¡Todos somos el Padre Custodio!
Parece un relato de ciencia ficción que en España y en pleno siglo XXI dos sacerdotes y un periodista sufran las consecuencias de la aplicación de una norma que creó un nuevo tipo delictivo que ni siquiera el propio legislador entiende: el delito de odio.
Odiar no es un delito, nunca lo fue. Por lo tanto la denominación “delito de odio” es similar a un posible “delito de envidia” o “delito de amor”. No se puede penar por odiar, envidiar o amar a alguien.
El delito de odio es una infracción penal que surge por prejuicios contra una o varias personas que pertenecen a un determinado grupo social. Este grupo viene determinado por razón de raza, religión, género, edad, ideología, orientación sexual, discapacidad, enfermedad u otros motivos. Habría que preguntarse quien no pertenece a una raza, profesa una religión, tiene género, edad, ideología, orientación sexual….. cualquier acción punitiva puede enmarcarse en este tipo de delito.
La aplicación del mismo se puede comparar a la aparición de una nueva arma. En Roma eran los leones, en la Guerra Civil fueron los fusilamientos y ahora a los sacerdotes que hablan claro y cargados de razón se les dispara con la posible comisión de un “delito de odio”. Los hombres y mujeres que consagran su vida a Dios no son de odios , sino de perdones y mucho amor al prójimo. Ya quisiéramos parecernos a ellos, fiscales incluidos.
El Corán ha sido muy maltratado históricamente por sus hijos. De una pésima interpretación de sus preceptos surgió la Sharia. Es un código detallado de conducta para los musulmanes, incluyendo sus prácticas de culto, su moralidad, su vida privada y pública, y lo que es permitido o prohibido, llevado al extremo. También la Biblia fue interpretada por Lutero y de ello nació el protestantismo enfrentado al catolicismo.
Los “Musulmanes contra la Islamofobia”, muy moderados ellos, no admiten crítica alguna. No desean ver y aceptar la violencia que se comete a diario en nombre del Islam, como si toda la información que recibimos casi a diario no sea más que unos cortometrajes propagandísticos.
Denunciaron tanto al Padre Custodio Ballester como al también sacerdote Jesús Calvo y al periodista Armando Robles, de odiar a todo musulmán viviente. Sharia o Sharía se traduce al español como Camino. La sharía proviene de cuatro fuentes: el Corán, que es el texto sagrado; la Suna, que son las costumbres del profeta Mahoma; el Ijmah que es el consenso de los expertos y las analogías que se conocen como hadiz e Ijtihad.
La sharia no es igual en todos sitios, no es homogénea, existiendo muchas versiones de ella. Cabría preguntarse si también el odio es siempre igual o sin embargo cabría desarrollar ese feo pecado de diferente forma. Según IBRAHIM MIGUEL ÁNGEL PÉREZ, denunciante de los dos curas españoles y del director de AD, la maldad no existe en el mundo musulmán, a diferencia de lo que ocurre en el resto de confesiones. Las atrocidades cometidas por Septiembre Negro, Al Qaeda, Daesh/Isis, Hezbollah, Hamás, Yihad Islámica Palestina y otras, están en la memoria de todos. Eso no significa en absoluto que el mundo árabe comparta y apoye esta actividad, de hecho una gran parte de la población la rechaza radicalmente. Vivir en paz es el anhelo de la inmensa mayoría, da igual cuáles sean las religiones que se practique.
Es necesario para ello dejar de perseguir a hombres buenos y echar a los leones sólo a las verdaderas alimañas.












El padre Custodio ha puesto el listón muy alto. Su ejemplo es de tal valor que es muy difícil igualarnos con él, aunque debemos intentarlo.
Que Dios lo bendiga.