El PP celebra su ausencia de un “aburridísimo” debate a tres: “Estuvo mejor ‘First dates'”
Alberto Núñez Feijóo vio el debate desde su habitación de hotel en Valencia. Descansaba la espalda tras un latigazo de lumbalgia y debió de respirar también con alivio al ver cómo Santiago Abascal desaprovechaba su gran ocasión para abrir un butrón en el electorado del PP por el flanco derecho y Sánchez se diluía, en segundo plano. Si sólo depende de lo visto anoche, la tendencia del voto útil no se ha desviado ni un centímetro. El debate lo ganó Yolanda Díaz porque puntuó en casi todos los asaltos y porque confrontó con eficacia contra el líder de Vox. Lideró la contienda. Por tanto, sus dos rivales se anotaron una derrota.
Entonces, ¿en qué lugar quedó el PP? Si se analiza desde la lógica utilitarista a la que se han abonado los populares durante toda la campaña, Feijóo acertó al no acudir al duelo organizado por RTVE. ¿Por qué? En primer lugar, porque evitó la imagen de la que más podía recelar, la de dos posibles presidentes con sus respectivos -y también posibles- vicepresidentes al lado. Esa suerte de quadrophenia («personalidad dividida en cuatro facetas») electoral habría ahuyentado a buena parte de los electores del PSOE que ahora piensan votar al PP, y que son más de 700.000. Así lo creen en el equipo de Feijóo.
En segundo lugar, todos los barones y dirigentes del principal partido de la oposición consultados anoche, en los estertores del debate, coincidían en que fue, sobre todo, soso. «Está siendo aburridisimo. Me he puesto a ver First dates», resumía con gráfica retranca uno de los presidentes populares. «No lo he visto», se ufanaba un veterano con galones. El PP se puso tan de perfil que ni uno solo de sus principales dirigentes comentó nada en las redes sociales. Parecía como si a ellos se les hubiera caído Twitter durante el debate a tres, en vez de WhatsApp.
«Hemos visto un debate tan plano que hasta el moderador les ha tenido que rogar que interactuasen», añadieron fuentes del PP. También apuntaron que Feijóo había ganado el debate de la derecha por comparación con un Abascal al que los dirigentes consultados vieron «apagado», «muy mal», «un desastre», «romo» o «regular», según cada quien. «Sánchez ha estado más cómodo con Abascal que con Feijóo, que ha demostrado que es el único capaz de hacer frente a las mentiras del sanchismo», juzgaban desde Génova al término del minuto de oro.
La collera Díaz-Sánchez ató en corto a Abascal y le impidió venirse arriba en sus grandes banderas territoriales y de batalla cultural, a juicio del partido ausente. «Yolanda Díaz está desviando a Abascal de la clave Bildu-ERC», observaba otro barón. «Le han dado un repaso. Más en la primera parte. Al final ha levantado la cabeza», aseguraba en conversación con este diario un tercer presidente de gobierno autonómico.
Las críticas a un Feijóo ausente reforzaron, a juicio del la cúpula popular, su mensaje de concentración del voto para evitar ministros ultras. Los socialdemócratas habrán visto que Abascal es radical frente a un Feijóo «que cree que la moderación y los grandes consensos», juzgan en el PP. Mientras el líder de Vox negaba la Agenda 2030 y acusaba a Sánchez y Díaz de querer «alejar la contaminación» de manera «supremacista», los populares presumían de abanderar cinco «pactos de La Moncloa»: institucional, social, económico, por la familia y territorial.
Hace 48 horas, el PP estaba convencido de que iba a ganar el partido sin bajar del autobús. Pero sin bajar de verdad, haciendo al fin realidad la metáfora de Helenio Herrera. Pero a medida que se acercaba el debate algunos dirigentes comenzaron a mostrar los nervios propios de la incertidumbre. Sin embargo, la sola idea de una foto de «tique con Abascal» ahuyentaba cualquier tentación de revisar la estrategia.
Otra clave que subrayaron los populares es que votar a los tres partidos que estaban representados ayer en el plató de TVE acerca a España «al bloqueo». Es decir, a que el PP gane, como apuntan las encuestas, pero no pueda gobernar porque la aritmética no le arroja un resultado lo suficientemente «amplio». «Si algo ha quedado claro en este debate es que el PP es el único que sale a ganar las elecciones, el único que tiene un proyecto y el único que quiere superar la división, el bloqueo y el enfrentamiento que defienden unos y otros», juzgaban los populares.
«Lo que quieren los tres es impedir un gobierno fuerte del PP», añadían. «El debate habrá servido para convencer a muchos indecisos de que ninguno de los tres candidatos merece su confianza y que Feijóo es la única alternativa posible», insistía en Génova. «El PP ha salido ganando», zanjaban.
Aunque Feijóo no tuvo agenda de campaña ayer por la lumbalgia y por haber cancelado su viaje a Canarias ante el incendio de La Palma, sí que concedió una entrevista a La Sexta en la que explicó el porqué de su ausencia. «Porque han vetado que PNV, ERC y Bildu puedan estar». A su juicio, el debate tendría que haber incluido a todos los partidos clave para la gobernabilidad. Así lo sostuvo desde su despacho en Génova y después de que le inyectaran Urbason en la espalda.
Para Feijóo, lo que se produjo ayer fue un «semidebate» porque «Junqueras y Otegi tenían que estar» representados en los candidatos de sus partidos, para «que le dijeran a Sánchez» que quieren sendos referendos de independencia «simultáneos» en Cataluña y el País Vasco.
Superado el Rubicón del debate y, en efecto, sin bajarse del autobús ni de la cama del hotel, Feijóo suma una muesca más en su revólver mientras enfila el esprint final hacia el 23-J. Con la campaña vista para sentencia y la tendencia demoscópica muy consolidada, sólo la espalda amenaza con tumbarlo: «Con dolor o sin él, intentaré terminar la campaña».