Esas excesivas cortesías
H. Tertsch.- La diputada Marian Beitialarrangoitia anunció ayer muy solemne que ellos, su organización Bildu que surgió como brazo político de la banda terrorista ETA, busca sus referentes en «los países más avanzados de Europa» y no en este Madrid atrasado y reaccionario de Mariano Rajoy. El presidente del Gobierno, que parece disfrutar en estos debates parlamentarios muy especialmente en sus diálogos con los peores enemigos del Estado, no se dejó por supuesto ofender tampoco por ella y la trató con enorme cortesía. Beitialarrangoitia no habla mal. Cierto que viste con ese uniforme abertzale de desaliño codificado que parece tener que probar que se vive en el bosque con Kaspar Hauser, se duerme en un coche o se quiere asustar a la suegra. Pero esta mujer articula mucho mejor sus malas ideas que los eslabones perdidos que el filoetarrismo solía enviar a la Villa y Corte. Rajoy con estos radicales siempre es un bienqueda. Y por ello no contestó como habría sido necesario para aclarar unas cuestiones que pronto pueden tener cierta urgencia a la vista del tono de las intervenciones de otros enemigos del Estado como el propio Iglesias. Porque cuando Beitialarrangoitia le dijo a Rajoy que ellos prefieren mirar hacia otros países europeos más avanzados, el presidente debió decirle que tenga cuidado y no mire mucho, porque acaba de extraparlamentaria. Porque en todos los países europeos más avanzados, que lo son precisamente por cosas como esta, los enemigos del Estado, de su unidad, de su integridad, de su soberanía y su Constitución, no están en el Parlamento, sino en la marginalidad extraparlamentaria.
Solo España, señora Beitialarrangoitia, es tan ridículamente generosa con los enemigos de la Constitución que les permite acudir a las elecciones, les paga la campaña, les perdona los delitos y les entrega televisiones y radios públicas y privadas. Cuando intervienen sus representantes en el Parlamento se les trata con guante blanco como si fueran los más dignos y nobles delegados de los más probos y patriotas partidos fieles a las leyes. Con leyes de otros países europeos doña Marian estaría en la calle o en una pestilente taberna con sus correligionarios. Que serían muchos menos si no hubieran recibido, desde hace más de 35 años, inmensas cantidades de dinero por las buenas y las malas. Hoy ya no necesitan asustar. En el País Vasco como en Cataluña, ser leal a la Constitución es garantía de un calvario mientras ser enemigo del Estado solo acarrea ventajas para la vida privada y social.
La excesiva cortesía con los políticos anticonstitucionales por parte de los gobernantes encargados de proteger el Estado y la Constitución es la metáfora total de la actitud de España frente a sus enemigos. Que en la República, cuando ya podían ir a buscarte a casa para pegarte un tiro, la Pasionaria se ciscara en el Parlamento, era lógico porque apenas quedaban demócratas que lo defendieran. Que ayer Pablo Iglesias llamara a los parlamentarios delincuentes potenciales, dijera que él no debe respeto al Parlamento sino «al pueblo» y defendiera a las marabuntas ideológicas que lo deslegitiman revela que estamos ante el principio de un acoso al sistema democrático que será brutal en cuanto se escenifique mañana sábado el fracaso del Frente Popular que planeaba Pedro Sánchez. Si Sánchez y sus seguidores eran capaces de fraguar una alianza con tales enemigos de la democracia y el Estado, es que ya son parte de ellos. Cuando tenga constancia Rajoy de ello, lo mismo empieza a tratarlo con cariño. Sería preferible que no. Que fueran los demócratas españoles quienes miraran a Europa y sin complejos ridículos trataran a los enemigos de España y la democracia como otros países tratan a los suyos. Como enemigos que quieren hacer daño a todo lo que se ha de proteger.
Discrepo totalmente con el columnista, no estamos ante el “principio de un acoso al sistema democrático”, el acoso dura ya muchos años, estamos ante el principio del fin del sistema democrático en España, (o de lo que queda de él), y de la misma España como nación, ( de lo que queda de ella). El que no lo vea, o esta muy ciego, o es tonto.
Bien dice el columnista, pero ésto, no es una democracia, es, más bien una parasitocracia. Una chiquita, mientras me repostaba gasóil, me decía, sin saber que pienso igual que ella: Cada uno de los que trabajamos, somos como un perro cubierto de garrapatas. Esa chiquilla, sabe muy bien de qué habla, seguro que se gana cada euro que cobra.
Al proteger este estado liberal relativista y a su constitución, precisamente se está consintiendo todo lo que refiere el artículo.
La democracia liberal relativista ha propiciado que toda esta basura se encuentre en el Congreso.
Así es. Este régimen se autofagocita. Él mismo estableció los mecanismos para autodestruirse. Llevados por una ambición desmedida, aquellos padres de la patria que diseñaron esta constitución pensando únicamente en mantenerse en el poder y enriquecerse a costa de los españoles, no tuvieron más remedio que dejar la puerta abierta al diablo para que éste también obtuviera su tajada y los dejara hacer. Pero no sabían, o mejor, no quisieron saber, que con el diablo no se hacen tratos. Al final siempre exige el pastel entero. Y lo quiere ya.