BD.- El señor Sebastián Vivar Rodriguez ha visto la luz en las Ramblas, como otros la ven camino a Damasco. Uno no elige el escenario del deslumbramiento. En todo caso ha tenido esa suerte. Otros, en las citadas Ramblas no suelen ver más que estatuas humanas, puestos de flores y pájaros, trileros y moros en parejas acechando a turistas con sandalias y calcetines. Yavhé sólo alumbra a los elegidos. Los demás seguiremos viendo las cosas en la penumbra de nuestra triste condición de mortales sin derecho a los kilovatios divinos.

Pero centrémonos en el señor Rodriguez el “alumbrado”. La fuerza de la visión que le ha abierto los ojos en las Ramblas lo lleva a la conclusión de que Europa ha muerto en Auschwitz. No da más detalles, como no sean esos 6 millones famosos. Le podemos dar la razón sobre la defunción, ya que el cadáver está a la vista y hiede cada día un poco más, pero disentimos totalmente en el escenario de la misma. La muerte de Europa se sitúa en esos años, pero se equivoca completamente de escenario, ya que el acta de defunción de Europa se firmó en Berlín en 1945. Auschwitz, en cambio, es un montaje ideológico sobre el que se asienta todo el sistema que nos ahoga a los europeos desde entonces. Europa no ha muerto en Auschwitz sino que Europa ha sido asesinada por Auschwitz.

Toda esa historia de la culpabilidad europea, tan bien asumida por el señor Rodriguez, que se echa sobre si mismo la autoría de los citados 6 millones, es el instrumento con el cual se ha llevado a cabo el asesinato de Europa. El señor Rodriguez se golpea el pecho, quiere cargar con su parte de culpa del llamado Holocausto. ¿No es eso motivo suficiente como para dudar de su salud mental? ¿O por lo menos no es eso suficientemente revelador del grado de envenenamiento al que ha sido sometido su mente y su entendimiento?

Pero no se para ahí: quiere hacer extensiva la culpabilidad a todo un continente. Cuando dice “nosotros”, ¿a quienes se refiere? Obviamente a los europeos, los de antes, los de ahora, los de siempre, por los siglos de los siglos, ¡amén! Estamos ante la exposición sin disimulo del pensamiento tribal talmúdico en estado puro.

El artículo no merece que pierda más tiempo con él. No es mi vocación entrar en esos terrenos a ensuciarme con tales inmundicias. Sería hacerle demasido honor a los que sólo merecen el desprecio por su tan miserable sumisión a la mentira y su tan acendrado odio a la verdad. Hay algo auténticamente satánico en los extremos a los que llegan los enemigos de una humanidad calumniada, escupida y que se quiere ver encadenada eternamente a las ruedas de la más brutal tiranía que los amos del mundo nos presentan como el alba de un nuevo Sinaí.

Sólo una cosa acerca de la famosa lista de eminencias judías. Al establecer una lista racial, se está proclamando que los componentes de esa lista no son nacionales de tal o cual país, sino miembros de una raza o pueblo concreto. ¿No es eso racismo? No es eso antisemitismo? Negarle a esos judíos su condición de naturales de tal o cual país para reducirlos a su mera condición tribal de judíos, no es negarle a esos judíos el derecho a ser lo que ellos quieran ser y sienten ser? ¿La lista no es acaso una exhaltación racial, y por lo tanto racista, ya que se la compara con otro grupo, en este caso los musulmanes? (La pertinencia de comparar distintos grupos en esta materia esbastante contestable, ya que se compara aquí un grupo racial -el judío- con un grupo religioso -el musulmán).

Y por lo demás, para dejar claro de una vez por todas este tema: el caso de Einstein, como el de muchos científicos judíos, es que el pensamiento científico es de orden meramente práctico: una vez que se aprenden las reglas, la investigación no es sino lineal. La cosa es que esas reglas no fueron, ni podrían haberlo sido jamás, creadas por judíos: comparen el nivel “científico” de la Biblia (las plantas son creadas al tercer día y el sol al cuarto) con cualquier escarceo filosófico de la antigua Grecia.

Lo mismo corre en otros casos y en otros terrenos.Tomemos el caso Obama: tiene capacidad para llegar a presidente, pues ha aprendido las reglas que regulan el sistema democrático. Pero ¿habrían sido los de su raza capaces de crear esas reglas, o cualquier otras? Nuevamente, comparar Atenas o Esparta con cualquier tribu del África.

La raza blanca europea creó de la nada un mundo en el que ellos (judíos, negros, asiáticos…) pueden (llegar a) desarrollarse, y fuera del cual no habrían llegado jamás a nada… Pero aun así, existe un lugar donde se advierte con facilidad que lo de ellos es seguir fórmulas, fórmulas creadas por nuestros antepasados, y no seguir su espíritu, no seguir su sangre: en el arte. Judíos, negros, asiáticos, etc., pueden manejar las reglas del arte, pueden estudiar letras, ir a conservatorios, practicar durante años y años pintura o escultura, pero salvo algunas modestas excepciones como Mendelssohn o Spinoza (que nunca alcanzan la pureza de las fuentes en los que han bebido), sus resultados nunca tuvieron ni vida, ni alma, ni mucho menos GENIO.

Pueden ser grandes músicos o intérpretes por ejemplo, del mismo modo en el que pueden ser grandes científicos, siguiendo reglas establecidas por otros, pero el talento para componer o escribir algo genial, el talento para CREAR a partir de nada, no lo tendrán nunca, como no lo tuvieron en 30 siglos de historia. Eso pertenece sólo a la raza blanca europea. Fuera de ella: la noche. Y nada más.