Lorenzo Jiménez Guerrero.- La crítica al fenómeno inmigratorio se ha convertido en la cuestión tabú del Reino, ni siquiera cuestionar el Reino, la Monarquía, es ya tabú. Y me parece bien. Pero en lo de la inmigracíón… el que ose cuestionar la inmigración es reo de capital “delito” contra la “convivencia” y la “libertad”. Si hubiera que establecer un baremo de persecuciones sociales y políticas en la historia, esta que estamos viviendo está adquiriendo un alza más altiva aún que la de la ya plomazo prima de riesgo.

La pena por atreverse a tener un criterio propio y disidente respecto al sentir general sobre el fenómeno inmigratorio se traduce en el ostracismo social, no ya sólo politico, que por supuesto también. Si eres un profesional, olvidate de progresar en tu profesión. Si eres un amigable vecino de tu comunidad, olvidate de estar libre de silencios excluyentes, de miradas acusatorias, de comentarios inquisidores a tus espaldas. Si eres un sufrido trabajador, aprestate a la casi seguridad de perder tu puesto de trabajo. Serás un peligroso “racista”, incluso si haces “méritos”, se te colgará el sanbenito de “fascista”, aunque neofascista es más fino y utilizado por los pijos del sistema, sobre todo por algunos periodistas a los que eso del “neofascismo” les calienta de manera morbosa y les pone en el disparadero del sensacionalismo más infame, aunque ello comporte el destrozar la vida de personas dignas y honradas. El caso es que somos “racistas”, peligrosos “racistas” y seres que bordean las líneas rojas de lo antisocial… somos malos, pero malos de verdad, como cantaban los televisivos hermanos Malasombra en los recuerdos de mi infancia.

La cuestión es que esta nueva especie de inquisición neo-progre, no es que hable con ligereza, ya que sabe del asunto y del trasfondo de los hechos, sino que habla y lanza sus peroratas de ignominia a sabiendas de que está denigrando y tergiversando la naturaleza de los hechos. Luego está la masa amorfa y maleable que sí se creé sus campañas porque sólo se mueve por sentimentalismo emocionalista, que no por sentimientos.

Pero a esa masa servil y gregaria habría que impartirla unos elementales criterios de sentido común, aunque en estos tiempos el menos común de los sentidos. Y explicarles lo que somos los que nos rebelamos contra la invasión demográfica que está asolando a Europa, y explicarles racionalmente y de forma sencilla que nuestra lucha es la más antirracista que exíste, porque nos rebelamos contra una especie de genocidio silencioso, que es en el fondo la inmigración, y que lleva a un recambio de población europea por otra extraeuropea, es decir, el exterminio de la población autóctona de Europa.

Y habría que explicarles unas cuantas cosas más, muy sencillas, por muy “malos” que seamos:

Que nosotros NO estamos contra el inmigrante, que ciertamente es una persona digna de todos los respetos.

Que nosotros estamos contra la inmigración masiva e invasiva.

Que nosotros estamos contra los que propician esta invasión: los grandes capitalistas y los políticos corruptos.

Que nosotros estamos contra la globalización que impone esa invasión demográfica.

Que nosotros estamos contra un mundo único multicultural, que en el fondo destroza todas las culturas porque las mezcla en un mismo espacio geográfico en el que a la postre desaparecen.

Que nosotros estamos contra la discriminación que sufrimos los españoles, y europeos, frente al inmigrante.

Que nosotros estamos contra la desaparición de nuestra cultura e identidad por causa de esta invasión demográfica.

Que nosotros estamos contra el desastre económico que supone una inmigración que se trajo para alimentar la economía especulativa con sus respectivas “burbujas” inmobiliarias, laborales, crediticias…

Que nosotros estamos contra la grave delincuencia que genera la irrupción en masa de poblaciones ajenas a nuestro ecosistema humano demográfico.

Que nosotros estamos contra la dictadura que nos quiere imponer una sociedad multicultural que se ha demostrado un fracaso.

Que nosotros estamos contra el racismo que supone la desaparición de la población autóctona europea mediante la invasión masiva demográfica propiciada por la globalización.

¿Es tan dificil de entender estos elementales principios de sentido común?. Aunque sea un sentido común que reclamamos los “malos, pero malos de verdad”.