Rafael Nadal se lo ha merecido durante todo el año. Solo tuvo que confirmarlo ante Chung en su estreno en el Masters 1.000 de París. Con una sufrida victoria, el balear sigue en el torneo y se asegura terminar 2017 como número 1 del mundo.

Por sus resultados durante el curso y sobre todo por su siempre altísima ambición, el tenista de Manacor vuelve a la atalaya del tenis mundial por cuarta vez en su carrera. Un éxito tremendo que da buena cuenta de que a Nadal solo lo pueden tumbar las lesiones, pero siempre se levanta más fuerte de ellas.

Ante el surcoreano Chung no firmó un gran partido, con muy mal porcentaje de saque y siempre teniendo que levantar jugadas de peligro. Perdió su saque en varias ocasiones en el primer set, y no fueron más porque levantó hasta tres bolas de break con 2-2 y con 5-5. Incómodo siempre en la pista, no tuvo la agilidad de otros encuentros, ni las rapidez de ideas y piernas que ha demostrado en este brillante curso.

Pero Nadal es ejemplo vivo de constancia y esfuerzo. A pesar de perder una ventaja de 5-2 a favor en la primera manga, no dejó alimentar la esperanza a su rival con 5-5 y cerró el primer capítulo al resto.

En la segunda, todo fue algo más fácil, por fin salió mejor el saque y con él la iniciativa con la derecha. Se apagó también la efusividad del 55 del mundo y se encendió Nadal. Con un 6-3 y un juego más contundente, el balear se estrena en París con victoria y ya es número 1 hasta 2018, pues Roger Federer, ausente en el último Masters 1.000 del año, prefirió descansar hasta la Copa de Maestros de la próxima semana.