En la era de “lo políticamente correcto”, la rasgadura de vestiduras en favor del Estado de Derecho, mentando esta figura a modo de resorte por ejemplo para todo aquello que presumiblemente va en contra de la libertad de expresión, incluso en contra del libertinaje de expresión, de la tolerancia que implica incluso aceptar delitos contra la sensibilidad religiosa, conviene recordar precisamente a los que insultan pero no encajan los insultos, el verdadero significado de determinados calificatIvos, que no insultos, a la luz del Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua.

A uno de estos términos me estoy refiriendo con la palabra “gentuza”, cuyo significado siguiente traduce el Diccionario de la RAE: “Grupo o tipo de gente que es considerada despreciable”, en otros diccionarios encontramos este significado: “Gente que no se considera digna de aprecio o estimación”.

Una vez precisado esto, podré tranquilamente definir a los que han decidido por sistema injuriar a los católicos, maltratar la fe religiosa cristiana y provocar la delicada sensibilidad espiritual de aquellos, igual de delicada que cualquier otra confesión religiosa, aunque no haya sido agredida como la religión católica y también a los que no habiendo incurrido en este hecho grave todavía, aplauden con las orejas a aquellos y son gentucilla política.

Una persona de un partido político importante, que se arrastra suplicando al griego Tsipras su recomendación a un tío con coletas que dirige PODEMOS para que éste “sea un chico bueno” y le de el apoyo que necesita aquél para ser Presidente de España, es Pedro Sánchez, o sea, gentuza política.

Una persona que irrumpe en una capilla universitaria mofándose de todos los que están haciendo culto y faltando el respeto de lo sagrado de ese lugar, es Rita Maestre, o sea, gentuza.

Un grupo de personas del repugnante partido Podemos que sacan por las calles de Sevilla “una especie de trono de Semana Santa” que corresponde a la “Cofradía del coño insumiso”, es una gentuza en toda regla, pero quizás este calificativo es muy bondadoso con ellas, porque una payasada irreverente de este calibre puede tener en el futuro una repercusión tan incierta como poco deseable para todos.

Este tipo de provocaciones ya se sucedieron con frecuencia en los prolegómenos de la Guerra Civil Española y estaba todo orquestado para insultar a la Iglesia, al clero y a la derecha, que tradicionalmente ha sido creyente y la izquierda siempre la identificó con la religión católica que había que machacar como fuera. Cuando no se produjeron estos hechos, ocurrieron otros más graves aún, como el incendio de parroquias y conventos, o el asesinato y violación de monjas o curas, los autores evidentemente también eran gentuza.

Son demasiadas coincidencias ya las que se dan entre el periodo que vivimos y el que desencadenó la formación del Frente Popular previo a nuestra contienda civil de 1936, como para no tener en cuenta el riesgo de confrontación social que supone seguir tentando la suerte con todas estas blasfemias y agresiones a la Fe Católica. También en la actualidad, hay por medio una gentuza parecida.

Sugiero a toda esta gentuza antagonista de todo lo espiritual y religioso, que parecen ser aliados del anticristo, que siendo coherentes, se atrevan también con otras confesiones religiosas, como la musulmana y si tienen cojones, hagan algo parecido con el Corán o con los ritos de ésta. No lo harán seguro, porque aparte de gentuza, son cobardes, solo van a la presa fácil, lo que ocurre es que la presa fácil, “esa cría de león”, a veces tiene muy cerca a quien le defienda o a quien le vengue de la hiena cobarde y hambrienta y el momento para ello es tan impredecible como incalculable su repercusión, solo sabemos de la que se produjo en 1936 y nadie en España creo que desee ni por asomo la repetición de algo parecido.