El malhechor del ascensor
El ascensor es como una especie de paraíso ideal para los malhechores. Un espacio reducido, cerrado y anónimo cuando se sube o baja en soledad. Cuando nadie les ve dan rienda suelta a su innoble condición. Suelen ser habituales y reincidentes. No se conoce el motivo ni tampoco la razón, del por qué ensucian, rayan, rompen, pero todo el odio y su desfachatez cobarde y anónima queda en el dañado ascensor como símbolo de una estupidez gratuita y que costará dinero al resto de los propietarios con su reparación o limpieza. Cuando el presidente de la comunidad , que suele ser un eterno político frustrado, observa los daños , a veces irreparables, que el malhechor ha ocasionado, comenta: -“Debemos pensar en que el daño ha sido intencionado”. Es en ese momento en el que es propuesto por unanimidad de todos los afectados como candidato al Premio Nobel.
Igual ocurre con los incendios forestales que asolan nuestros bosques, pastizales y cultivos. Aún se pone en duda si son intencionados, causados por el malhechor pirómano, o por el contrario lo fue por un trozo de botella de cristal que hizo de lupa. ¿De lupa? En todas las localidades del medio rural se conoce no sólo al pirómano con nombre y apellidos, sino también el sistema que utiliza para iniciar el fuego. A veces viene de herencia, de tradiciones, con la familia.
Los daños que los malhechores ocasionan a todos es incalculable. Los peores los de procedencia gubernamental, que también se esfuerzan por aprovechar el anonimato para jodernos bien a todos.
El ministro de Exteriores Albares condecora a los negociadores de su propio departamento como reconocimiento público por el éxito del acuerdo con el Reino Unido para eliminar los controles aduaneros en el paso fronterizo entre La Línea de la Concepción y la colonia de Gibraltar. ¿Conoce alguien el contenido del tratado firmado? No padre. Por algo será. Parte del mismo no debe de ser muy favorable a nuestros intereses. Negocian, acuerdan y firman cuando nadie les ve. Malhechores de ascensor.
Lo de Renfe/Adif, AVE, Avlo, Alvia, Avant, Euromed, Intercity y otras hierbas es preocupante. La moda de dejar tirados a miles de usuarios en los campos de Castilla, Andalucia y otros andurriales, encerrados en sus trenes, a más de cuarenta grados, sin agua, alimentos ni información, es ya toda una tendencia. Las modas pasan , las tendencias permanecen. ¿Por qué ocurre ahora algo que nunca antes había pasado? Parece ser que estamos ante un nuevo sistema de desvío de la atención del ciudadano. Seguiremos así mirando el dedo que señala a la luna pero no veremos el satélite.
Mientras, en La Mareta andan cocinando el otoño, anunciando acciones que ya saben que no van a acometer e intentando dar por boca del ministro Puente, una explicación coherente, balbuceando estúpidas e irresponsables “meas culpas” de pésimos gobernantes. España arde, pero la declaración de emergencia nacional puede esperar. Lo dicho: Malhechores de ascensor.











