Los “progres” son la peor de las pandemias y el flagelo del mundo actual
Como consecuencia del fracaso y del imperio de los inútiles, una marea de protestas y una ola conservadora están barriendo el planeta y dejando al mundo “progre” con el culo al aire.
El falso progresismo parecía imparable y había logrado gobernar medio mundo, influyendo en los partidos y aportando un “sello” del progreso que ganaba elecciones. Ahora, todo ese mundo se revela falso e hipócrita y se viene abajo, provocando el auge de partidos conservadores, a los que los parásitos de izquierda y derecha pretenden estigmatizar llamándolos “ultras” de “extrema derecha”, cuando sólo son la auténtica derecha, libre de contaminación marxista, que empuja para conquistar el poder y cambiar este mundo podrido.
La reacción conservadora mundial demuestra que los ciudadanos demócratas y libres no soportan las mentiras, los abusos y los reiterados fracasos del poder.
Pedro Sánchez, uno de los más peligrosos “progres” del mundo, está acorralado no sólo por la Justicia, que persigue a su familia, a sus amigos y a su régimen corrupto y deleznable, sino también por sus mentiras y estafas al pueblo y a la verdad.
Millones de españoles, además de sentir asco de las mentiras y estafas del socialismo, de la vieja derecha castradas y de sus aliados-escoria, acabarán pronto, en las urnas e inundando el ciberespacio de protestas justas, con un mal gobierno que ha llevado al país hasta el borde de la ruptura, la vileza y el fracaso.
Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, ha marcado el camino con la victoria de Trump sobre la “progre” Kamala Harris, a la que su pueblo ha abandonado por ser la representante de la mentira, la hipocresía y la política que construye un mundo injusto, desigual, deleznable e inseguro.
Las izquierdas “progres” del mundo han podrido desde el poder la democracia y el sistema occidental de libertades con abusos, corrupciones, despilfarros, componendas, privilegios ilícitos de la “casta” política y marginación ilegal de los ciudadanos. La consecuencia directa es una inmensa ola de rechazo que expulsará a la izquierda del poder durante décadas y un odio creciente hacia esas “castas” de políticos profesionales que han antepuesto sus propios intereses y los de sus partidos al bien común y al bienestar del ciudadano.
Como la derecha tradicional ha demostrado estar contaminada de marxismo y ser también culpable de similares abusos, los ciudadanos buscan caminos nuevos y limpios. Lo que llaman “ultraderecha” es una de las manifestaciones de esa reacción.
La política mundial funciona dentro de una implacable dinámica de acción-reacción que es la ley principal de la convivencia. Así, cuando un país está corrompido, es natural y lógico que surjan reacciones puritanas y que millones de ciudadanos echen de menos y reclamen valores como la honradez, la limpieza y el respeto a la verdad; cuando la ley se desequilibra y protege en exceso a la mujer, es normal que surjan reacciones machistas, algunas de ellas violentas y condenables; cuando las calles y plazas de un país se llenan de delincuentes importados, es lógico que surjan movimientos contrarios a las descontroladas y mafiosas invasiones de inmigrantes.
Todo se mueve dentro de una lógica implacable e indetenible, una lógica que ni siquiera el poder gubernamental, con toda su capacidad de propaganda y coacción, puede detener. Si el gobierno gasta como un descosido, el pueblo se vuelve austero. Si la política se llena de sinvergüenzas, los ciudadanos apelan a los valores y escupen sobre la corrupción. Cuando los políticos se tornan arrogantes y se atiborran de privilegios, es lógico que el pueblo los desprecie y llegue a odiarlos, como también es lógico y lícito que los considere usurpadores y luche por expulsarlos del poder.
Lo ocurrido en Valencia tras la DANA permite ver a un pueblo sano y generoso ayudando a sus semejantes, mientras los políticos se pelean entre ellos como mafiosos desalmados.
Cuando esos políticos se convierten en corruptos y pierden su condición de ser ejemplares ante la ciudadanía, es lógico que el pueblo los repela y expulse como si se tratara de una plaga. Cuando las administraciones no pagan sus deudas, los ciudadanos también tienen derecho a no pagar sus impuestos. Cuando la “casta” política despilfarra, es normal y lógico que el pueblo practique la insumisión fiscal. Cuando el gobierno malgobierna, es lógico que el pueblo sabio y consciente le castigue en las urnas, al igual que es lógico que los ciudadanos reaccionen con desconfianza ante la mentira y el engaño que emanan del poder.
La extrema derecha siempre nace de los abusos de la izquierda, y la izquierda suele engordar como consecuencia de los abusos de la derecha. Líderes populistas y antidemocráticos como el venezolano Hugo Chávez y otros que siguen su senda son hijos directos de los abusos y del mal gobierno de los partidos oligárquicos que rigieron con desacierto y abuso los destinos de América Latina durante décadas.
Un pésimo gobernante, como el español Pedro Sánchez, sólo es explicable desde fenómenos deplorables y antidemocráticos que le sirvieron de “cuna”, como la arrogancia de Aznar, la cobardía inepta de Rajoy, la ineptitud corrupta y vengativa del oscuro Zapatero, la baja calidad de la enseñanza en las escuelas, institutos y universidades de España, el “asesinato” de la democracia española, convertida en una oligocracia por la casta política, la corrupción y el envilecimiento general de una sociedad española que ha sido empujada por el poder político hacia la pérdida del esfuerzo, el olvido de la verdad y el hundimiento de los grandes valores.
Sin toda esa desgracia, el actual corrupto inquilino de la Moncloa, verdugo de España y del bien común, jamás habría sido posible.