Héroes
La situación provocada por las declaraciones de los portavoces de todas las formaciones de izquierda, tras la publicación del veredicto de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, declarando culpable del delito de revelación de secretos e inhabilitando al Fiscal General del Estado, puede ser calificada cuanto menos de preocupante.
Su penosa verborrea e injustificables diatribas acusatorias en contra de los magistrados del Supremo suponen un ataque sin parangón contra el más alto tribunal y el Poder Judicial en su conjunto. Todos coinciden en expresar el acatamiento del fallo, si bien lo hacen sin conocer aún su motivación, cuáles han sido los fundamentos de la decisión, pues la sentencia está a falta de ser publicada, habiendo saliendo todos en tromba contra los magistrados, acusándolos de «franquistas» y «gentuza». Nuestro Estado de Derecho en almoneda. Estos insultos no solo persiguen deslegitimar la autoridad del Tribunal Supremo sino que también reflejan la desesperación de ciertos sectores políticos queriendo transmitir la percepción de un inexistente retroceso democrático en España.
Sin embargo, a pesar del fervor incendiario puesto en estas declaraciones, las convocatorias para movilizar a la ciudadanía han fracasado, pues no han generado el apoyo esperado. Las manifestaciones, que se anunciaron como una respuesta a la sentencia, no han logrado captar la atención ni la participación masiva que se anticipaba. El poder de convocatoria de las auto calificadas como fuerzas “progresistas” puede darse por finiquitado . Este desinterés puede ser indicativo del desencanto generalizado con los postulados y actuaciones poco edificantes del gobierno, donde la retórica revolucionaria guerracivilista ya ni cala ni resuena como antes.
La combinación de insultos y la falta de movilización efectiva sugieren muy a las claras que la estrategia de confrontación no les está funcionando como esperaban.
La deslegitimación de instituciones fundamentales como el Tribunal Supremo, aunque les pueda parecer eficaz en el corto plazo para intentar movilizar a algunos sectores, les va a resultar muy contraproducente en el largo plazo. La ciudadanía da muestras sobradas de estar cansada de tanta división, mentiras y forzados enfrentamientos, provocando eso que se ha dado en llamar “polarización” y busca soluciones más constructivas a los problemas que enfrenta el país.
La radicalización travestida de progresía ya no cuela ni entre los más jóvenes, lugar donde antaño habían disfrutado de su caladero de votos.
Hay una percepción cada vez más generalizada de que por los continuos ataques, insultos y el desprecio con los que tratan, no sólo a jueces y magistrados, sino también a los miembros de la Unidad Central Operativa de la Guardia a civil, podamos estar ante auténticos héroes y así se les está reconociendo por la sociedad española de forma mayoritaria, animándoles a continuar con su labor profesional firme, limpia y valiente, ayudándonos a todos a salir de esta situación tan anómala como indeseada, caracterizada por el abuso de poder y la corrupción imperante en los diferentes estamentos del poder ejecutivo.
Gracias por todo, gracias.












La Justicia, en su leal saber y entender no podía hacer otra cosa que aplicar la Ley.
La izquierda, en su proverbial enconamiento, no podía hacer otra cosa que lo que ha hecho siempre: faltar al respeto que se debe a la Ley.
Y los héroes, es una cosa extraordinaria que sigan existiendo en un mundo cada vez más miserable, cada vez más grotesco, cada vez más infame, por lo que esperan de nosotros otra cosa, como apoyo, ánimo, presencia…