Protesta de los antitaurinos

Ángel González Abad.- El pasado domingo clarines y timbales volvieron a sonar en la plaza Santa María de Bogotá tras cinco años de silencio. La Corte Constitucional colombiana le quitó la razón a un alcalde antitaurino que sin encomendarse ni a Dios ni al diablo echó el cerrojo al coso de la capital. Claro que la reapertura no fue fácil porque hordas de antitaurinos organizados como guerrilla urbana agredieron de palabra y obra a los más de diez mil aficionados que llenaron la plaza en una fiesta de libertad.

¿Les suena a algo esta historia? El Parlament, la Monumental de Barcelona, los antitaurinos, el Tribunal Constitucional… Y esos cinco años de libertad cercenada.

Con una diferencia, la batalla final allí se ha ganado. La razón y la ley, pudieron con ese auténtico asalto a los aficionados, organizado por el sistema antitaurino, que se ha entregado ya sin cortapisas a la violencia.
En Cataluña, de momento todo es espera para volver a anunciar una corrida de toros tras la sentencia del Tribunal Constitucional que tumbó la prohibición de la Cámara autonómica. Los rumores de que el silencio de la propiedad de la Monumental, el de sus gestores y el de todo el entramado taurino, es una estrategia, ojalá sea verdad. Pero si de toros hablamos, personalmente prefiero el toreo de muleta adelantada, que el de engaño retrasado y paso atrás. Y dando la cara y batiéndose el cobre con esas hordas de antitaurinos que por estas tierras también actúan, ha estado siempre esa admirable resistencia de aficionados catalanes gracias a la cual la Fiesta sigue viva.

Esperemos que la estrategia de propiedad y gestores del coso de la Ciudad Condal surta efecto, pero no mucho más tiempo. El ejemplo de Bogotá es claro, el camino paralelo. Solo falta anunciar a tres toreros y seis toros. La Fiesta en toda su dimensión, que la guerrilla antitaurina ya aparecerá. Pero frente a ellos, razón, ley y libertad.