que le dedicó el pasado 3 de marzo el diario El Plural, dando por hecho que Castro había maltratado a su expareja: ‘’El Betis celebra el Día de la Mujer con un maltratador en el césped’’.

‘’Hasta ahora y desde que estalló el caso hace cuatro años, el club no ha tomado ninguna medida contra el jugador ni tampoco la grada verdiblanca se lo ha exigido. La misma tolerancia han mostrado los medios de comunciación y las instituciones locales y autonómicas andaluzas. Castro es el goleador del equipo y figura habitualmente en el once titular’’, explicaba el diario izquierdista.

En el campo de fútbol, también ha recibido lo suyo. La Liga de Fútbol Profesional presentó una denuncia ante la Comisión Antiviolencia por algunos cánticos que se produjeron en un encuentro disputado entre el Athletic y el Betis.

En el citado informe se recoge que en el minuto 40 de partido desde se ‘’entonaron de forma coral y coordinada durante aproximadamente 5 segundos’’ el cántico ‘’Rubén Castro, maltratador’’. Algo similar se vivió un año antes en el encuentro entre el equipo sevillano y el Celta de Vigo, donde se produjeron los mismo incidentes.

Víctima en las redes

También las redes sociales fueron escenario de múltiples ataques al futbolista. Uno de sus protagonistas, cuyo vídeo ha sido rescatado precisamente después de la resolución judicial, fue el cocinero vasco Karlos Arguiñano, un cuentista más falso que un euro de madera.

Iñaki Williams, la otra cara de la moneda

Iñaki Williams.

Por otra parte, el futbolista del Athletic Club de Bilbao Iñaki Williams y su novia vasca fueron grabados en dos momentos diferentes mientras mantenían una fuerte discusión durante las celebraciones del Aste Nagusia.

En el primer vídeo, el delantero aparece sentado mientras la joven le recrimina su actitud, le acaba empujando y, a continuación, el futbolista se incorpora y le lanza un escupitajo.

En el segundo vídeo, aparece el delantero gritando en repetidas ocasiones “la has cagado”.

Arguiñano criticó el apoyo de la afición del Betis al “maltratador” Rubén Castro. De las pancartas a favor de ETA en los estadios vascos, ni una palabra.

No consta que ni una sola asociación feminista se haya pronunciado sobre los hechos. Tampoco los medios informativos de la izquierda que lincharon a Rubén Castro a contrapelo de su presunción de inocencia. Igual de llamativo ha sido el silencio de Arguiñano, cuya chusquedad moral es de sobra conocida. Tras lanzarse a degüello contra el jugador canario, quien en mayo de 2017 admitía haber tenido amigos de ETA nos privaba de uno de sus falsos monólogos moralizantes a cuenta del escupitajo a la joven vasca. La democracia española establece unas pautas morales tan indigestas como los guisos de Arguiñano. Tanto es así que sólo en una sociedad tan enferma como la nuestra se atrevería a predicar sobre cuestiones éticas el declarante ante la Audiencia Nacional sobre supuestos pagos a ETA del llamado “impuesto revolucionario”. Claro que tal vez la razón de su silencio haya sido mucho más prosaica: que el cobarde, por ejemplo, no se haya atrevido a reconvenir a alguien que no es de raza blanca ni miembro de la banda terrorista ETA.

Asistimos al mayor cúmulo de contradicciones y mentiras al que haya tenido que enfrentarse nunca cualquier civilización. Nos enfrentamos al totalitarismo ideológico de la izquierda, santificado por lo políticamente correcto, que se expande víricamente sobre una abrumadora e irracional mescolanza ideológica y sobre un repugnante batiburrillo de instrucciones falsamente moralizantes. Este certificado de dogmática superioridad moral que el pensamiento débil y líquido otorga a la totalidad de los juicios de valor ha abierto una puerta fatal a la infantilización intelectual de nuestras sociedades, al quebranto de cualquier proyecto basado en una clara autoridad ética y a un “todo vale” global que en Europa y Estados Unidos, y especialmente en España, ha alcanzado niveles de ruindad y demérito difícilmente superables.