Ayaan Hirsi Ali: «La lealtad es la clave para la integración de los inmigrantes»
ABC Reproducido.- «Sí, llevo seguridad, pero comprenderán que no entre en más detalles», afirma con determinación Ayaan Hirsi Ali, mientras mira hacia ambos lados de la sala. Y es que la activista política somalí, tras vivir durante años en la cárcel de la intolerancia, impuesta por una religión, el Islam, se tiene que enfrentar día a día, y desde hace ya varios años, a otra cárcel, la de vivir bajo protección las 24 horas. El motivo: las reiteradas amenazas de muerte que ha recibido desde que decidió no callar y luchar contra los abusos que sufren las mujeres musulmanas. Una lucha que quedó reflejada en el filme «Sumisión» (2004), del que fue guionista, realizado por el cineasta holandés Theo van Gogh, también amenazado de muerte y que finalmente fue asesinado en la puerta de su casa. Sobre su pecho, el radical que le arrebató la vida dejó clavada una carta dirigida a Ayaan Hirsi Ali.
Hoy, esta mujer que ya ha traspasado la frontera de los cuarenta, sigue con la lucha pero ha cambiado su cuartel general. Tras vivir en Holanda, donde estudió Ciencias Políticas y llegó a formar parte de su Parlamento, cambio su residencia a Estados Unidos, donde vive desde hace unos años. Allí ha abierto su propia fundación para defender los derechos de las mujeres en Occidente frente al islamismo radical. «Mi destino final ha resultado ser Estados Unidos. América es hoy mi hogar», afirma en su libro de memorias «Nómada. Del islam a Occidente, un itinerario personal y político», que acaba de publicar en España Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, que ya ha editado en nuestro país otros dos títulos de la misma autora: «Yo acuso», una recopilación de discursos, y «Mi vida, mi libertad», su autobiografía.
Una legislación ambigua
En su último volumen, además de trazar un mapa sobre sus vivencias, su familia y su «desarraigo» personal, Ayaan Hirsi Ali denuncia los problemas que los inmigrantes musulmanes se encuentran cuando se instalan en Occidente, y avisa de los peligros que pueden producirse si no se atajan ciertos problemas. «Uno de los errores —explicó durante la presentación del libro— es la ambigüedad en las leyes de inmigración para las personas que proceden de países islamistas y llegan a Occidente. Los que vienen aquí gozan de derechos pero las obligaciones son vagas». Un aspecto que están explotanto los partidos populistas «para conseguir votos», como acaba de suceder en Finlandia. «Es importante que Occidente exija, si quieres estar en un país, no sólo que aprendas su idioma y cumplas las leyes, si no que aceptes su sistema de valores. Las personas que llegan a un país, lo hacen de manera voluntaria», subraya Hirsi Ali, para quien la clave para una buena integración hacia el país de acogida es la «lealtad», «un concepto amplio —reconoce—, pero que en Estados Unidos incluye pagar impuestos o participar en las fuerzas armadas».
La activista considera que las causas de esa actitud tan «laxa» hacia el comportamiento de otras culturas o religiones radica en un cierto «relativismo que ha llevado a los occidentales «a creer que no se deben meter en cómo piensan y viven los demás». Y reclama, además, cierta «reciprocidad». Es una evidencia el «escaso eco que hay en Occidente de los abusos que sufre el Cristianismo en otros puntos del planeta donde esta religión es minoría».
Durante la presentación, no faltaron las referencias a la polémica suscitada por el uso del velo en Occidente, prohibido en Francia. «El burka está hecho para controlar la conducta sexual, evitando la libertad de la mujer porque el hombre es incapaz de controlar sus instintos sexuales», afirma la ensayista, «pero también es un elemento que en los últimos años se ha convertido en un símbolo político al que se han aferrado los islamistas más radicales. El debate —añade— no debería quedarse ahí. El burka debería ser tan solo un punto de partida para una discusión más amplio sobre la forma de vida de las personas en general».
Ayaan Hirsi Ali alerta sobre la situación de las mujeres musulmanas en un mundo occidental que no le pone límites a las leyes radicales del Islam. «Si esto no se hace, supondrá un lastre para el progreso de estas mujeres en Occidente». Considera que sí bien los valores de Europa o Estados Unidos no están en declive, «sí están amenazados por otras culturas como la China o la sharia del Islam que violan los derechos humanos de manera reiterada».
Preguntada sobre el papel de la mujer en las revoluciones en los países árabes, Ayaan Hirsi Ali tiene constancia de su activa participación en Egipto, «pero una vez derrocado Mubarak, las mandaron a casa y no las han dejado participar en la creación de la nueva constitución», se lamenta.