La amnistía separatista y el indulto etarra también son Cerdán
El intento sanchista de reducir la trama corrupta a la Banda de Peugeot y al trío gabancero, Ábalos, Koldo y Cerdán, excluyendo de ella a n.º 1, el que hacía póker y alcanzaba el poder, o sea Pedro, para que pudiera funcionar, es ya un imposible metafísico. Sencillamente no podía no saberlo y el semi-alejamiento de Ábalos de ida y vuelta lo deja demostrado. Pero es que, además, sin la connivencia del Gobierno, ministerios, comunidades autónomas, diputaciones y alcaldías, no hubiera podido ni echar a andar. Eran ellos quienes, haciendo los cambalaches en proyectos, obras y «selección» de personal, permitían las mordidas, los repartos, los enchufes de hermanísimos y el pago a prostitutas por cuenta del Estado.
La responsabilidad del presidente del Gobierno y líder máximo, caudillo y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez es rotunda, absoluta y total. En ellos se apoyó para alcanzar el poder. Él fue quien los nombró y encumbró a lo más alto, hasta el n.º 2, y luego los tapó y ordenó su protección a todas las tropas, las mediáticas por demás, hasta que ya no se pudo ocultar. A Cerdán, en concreto, hasta el minuto final, hasta que el auto del juez y el informe de la UCO estuvo publicado y no quedan ya manos que socarrar. Eso de que han respondido con rapidez y contundencia es una patraña más. Solo actuaron cuando ya estaba llamando a la puerta la Guardia Civil.
La pestilencia del volcán de mierda en erupción, que cada día arroja por el cráter una vomitona más, no ha hecho sino empezar, y se extenderá hasta el último confín de la organización. La auditoria de pacotilla detrás de la que Sánchez se quería trasconejar ya la puso en marcha ayer la UCO en Ferraz. También en sedes gubernamentales estatales, y a nada serán también las autonómicas, tal vez por otras causas, pero todas de una misma y podrida raíz. Por ejemplo, las mascarillas.
Buena parte de este tinglado lo tenemos ya a la vista y ya en algunos casos eviscerado. Pero hay otro aspecto que es todavía más tóxico y atroz, y que, sin embargo, no se está señalando como tal ni provoca la misma repulsión. Esta es la letal corrupción política, directamente ordenada por Sánchez a Cerdán y puesta en marcha y ejecutada entre los dos. Ahí esta esa amnistía a la carta y al dictado de Puigdemont y el separatismo, que convierte a los golpistas en víctimas, a los defensores de la Constitución en culpables y a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado en represores y verdugos. Esa que pasado mañana Conde-Pumpido y sus brazos de madera sanchistas no solo darán por buena, sino que nos insultarán diciendo que no hay cosa más constitucional que esa verdadera aberración pago por siete votos para que Sánchez pudiera seguir durmiendo en Moncloa. Es la amnistía de Cerdán, una cerdanada de categoría superior que nos quieren obligar a tragar y que a ver si tenemos suerte y nos ayuda el tribunal europeo a tumbar y revertir.
Otra cerdanada, esta realizada por indicación directa y especial esmero por el 1 y con descarnada traición a lo que juró y perjuro que jamás iba a hacer, es aún, si cabe, más miserable: la beatificación de ETA y el encame con sus albaceas y herederos; la puesta en libertad, las reducciones de condena y los privilegios a cada cual más humillante para con sus víctimas; la conversión en poco menos que héroes de la paz de esos sanguinarios asesinos que lejos de pedir un mínimo perdón se enorgullecen de sus crímenes y alardean de ellos en siniestros aquelarres para mayor dolor de quienes los sufrieron su terror y ahora lo siguen sufriendo el escarnio; la entrega de Pamplona, la expulsión de la Guardia Civil, para que el Gobierno de Chivite soltara cientos de millones en obras amañadas a la pandilla del hacedor.
Cerdán no solo era el urdidor y repartidor de los atracos y el botín, sino también el lugarteniente que ha perpetrado los chantajes, conspiraciones y ventas políticas más dañinas y dolosas de nuestra historia democrática. Y aquí sí que no hay sombra de duda de quién era el «capo y tutti capi». En este nadie puede negar quién era el «padrino» ni dónde reside ni que su n.º 2 no cumpliera sus estrictas órdenes. Ni que el PSOE como tal no solo, y salvo tímidas y contadísimas excepciones, no solo lo acatara, sino que lo jaleara con gran satisfacción. En esto todos eran cerdanes. No nos vayamos a engañar.
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